HERNÁN CORTÉS (1485-1547, España)
Tercera carta-relación de Hernán Cortés al Emperador
Hernán Cortés
Cuyoacan á 15 de mayo de 1522[1]
Muy alto y potentisimo Principe, Rey católico y invictisimo Emperador, mi Señor: con Alonso de Mendoza, natural de Medellin, que despaché desta Nueva-España á 5 de marzo del año pasado de 521, hize segunda relacion á V. M.[2] de todo lo sucedido en ella, la cual yo tenia acabada de hacer á los 30 de octubre del año de 520, y á causa de los vientos muy contrarios, y de perderse tres navios que yo tenia para enviar en el uno á V. M. la dicha relacion, y en los otros dos enviar por socorro á la isla Española, hubo mucha dilacion en la partida del dicho Mendoza, segun que tambien mas largo con él lo escribi á V. M.; y en lo último de la dicha relacion hice saber á V. M. cómo después que los indios de la ciudad de Tenuxtitan nos habian echado por fuerza della, yo habia venido sobre la provincia de Tepeacá, que era sujeta á ellos y estaba rebelada, y con los españoles que habian quedado y con los indios nuestros amigos le habia hecho la guerra y reducido al servicio de V. M.; y que cómo la traicion pasada y el gran daño y muertes de españoles estaban tan recientes en nuestros corazones, mi determinada voluntad era revolver sobre los de aquella gran ciudad, que de todo habia sido la causa; y que para ello comenzaba á hacer trece bergantines para por la laguna hacer con ellos todo el daño que pudiese, si los de la ciudad perseverasen en su mal propósito. Escribi á V. M. que entre tanto que los dichos bergantines se hacian, y yo y los indios nuestros amigos nos aparejábamos para volver sobre los enemigos, enviaba á la dicha Española por socorro de gente y caballos y artilleria y armas, y que sobre ello escribia á los oficiales de V. M. que alli residen, y les enviaba dineros para todo el gasto y expensas que para el dicho isla socorro fuese necesario; y certifiqué á V. M. que hasta conseguir victoria contra los enemigos no pensaba tener descanso ni cesar deponer para ello toda la solicitud posible, posponiendo cuanto peligro, trabajo y costa se me pudiese ofrecer, y que con esta determinacion estaba aderezando[3] de me partir de la dicha provincia de Tepeacá.
Asimismo hice saber á V. M. cómo al puerto de la villa de la Veracruz habia llegado una caravela de Francisco de Garay, teniente de gobernador de la isla de Jamáica, con mucha necesidad; la cual traia hasta treinta hombres, y que habian dicho que otros dos navios eran partidos para el rio de Pánuco, donde habian desbaratado á un capitan del dicho Francisco de Garay, y que temiau que si allá aportasen, habian de recibir daño de los naturales del dicho rio. E asimismo escribi á V. M. que yo habia proveido luego de enviar una caravela en busca de los dichos navios, para les dar aviso de lo pasado, é después que aquello escribi, plugo[4] á Dios que el uno de los navios llegó al dicho puerto de la Veracruz, en el cual venia un capitan con obra de ciento y veinte hombres, y allí se informó cómo los de Garay que antes habian venido habian sido desbaratados, y hablaron con el capitan que se halló en el desbarato, y se les certificó que si iba al dicho rio de Pánuco, no podía ser sin recibir mucho daño de los indios. Y estando asi en el puerto con determinacion de se ir al dicho rio, comenzó un tiempo y viento muy recio, y hizo la nao salir, quebradas las amarras, y fue á tomar puerto doce leguas la costa arriba de la dicha villa, á un puerto que se dice San Juan; é alli, después de haber desembarcado toda la gente y siete ó ocho caballos y otras tantas yeguas que traian, dieron con el navio á la costa, porque hacia mucha agua; y cómo esto se me hizo saber, yo escribi luego al capitan dél haciéndole saber cómo á mi me habia pesado mucho de lo que le habia sucedido, y que yo habia enviado á decir al teniente de la dicha villa de la Veracruz, que á él y á la gente que consigo traía hiciese muy buen acogimiento y les diese todo lo que habian menester, y que viesen qué era lo que determinaban, y que si todos ó algunos dellos se quisiesen volver en los navios que alli estaban, que les diese licencia y los despachase á su placer. Y el dicho capitan y los que con él vinieron determinaron de se quedar y venir adonde yo estaba; y del otro navio no hemos sabido hasta agora; y como há ya tanto tiempo, tenemos harta duda de su salvamento: plega á Dios lo haya llevado á buen puerto.
Estando para me partir de aquella provincia de Tepeacá, supe cómo dos provincias que se dicen Cecatami y Xalazingo, que son sujetas al señor de Tenuxtitan, estaban rebeladas, y que cómo de la villa de la Veracruz para acá es por alli el camino, habian muerto en ellas algunos españoles, y que los naturales estaban rebelados y de muy mal propósito. E por asegurar aquel camino, y hacer en ellos algun castigo, si no quisiesen venir de paz, despaché un capitan con veinte de caballo y docientos peones y con gente de nuestros amigos; al cual encargué mucho, y mandé de parte de V. M., que requiriese á los naturales de aquellas provincias que viniesen de paz á se dar por vasallos de V. M., cómo antes lo habian hecho, y que tuviese con ellos toda la templanza que fuese posible; y que si no quisiesen recibirle de paz, que les hiciese la guerra; y que hecha, y allanadas[5] aquellas dos provincias, se volviese con toda la gente á la ciudad de Tascaltecal, adonde le estaria esperando. E asi se partió entrante el mes de diciembre de 520, y siguió su camino para las dichas provincias, que están de alli veinte leguas.
Acabado esto, muy poderoso Señor, mediado el mes de diciembre del dicho año, me parti de la villa de Segura la Frontera, que es en la provincia de Tepeacá, y dejé en ella un capitan con sesenta hombres, porque los naturales de alli me lo rogaron mucho, y envié toda la gente de pié á la ciudad de Tascaltecal, adonde se hacian los bergantines, que está de Tepeacá nueve ó diez leguas, y yo con veinte de caballo me fui aquel dia á dormir á la ciudad Cecatami y Xalazingo, hoy llamado Xilozingo de Cholula porque los naturales de alli deseaban mi venida, y porque á causa de la enfermedad de las viruelas[6], que tambien comprehendió á los de estas tierras cómo á los de las Islas, eran muertos muchos señores de alli, y querian que por mi mano y con su parecer y el mio se pusiesen otros en su lugar. E llegados alli, fuimos dellos muy bien recibidos; y después de haber dado conclusion á su voluntad en este negocio que he dicho, y haberles dado á entender cómo mi camino era para ir á entrar de guerra por las provincias de Méjico y Tenuxtitan, les rogué que, pues eran vasallos de V. M., y ellos, cómo tales, habian de conservar su amistad con nosotros, y nosotros con ellos, hasta la muerte, que les rogaba que para el tiempo que yo hubiese de hacer la guerra me ayudasen con gente, y que á los españoles que yo enviase á su tierra, y fuesen y viniesen por ella, les hiciesen el tratamiento que como amigos eran obligados. E después de habérmelo prometido asi, y haber estado dos ó tres dias en su ciudad, me parti para la de Tascaltecal, que está á seis leguas; y llegado á ella, alli juntos todos los españoles y los de la ciudad, hubieron mucho placer con mi venida. E otro dia todos los señores desta ciudad y provincia me vinieron á hablar y me decir cómo Magiscacin, que era el principal señor de todos ellos, habia fallecido de aquella enfermedad de las viruelas; y bien sabian que por ser tan mi amigo me pesaria mucho; pero que alli quedaba un hijo suyo de hasta doce ó trece años, y que á aquel pertenecia el señorio del padre; que me rogaban que á él, como á heredero, se lo diese; y yo en nombre de V. M. lo hice asi, y todos ellos quedaron muy contentos.
Cuando á esta ciudad llegué, hallé que los maestros y carpinteros de los bergantines[7] se daban mucha priesa en hacer la ligazon. Y tablazon para ellos, y que tenian hecha razonable obra; y luego proveí de enviar á a villa de la Veracruz por todo el fierro y clavazon que hobiese, y velas y jarcia y otras cosas necesarias para ellos; y provei, porque no habia pez, la hiciesen ciertos españoles en una sierra cerca de alli; por manera que todo el recaudo que fuese necesario para los dichos bergantines estuviese aparejado, para que después que, placiendo á Dios, yo estuviese en las provincias de Méjico y Tenuxtitan[8], pudiese enviar por ellos desde allá, que serian diez ó doce leguas hasta la dicha ciudad de Tascaltecal; y en quince dias que en ella estuve no entendi en otra cosa, salvo en dar priesa á los maestros y en aderezar armas para dar orden en nuestro camino.
Dos dias antes de Navidad llegó el capitan con la gente de pié y de caballo que habian ido á las provincias de Cecatami y Xalazingo, y supe cómo algunos naturales dellas habian peleado con ellos; y que al cabo, dellos por voluntad, dellos por fuerza, habian venido de paz, y trujéronme algunos señores de aquellas provincias, á los cuales, no embargante que eran muy dignos de culpa por su alzamiento y muertes de cristianos, porque me prometieron que de ahi adelante serian buenos y leales vasallos de S. M.[9], yo en su real nombre les perdoné y los envié á su tierra; y asi se concluyó aquella jornada, en que V. M. fué muy servido, asi por la pacificacion de los naturales de alli, como por la seguridad de los españoles que habian de ir y venir por las dichas provincias á la villa de la Veracruz. […]
E otro dia lúnes, al último de diciembre, seguimos nuestro camino por la órden acostumbrada, y á un cuarto de legua desta poblacion de Coatepeque, yendo todos en harta perplejidad, y razonando con nosotros si saldrian de guerra ó de paz los de aquella ciudad, teniendo por mas cierta la guerra, salieron al camino cuatro indios principales con una bandera de oro en una vara, que pesaba cuatro marcos de oro, é por ella daban á entender que venian de paz; la cual Dios sabe cuánto deseábamos y cuánto la habiamos menester[10], por ser tan pocos y tan apartados de cualquier socorro, y metidos en las fuerzas de nuestros enemigos. E cómo vi aquellos cuatro indios, al uno de los cuales yo conocia, hice que la gente se detuviese, y llegué á ellos. E después de nos haber saludado, dijéronme que ellos venian de parte del señor de aquella ciudad y provincia, el cual se decia Guanacacin, y que de su parte me rogaban que en su tierra no hiciese ni consintiese hacer daño alguno; porque de los daños pasados que yo habia recibido, los culpantes eran los de Tenuxtitan, y no ellos, y que ellos querian ser vasallos de V. M. y nuestros amigos, porque siempre guardarian y conservarian nuestra amistad; y que nos fuésemos á la ciudad, y que en sus obras conoceriamos lo que teniamos en ellos. Yo les respondi con las lenguas que fuesen bien venidos; que yo holgaba con toda paz y amistad suya, y que ya que ellos se excusaban de la guerra que me habian dado en la ciudad de Tenuxtitan, que bien sabian que á cinco ó seis leguas de alli de la ciudad de Tesáico, en ciertas poblaciones á ella sujetas, me habian muerto la otra vez cinco de caballo y cuarenta y cinco peones, y mas de trecientos indios de Tascaltecal que venian cargados, y nos habian tomado mucha plata y oro y otras cosas; que por tanto, pues no se podian excusar desta culpa, que la pena fuese volvernos lo nuestro; é que desta manera, aunque todos eras dignos de muerte por haber muerto tantos cristianos, yo queria paz con ellos, pues me convidaban á ella; pero que de otra manera yo habia de proceder contra ellos por todo rigor. Ellos me respondieron que todo lo que alli se habia tomado lo habian llevado el señor y los principales de Tenuxtitan; pero que ellos buscarían todo lo que pudiesen, y me lo darian. E preguntáronme si aquel dia iría á la ciudad ó me aposentaria en una de dos poblaciones que son como arrabales de la dicha ciudad, las cuales se dicen Coatinchan y Guaxuta que están á una legua y media della, y siempre va todo poblado; lo cual ellos deseaban por lo que adelante sucedió. Yo les dije que no me habia de detener hasta llegar á la dicha ciudad de Tesáico; y ellos dijeron que fuese en buen hora, y que se querian ir adelante á aderezar la posada para los españoles y para mi; y asi, se fueron; y llegando á estas dos poblaciones, saliéronnos á recibir algunos principales dellas y á darnos de comer; y á hora de mediodia llegamos al cuerpo de la ciudad, donde nos habiamos de aposentar[11], que era en una casa grande que habia sido de su padre de Guanacacin, señor de la dicha ciudad. Y antes que nos aposentásemos, estando toda la gente junta, mandé apregonar, so pena de muerte, que ninguna persona sin mi licencia saliese de la dicha casa y aposentos; la cual es tan grande, que aunque fuéramos doblados los españoles, nos pudiéramos aposentar[12] bien á placer en ella. Y esto hice porque los naturales de la dicha ciudad se asegurasen y estuviesen en sus casas; porque me parecia que no viamos la décima parte de la gente que solia haber en la dicha ciudad, ni tampoco veiamos mujeres ni niños, que era señal de poco sosiego.
Este dia que entramos en esta ciudad, que fué vispera[13] de año nuevo, después de haber entendido en nos aposentar, todavia algo espantados de ver poca gente, y esa que viamos muy rebozados, teniamos pensamiento que de temor dejaban de aparecer y andar por su ciudad, y con esto estábamos algo descuidados. E ya que era tarde, ciertos españoles se subieron á algunas azoteas[14] altas, de donde podian sojuzgar[15] toda la ciudad, y vieron cómo todos los naturales della la desamparaban, y unos con sus haciendas se iban á meter en la laguna con sus canoas, que ellos llaman acales, y otros se subieron á las sierras. E aunque yo luego mandé proveer en estorbarles la ida, cómo era ya tarde, y sobrevino luego la noche, y ellos se dieron mucha priesa, no aprovechó cosa ninguna. E asi, el señor de la dicha ciudad, que yo deseaba como á la salvacion haberle á las manos, con muchos de los principales della, se fueron á la ciudad de Tenuxtitan, que está de alli por la laguna seis leguas, y llevaron consigo cuanto tenian. E á esta causa, por hacer á su salvo lo que querian, salieron á mi los mensajeros que arriba dije, para me detener algo y que no entrase haciendo daño; y por aquella noche nos dejaron, asi á nosotros, como á su ciudad.
Después de haber estado tres dias desta manera en esta ciudad, sin haber recuentro alguno con los indios, porque por entonces ni ellos osaban venirnos á acometer, ni nosotros curábamos de salir lejos á los buscar, porque mi final intention era, siempre que quisiesen venir de paz, recibirlos, y á todos tiempos requerir les con ella, viniéronme á fablar[16] el señor de Coatinchan y Guaxuta, y el de Autengo, que son tres poblaciones bien grandes, y están, como he dicho, incorporadas y juntas á esta ciudad, y dijéronme llorando que los perdonase porque se habian ausentado de su tierra; y que en lo demás, ellos no habian peleado conmigo, á lo menos por su voluntad; y que ellos prometian de hacer de ahi adelante todo lo que en nombre de V. M. les quisiese mandar. Yo les dije por las lenguas que ya ellos habian conocido el buen tratamiento que siempre les hacia, y que en dejar su tierra y en lo demás, que ellos tenian la culpa; y que pues me prometian ser nuestros amigos, que poblasen sus casas y trujesen sus mujeres é hijos, y que como ellos ficiesen las obras, asi los trataria; y asi se volvieron, á nuestro parecer no muy contentos. […]
Preguntas de discusión
- ¿Cuál es el enfoque del narrador en esta obra?
- ¿Cuánto tiempo transcurre en la narración de eventos?
- ¿Qué efectos tiene la narración en primera persona?
- ¿Usted cree que el narrador es fidedigno? Usando ejemplos del texto, elabore su argumento.
- ¿Cuál es el significado histórico de la carta?
- ¿Hay otros textos históricos que tienen perspectivas y estilos similares? ¿Cuáles son?
- Este texto fue transcrito tal como fue publicado en el libro Cartas y relaciones de Hernán Cortés al Emperador Carlos V. ↵
- Abbreviation commun para vuestra majestad. ↵
- Aderezando: disponer o preparar. ↵
- Plugo: pluguiere; placer. ↵
- Allanar: Vencer, superar o hacer más fácil alguna dificultad. ↵
- Entre 5-8 millones aztecas fueron asesinados por la viruela traída por los europeos cuando Cortés encontró a México. ↵
- Bergantines: Buque de dos palos y velas cuadradas. ↵
- Tenuxtitan: Nombre original de la Capital Tenochtital, que actualmente es la Ciudad de México. Otras variantes del nombre son Temixtitlan y Temixtitan que eran versiones mal pronunciadas. ↵
- Abreviatura común para su majestad. ↵
- Menester: necesitar. ↵
- Aposentar: Dar habitación y hospedaje. ↵
- Tomar casa, alojarse. ↵
- Vispera: Día que antecede inmediatamente a otro determinado, especialmente si es fiesta. ↵
- Azoteas: Terraza amplia en alto. ↵
- Sojuzgar: Sujetar o dominar con violencia algo o a alguien. ↵
- Fablar: Hablar. ↵