CATALINA DE ERAUSO (ca. 1592, España – 1650, Nueva España)

Introducción

Autumn Payne, Bryana Herrera, Daisy Vasquez, Nallely López, eds.


Historia de la monja alférez

Catalina de Erauso

Catalina de Erauso. Pintado por Juan van der Hamen, circa 1626. Imagen disponible en el dominio público por Wikimedia Commons.

Catalina de Erauso (ca. 1592–1650) nació en Donostia-San Sebastián, en la provicincia de Guipúzcoa, en el País Vasco. Sus padres, el capitán don Miguel de Erauso y la doña María Pérez de Galarraga y Arc, la enviaron a los cuatro años a vivir con sus tías y hermanas en el convento de San Sebastián el Antiguo. A los quince años, logró escapar, convertió su hábito de monja en pantalones de hombre, cortó el pelo y asumió varios nombres falsos para poder trabajar y viajar a América (Tellechea Idígoras).

En Lima, decidió ajuntarse con las entradas, que fueron grupos de soldados mercenarios, y viajar a Chile para luchar en las guerras contra la gente indígena allá (Myers 144). Sirvió 15 años en el ejército español en Chile y Perú. Catalina tuvo un temperamento muy colérico que la dio mucho valor durante las violentas batallas militares, de las cuales sufrió muchas heridas y ganó un ascenso al puesto alférez. No obstante, por su carácter belicoso también peleaba frecuentemente con sus compatriotas, y por estos crímenes fue castigada y encarcelada múltiples veces. La última vez que enfrentó la ley, acusada de un crímen y con miedo de ser encarcelada por muchos años, Catalina buscó un lugar donde se podίa esconderse y un obispo le dio seguridad en su iglesia. Se piensa que, por miedo de la muerte y la carcel, decidió confesar la historia de su sexo al obispo.

Después de confesar su secreto, Catalina tuvo que arreglar su posición ante la iglesia católica. Después de ser inspecionada por matronas que confirmaron que su virginidad fue intacta, Catalina ganó el apoyo del obispo (Myers 156). Catalina viajó a España para pedir recompensas del rey Felipe IV para su servicio militar. Luego fue a Italia, donde El Papa Urbano VIII le dio permiso para seguir vistiéndose como hombre. Entonces, Catalina no fue castigada, sino que fue perdonada e incluso celebrada. La revelación de su vida novelesca causó una sensación en España, y en 1629 fue interpretada en una comedia por el famoso dramaturgo Juan Pérez de Montalbán. El público la respetaba y la veía como un héroe. En 1630 regresó a America, donde trabajaba en México como mulero y usaba el nombre Antonio de Erauso durante el resto de su vida (Stepto xlii).

Como los otros conquistadores de su época, la voz de Carolina demuestra egotismo, y el estilo de su texto refleja las convenciones estilísticas del momento histórico (García-Sánchez). Durante el Siglo de Oro, géneros literarios narrados en primera persona como novelas picarescas, crónicas, y narrativas de soldados formaron precursores importantes de la autobiografía (Pérez Villanueva 6-7). El texto de Catalina de Erauso manifiesta muchos rasgos importantes de estas formas de escritura. Como personaje, exhibe el pesimismo, vanidad, patriotismo y individualismo típico del Siglo de Oro (Pérez Villanueva 10). Sus alianzas también reflejan la importancia del concepto de paisanaje[1] en la sociedad colonial, dado que el apoyo de otros vizcaínos[2] fue tan importante en su vida (Mendieta 18).

Es posible que Catalina dictara su biografía a un amanuense, pero la autobiografía de Catalina de Erauso nunca se publicó durante su vida, y el manuscrito original no ha sido encontrado (Stepto xlvii). Durante muchos años, la historia de sobrevivió como leyenda popular, y por eso cuando el intelectual vasco Joaquín María de Ferrer la publicó por primera vez en París en 1829 bajo el título Historia de la Monja Alférez Doña Catalina de Erauso, escrita por ella misma, añadió los documentos de la investigación que hizo para probar la existencia de esta figura histórica. Hay otras versiones de la autobiografía que han sido publicadas bajo el título Vida y sucesos de la Monja Alférez. El capítulo VI, que reproducimos aquí, detalla su estancia en Chile.


  1. Paisanaje es lealtad a la región donde uno nació, en este caso el País Vasco.
  2. Durante la época de Catalina de Erauso, las personas del País Vasco se llamaban «vizcaínos» (Mendieta 18).
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