Antología abierta de literatura hispana by Julie Ann Ward is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License, except where otherwise noted.
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La Antología Abierta de Literatura Hispana es una antología crítica de textos literarios del mundo hispanohablante. Se enfoca en autores canónicos y también se intenta incluir voces marginadas. Cada texto tiene una introducción y anotaciones creadas por estudiantes de la University of Oklahoma, la University of South Carolina y William Jewell College.
The Open Anthology of Hispanic Literature is a critical anthology of literary texts from the Spanish-speaking world. A focus on canonical authors and an attempt to include voices that have been marginalized. Each text includes an introduction and annotations created by students of the University of Oklahoma, la University of South Carolina y William Jewell College.
Rebecca Janzen, David Lisenby y Pilar Munday, Subdirectores
Alice Barrett, Karlee Bradberry, Madison Doyle y Sergio Urueña, Correctores
Taylor Alarcón • Blair Ashley • Kathryn Banks • Kristen Barcellos • Samantha Barclay • Alice Barrett • Rachel Bornstein • Maegan Brewer • Aarón Britton • Ryan Capps • Bailey Caudle • Garrett Chase • María Chaves Rojas • Jonathan Cortés Bernal • Rachel Cotten • Natalie Curtiss • Samanta de la Rosa • Lauren Dean • Veronica Delgado • Adrian Demopulos • Fernando Dulanto • Breanna Dworak • Aaliyah Ellison • Renée Franchi • Johnnetta Free • Kayla Gillespie • Ady Gonzalez-Torres • Logan Gray • Gilberto Guerra • Grace Hardy • Jennifer Harris • Bryana Herrera • Keston Horst • Abigail Jacaruso • Miyotzi Jiménez • Abigail Johnes • Mackenna Kemp • Reid Kiger • Maggie Knesel • Ashley Lanford • Thomas Larkin • Alexander Leasau • Nallely López • Noemi Martínez • Carolina Mayen • Paul Melton • Alexis Mijares • Cynthia Montoya Pérez • Samuel Moore • Shelby Moser • Berina Muderizovic • Sierra Murphy • Karley Nadolski • Zoe Narvaez • Crystal Neill • Jacob Nguyen • Abigail Palmer • Autumn Payne • Araceli Peña • Skyler Quine • Sarah Riccio • Daniela Rivera • Heather Rodriguez • Lauren Rose • Kennedy Ruckh • Rebekah Russell • Margaret Savage • Rebecca Schultz • Anthony Smith • Christian Soto • Makell Swinney • Emilee Sullivan • Eve Truitt • Derric Tuck • Riley Uhl • Gwendolyn Van Damme • Daisy Vasquez • Sarah Warmker • Alexandra Ziglar • Talia Zook
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Lxs editores de la Antología Abierta de Literatura Hispana (AALH) creen que la educación debe ser disponible a todxs, que implica la creación de recursos educativos que son gratis, abiertos, y accesibles. Estamos comprometidxs con mejorar la accesibilidad y usabilidad de este libro.
The editors of the Open Anthology of Hispanic Literature believe that education needs to be available to everyone, which means supporting the creation of free, open, and accessible educational resources. We are actively committed to increasing the accessibility and usability of this book.
La versión web de la Open Anthology of Hispanic Literature ha sido diseñado pensando en la accesibilidad, incorporando las siguientes características:
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Esta declaración fue actualizada más recientemente el 9 de agosto de 2019.
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Este libro fue escrito con el trabajo y la ayuda de decenas de estudiantes de la universidad de Oklahoma. Ha tomado muchas formas: empezó como una descripción simple de las expectativas de una profesora para un proyecto; en el curso de un semestre, tomó la forma de numerosas ediciones críticas separadas, cada una con su propia perspectiva y enfoque, creadas por estudiantes de la literatura hispana. Y en el curso de diez semanas, el trabajo de muchxs ha sido unificado, editado, y ahora publicado.
El objetivo de publicar este texto es aumentar el acceso a la educación de la literatura hispana. El estudio de la literatura hispana es imprescindible para la comprensión de la lengua español y las culturas hispanas. Además, algunos de los escritores más importantes del mundo son de la cultura hispana. Por ejemplo, Miguel de Cervantes Saavedra escribió la primera novela en la historia, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605/1615), que influyó la literatura que la siguió. Otra escritora importante, Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), era una de las primeras escritoras que proponía argumentos que hoy se considerarían feministas. Sus obras todavía desafían las reglas de género de hoy. Cada estudiante de español debe tomar un curso de literatura para experimentar la historia y belleza de la cultura hispana.
Este libro de texto provee una visión general de las vidas de autores famosos y famosas y sus obras más importantes. El texto incluye información biográfica sobre escritores como Juana Manso de Noronha, Rubén Darío, Emilia Pardo Bazán, Horacio Quiroga, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Cristóbal Colón, para nombrar unos ejemplos. Ofrecemos una descripción breve de la vida del autor/a y entonces discutimos el contexto en que la obra fue escrita. Incluimos el texto original del autor/a con notas al pie para clarificar conceptos difíciles y adaptar el texto para que los estudiantes de español de niveles intermedios puedan entender más fácilmente. Esperamos que el libro siga creciendo y que eventualmente se incorporen más obras e información.
Cada participante en este proyecto, estudiante o editora, ganó una experiencia nueva en el proceso de crear este libro. La finalización del libro tomó muchas horas duras en el curso de un año, y la experiencia de cada estudiante y editora fue distinta pero satisfactoria. Desde las perspectivas de nosotras, las editoras ayudantes, el proceso pareció inalcanzable, pero se realizó con la colaboración de muchas personas y con el acceso de muchos recursos. Nos gustaría agradecer a todos los estudiantes contribuyentes, las bibliotecarias, especialmente Jen Waller, la comunidad Rebus por su ayuda en publicarlo, y finalmente la maravillosa Doctora Ward, de quien hemos aprendido mucho y recibido la perspicacia e inspiración que nos seguirán durante toda la carrera. Su organización, emoción, flexibilidad y determinación de cumplir un proyecto que ayudará a muchas estudiantes sin acceso a recursos de la literatura hispana han hecho este proyecto una experiencia gratificante y un proceso suave. Esperamos que este libro pueda iluminar a los estudiantes que lo usan, pero también esperamos que las obras y vidas increíbles de los autores que aparecen en el texto inspiren a los estudiantes a continuar sus estudios de la literatura hispana.
–Alice Barrett y Karlee Bradberry
Norman, Oklahoma, EUA
abril de 2017
Este proyecto no habría sido posible sin el apoyo financiero y moral de las bibliotecas de la Universidad de Oklahoma (OU), en particular la beca para libros de texto alternativos, administrada por la maestra Jen Waller. El entusiasmo, amistad, apoyo, buen humor e inspiración que Jen nos proporcionó es inigualable. También beneficiamos mucho de la forma considerada de resolver problemas y el espíritu gentil del Ing. Cody Taylor. La ayuda y pericia de nuestra amiga bibliotecaria la Dra. Liorah Golomb fue constante e imprescindible. De la misma forma, se le agradece a la División de Artes y Ciencias (CAS) de OU por su apoyo financiero y la libertad y ánimo de explorar nuevas fronteras en la pedagogía y la investigación. Fue esencial el apoyo de la Oficina de Investigación en el Pregrado (OUR) de la Universidad, en particular su programa de Guías de Investigación (GRG) administrado por la Dra. Susan Walden y el Dr. Michael Faneros. Nuestra guía, la maestra Rachel Jones, dedicó muchas horas a la asesoría. Les ayudó a lxs editores a buscar fuentes, seleccionar textos y expresar sus ideas con claridad. El apoyo de OUR extendió al proceso de edición, al proporcionar fondos para una de las asistentes de edición. La otra asistente fue apoyada por la generosidad del Colegio de Honor. No tengo palabras para describir lo mucho que agradezco la dedicación, esfuerzo, flexibilidad y creatividad de estas asistentes de edición, la Lic. Karlee Bradberry y la Lic. Alice Barrett. Sin su ayuda este proyecto todavía no vería la luz del día. Otra persona clave en el proceso de llevar esta edición al mundo digital es Zoe Wake Hyde, gerente de proyectos de comunidad de la Fundación Rebus. Sus ideas, apoyo y alegría han sido esenciales.
Finalmente, las personas más importantes, sin cuyo trabajo no habría textos por editar ni publicar, son lxs editores-estudiantes de la clase SPAN 3853: Introducción a la Literatura y Cultura Hispanas. Su fe y buena voluntad al embarcar en un proyecto nuevo y desconocido han sido inspiradoras; el resultado de su trabajo es impresionante. Muchas, muchas gracias por su colaboración, participación, disposición y creatividad. Son lo máximo.
This project would not have been possible without the financial and moral support of the OU Libraries, en particular the Alternative Textbook Grant administered by Jen Waller. Jen’s enthusiasm, friendship, support, sense of humor, and inspiration is without equal. We also benefited greatly from Cody Taylor’s thoughtful problem-solving and helpful spirit. The help and expertise of our friend the librarian Dr. Liorah Golomb was constant and indispensable. At the same time, we appreciate the OU College of Arts and Sciences (CAS) for the financial support for this project and the liberty and encouragement to explore new frontiers in pedagogy and research. The support of the Office of Undergraduate Research (OUR) was essential, in particular the Graduate Research Guide (GRG) program administered by Dr. Susan Walden and Dr. Michael Faneros. Our guide, Rachel Jones, dedicated many hours to consultations with students. She helped the editors find sources, select texts, and express their ideas clearly. The support of OUR extended to the editing process, providing funds for one of our editorial assistants. The other assistant was supported by the generosity of the OU Honors College. Words cannot express my gratitude for the dedication, hard work, flexibility, and creativity of these assistants, Karlee Bradberry and Alice Barrett. Without their help this project would not yet see the light of day. Another key person in the process of bringing this edition into the digital world is Zoe Wake Hyde, Rebus Community Project Manager. Her ideas, support, and cheerfulness have been essential.
Finally, the most important people, without whose work there would be no texts to edit or publish: the student editors of the SPAN 3853: Introduction to Hispanic Literature and Culture class. Their faith and goodwill upon embarking on a new and unknown project has been inspiring; the result of their work is truly impressive. Thank you so very much for your collaboration, participation, willingness to learn, and creativity. Y’all are the best.
-Julie Ann Ward
Norman, OK, EUA
agosto de 2017
A lo largo de los siglos, escritores han usado sus obras para comunicar sus ideas y para abordar los problemas de sus tiempos. En el año 1282 en Escalona, España, en la provincia de Toledo, nació Don Juan Manuel (Sturcken 15). El nieto del Rey Fernando III y sobrino del Rey Alfonso X, Juan Manuel se criaba en una familia real. Por desgracia, muy temprano en su vida, Juan Manuel experimentó la pérdida de ambos padres. Por esta razón, su tío y el hijo de Alfonso X—Sancho IV—cuidaba a Manuel y sus hermanos («Don Juan Manuel»).
Manuel tuvo un puesto en el ejército que luchaba contra los moros en su vida temprana. Durante su vida, había un conflicto extenso entre los aragoneses, los castellanos, y los musulmanes. Manuel formó y terminó muchas lealtades con esos grupos durante toda su vida. Por ejemplo, se hizo socio de un grupo de nobles que se oponía a la corona castellana y el rey Alfonso IX. En adición, para ganar seguridad contra Alfonso IX, Juan Manuel concertó un matrimonio con la hija del rey aragonés, Constanza (Sturcken 18-19). Este matrimonio en 1312 era el segundo de tres matrimonios suyos—su primera esposa murió temprano debido a una enfermedad grave—y todos los matrimonios se hicieron para apoyar sus conexiones con otros países (Sturcken 18, 26, 45). Su vida, siempre llena de conflictos, terminó en 1348 (Sturcken 56). Los problemas y conflictos a los que Juan Manuel se había sometido fueron las fuentes de inspiración para sus obras, específicamente una obra muy célebre—El Conde Lucanor.
Escrito entre los años 1330-1335, El Conde Lucanor contiene cincuenta y uno cuentos, o «ejemplos», los cuales sirven para enseñar una lección al lector. Manuel escribe en la primera parte de El Conde Lucanor que la obra tiene moralejas para resolver prácticamente todos los problemas en la vida (Sturcken 66). Clarifica que él no tiene educación formal y afirma que la obra—escrita en castellano en vez de latín, el lenguaje escrito de la academia—es para el público que no se ha beneficiado de este tipo de instrucción prestigiosa (Sturcken 67). La obra es el gran logro de la vida de Juan Manuel y ha ganado mucha atención de los críticos. El ejemplo XLV, «Lo que sucedió a un mancebo el día que se casó» (también conocido como «Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde»), es un cuento en El Conde Lucanor bien conocido porque es muy controversial. Las influencias de esta obra son las tradiciones literarias del Oriente Medio y las costumbres que fueron comunes en los matrimonios musulmanes – un poco irónico considerando que Juan Manuel luchó contra ellos (Sturcken 87). Manuel usa la narración enmarcadaLa narración enmarcada es un tipo de técnica narrativa utilizada a menudo en la cultura islámica de Al-Ándalus. Se define como una colección de cuentos enmarcados por un marco literario global en que los personajes se narran cuentos entre sí (Wacks 89). También se llama «cuento de marco», y en inglés, este tipo de narración es conocido como un «frame tale». típica del estilo literario de los musulmanes. Manuel tenía un gusto por su cultura literaria, y por eso fue inspirado usar aspectos de ella en El Conde Lucanor (Keller 48).
Juan Manuel, Infante de Castilla, 1282-1348. «Lo que sucedió a un mancebo el día que se casó». El Conde Lucanor. Impresso en Seuilla: en casa de Hernando Diaz, 1575.Un día hablaba el Conde Lucanor con PatronioA lo largo de los 51 ejemplos, aparecen dos personajes: el consejero Patronio, y él quien busca su consejo, el Conde (Wacks 96)., su consejero, y le decía:
—Patronio, un pariente mío me ha dicho que lo quieren casar con una mujer muy rica, y aunque es más honrada que élEn la literatura española de la época de la Reconquista, los personajes moros sin nombres solían ser estereotipados como ávidos de dinero (Wacks 96)., el casamiento sería muy bueno para él si no fuera por un embargo que ahí hay, y el embargo es éste: Me dijo que le dijeron otros que aquella mujer era la más fuerte y la más brava cosa del mundoDurante la Edad Media, la mayoría de la literatura representaba a las mujeres como la raíz de todos los males (Bollo-Panadero 2)., y ahora ruego a vos que me aconsejéis si le mande que case con aquella mujer—pues sabe de cual manera es—, o si le mande que lo no hagaEn el prólogo, Manuel declara que la intención de escribir el libro era ayudar a los hombres para que puedan proteger su honor, su propiedad y su rango. El Conde Lucanor es una conversación entre el Conde y el Patronio, quien le comparte una historia que provee la solución a un dilema del Conde. Al final de cada sección o ejemplo del libro se informa al lector que el Conde siguió los consejos del Patrio y que le funcionaban; por eso Juan Manuel los incluye en su libro. Esta estructura es una fórmula para dar validez al texto y facilitar la transacción entre la realidad y la ficción. (Dunn 96)..
—Señor conde Lucanor —dijo Patronio— si él fuera tal como fue un hijo de un hombre bueno que era moro, aconsejadle que case con ella; más si no fuere tal, no se lo aconseja. Y el conde le rogó que le dijera cómo era aquello.Esta frase marca la característica fundamental de la narración enmarcada, la «historia dentro de una historia», o la narración enmarcada.
Patronio le dijo que en una villa vivía un moro honrado que vivía con un hijo, el mejor mancebo que en el mundo podría ser, pero no era tan rico que pudiese cumplir varios proyectos que quería hacer. Por eso el moro estaba muy preocupado, porque tenía la voluntad y no tenía el poder.
En aquella misma villa vivió otro moro mucho más honradoEl término honor y sus derivaciones tienen significados ambiguos. En español honor y honra, en general, son equivalentes; sin embargo, honra puede simbolizar el poder y la riqueza mientras que honor no puede. Honrado está usado en la versión temprana de la lengua española para denotar el rango o la riqueza, y también tiene el significado «ilustre» (Lauer 77-79). y más rico que el padre del mancebo, que sólo tenía una hija, y era de carácter muy distinto al de aquel mancebo, que cuanto en él había de buenas maneras, tanto lo tenía aquella hija del hombre bueno de malas, por lo cual ningún hombre en el mundo querría casarse con aquel diablo.
Aquel mancebo tan bueno fue un día a su padre y le dijo que bien sabía él que no era tan rico que pudiese darle con que él pudiese vivir a su honra, y que pues le convenía o pasar miseria y pobreza o irse de aquella tierra. Por lo tanto, le preguntaba si a él le parecía que era más inteligente buscar algún casamiento con el que pudiese mantenerse y pasar la vida.En un cuento de la tarasca (término que significa serpiente monstruosa y se usa para insultar la mujer), una motivación típica de los hombres para casarse con una tarasca es la ascensión social (Vasvari 22). Este es el objetivo del novio en «Lo que sucedió a un mancebo…» y luego de Petruchio en The Taming of the Shrew de William Shakespeare que fue escrito en el siglo XVI (Vasvari 27). The Taming of the Shrew también utiliza la narración enmarcada. El padre le dijo que le placería mucho poder hallarle un matrimonio ventajoso.
Le dijo el hijo a su padre que, si él quería, podía arreglar que aquel hombre bueno, que tenía aquella hija tan mala, se la diese por esposa. Y cuando el padre oyó esto fue muy maravillado y le dijo que cómo podía pensar en tal cosa, que no había hombre que la conociese que, por pobre que fuera, quisiera casarse con ella. El hijo le dijo que hiciese el favor de concertar aquel matrimonio. Tanto le insistió que, aunque al padre le pareció algo muy extraño, le dijo que lo haría.
Marchó luego a casa de aquel buen hombre, del que era muy amigo, y le contó todo lo que había pasado con su hijo, que se atrevía a casarse con su hija, que le gustaba, y que se la diera en matrimonio. Cuando el buen hombre oyó hablar así a su amigo, le contestó:
—Por Dios, amigo, si yo autorizara esa boda sería vuestro peor amigo, pues tratándose de vuestro hijo, que es muy bueno, yo pensaría que le hacía grave daño al consentir su perjuicio o su muerte, porque estoy seguro de que, si se casa con mi hija, morirá, o su vida con ella será peor que la misma muerte. Mas no penséis que os digo esto por no aceptar vuestra petición, pues, si la queréis como esposa de vuestro hijo, a mí mucho me contentará entregarla a él o a cualquiera que se la lleve de esta casa.
Su amigo le respondió que le agradecería mucho su advertencia, pero, como su hijo insistía en casarse con ella, le volvía a pedir su consentimiento.
El casamiento fue hecho, llevaron a la novia a casa de su marido y, como eran moros, siguiendo sus costumbres les prepararon la cena, les pusieron la mesa y los dejaron solos hasta la mañana siguiente.Por el uso de las costumbres y características de los moros, Juan Manuel asume cierto nivel de conocimiento de la cultura mora, lo cual el lector del siglo XIV habría tenido (Keller 48). Es probable que Manuel usa un escenario y contenido árabe porque él originalmente oyó una versión de la historia de una fuente árabe (Vasvari 27). Pero los padres y las madres y parientes del novio y de la novia estaban con mucho miedo, pues pensaban que al día siguiente encontrarían al joven muerto o muy mal herido.
Al quedarse los novios solos en su casa, se sentaron a la mesaEs la costumbre de algunas regiones árabes que se deja una nueva pareja casada sola en una casa donde comparten su primera cena juntos antes de consumar el matrimonio (Vasvari 28). y, antes de que ella pudiese decir nada, miró el novio a una y otra parte de la mesa y, al ver un perro, le dijo ya bastante airado:
—¡Perro, danos agua para las manos!
El perro no lo hizo. El mancebo comenzó a enfadarse y le dijo más bravamente que les trajese agua para las manos. Pero el perro no lo hizo. Viendo que el perro no lo hacía, el joven se levantó muy enfadado de la mesa y agarró la espada y fue directo hacia el perro. Y cuando el perro lo vio venir hacia sí, comenzó a huir, y él en pos del perro, saltando ambos por la ropa y por la mesa, y por el fuego, y tanto anduvo en pos de él hasta alcanzarlo. Lo sujetó y le cortó la cabeza, las patas y las manos, haciéndolo pedazos y ensangrentando toda la casa, la ropa y la mesa.Es típico en los cuentos de la tarasca que el novio utilice la matanza de uno o varios animales como parte del proceso de intimidación de su novia (Vasvari 22).
Después, muy enojado y ensangrentado, volvió a sentarse a la mesa y miró en derredor. Vio un gato, al que mandó que trajese agua para las manos; y porque el gato no lo hacía, le gritó:
—¡Cómo, falso traidor! ¿No viste lo que hice con el perro por no obedecerme? Yo prometo que, si un punto más disputas conmigo, que tendrás el mismo destino que el perro.
El gato no lo hizo y así se levantó el mancebo, lo cogió por las patas y lo estrelló contra la pared, haciendo de él más de cien pedazos y demostrando con él mayor ensañamiento que con el perro.
Así, enfadado y colérico, volvió a la mesa y miró a todas partes. La mujer, al verlo hacer todo esto, pensó que se había vuelto loco y no decía nada.
Después de mirar por todas partes, vio a su caballo, que estaba en la casa y, aunque era el único que tenía, le dijo muy bravamente que les trajese agua para las manos; pero el caballo no le hizo. Al ver que no lo hacía, le dijo:
—¡Cómo, don«Don»: tratamiento de respeto que se antepone a los nombres (Diccionario de la lengua española). caballo! Solamente porque no hay otro caballo, ¿por eso os dejaré si no hacéis lo que yo os mande?…tan mala muerte os daré como a los otros, y no hay cosa viva en el mundo que no haga lo que yo mande, que eso mismo no le haré.
El caballo estuvo quieto. Cuando el mancebo vio que el caballo no le obedecía, se acercó a él, le cortó la cabeza con mucha rabia y luego lo hizo pedazos.
Cuando la mujer vio que mataba al caballo, aunque no tenía otro, y que decía que haría lo mismo con quien no le obedeciese, pensó que no se trataba de una broma y le entró tantísimo miedo que no sabía si estaba viva o muerta.
Él, así—bravo, furioso y ensangrentado—, volvió a la mesa, jurando que, si mil caballos, hombres o mujeres hubiera en su casa que no le hicieran caso, los mataría a todos. Se sentó y miró a un lado y a otro, con la espada llena de sangre en el regazo; cuando hubo mirado muy bien, al no ver a ningún ser vivo sino a su mujer, volvió la mirada hacia ella muy bravamente y le dijo con muchísima furia, mostrándole la espada en su mano:
—Levantados y dadme agua para las manos.
La mujer, que no esperaba otra cosa sino que la despedazara toda, se levantó muy apriesa y le dio el agua para las manos. Él le dijo:
—¡Ah! ¡Cuánto agradezco a Dios porque habéis hecho lo que os mandé! Porque de otra guisaSignifica «de otra forma»., habría hecho con vos lo mismo que con ellos.
Después le mandó que le sirviese la comida y ella lo hizo, y con tal sonSignifica «de tal manera». se lo decía que ella ya pensaba que su cabeza era ida por el polvo. Y así pasó el hecho entre ellos aquella noche.
Así ocurrió entre los dos aquella noche, y nunca hablaba ella sino que se limitaba a obedecer a su marido. Cuando ya habían dormido un rato, le dijo él:
—Con tanta ira como tuve esta noche, no puedo dormir bien. Procurad que mañana no me despierte nadie y preparadme un buen desayuno.Cada acción de servicio que la mujer hace conforme a las exigencias del mancebo tiene un paralelismo con un animal que mata el mancebo. Vienen los símbolos en grupos de tres, cosa típica en las fábulas (Vasvari 28).
Cuando aún era muy temprano, los padres, madres y parientes se acercaron a la puerta y, como no se oía a nadie, pensaron que el novio estaba muerto o herido. Y vieron entre las puertas a la novia y no al novio, y su temor se hizo muy grande.
Ella, al verlos junto a la puerta, se les acercó muy despacio y, con gran miedo, comenzó a decirles:
—¡Ingratos! ¡Qué hacéis! ¿Qué hacéis ahí? ¿Cómo os atrevéis a llegar a esta puerta? ¿No os da miedo hablar? ¡Callaos, si no, todos moriremos, vosotros y yo!
Al oírla decir esto, fueron muy maravillados. Cuando supieron lo ocurrido entre ellos aquella noche, sintieron gran estima por el mancebo porque sabía imponer su autoridad y hacerse él con el gobierno de su casa. Desde aquel día en adelante, fue su mujer muy obediente y llevaron muy buena vida.
Pasados unos días, quiso su suegro hacer lo mismo que su yerno, y por aquella manera mató un gallo. Su mujer le dijo:
—A la fe, don Fulano, tarde vos acordáis que ya bien nos conocemos.
Y concluyó Patronio:
—Vos, señor conde, si vuestro pariente quiere casarse con esa mujer y tiene el carácter de aquel mancebo, aconsejadle que lo haga, pues sabrá mandar en su casa; pero si no es así y no puede hacer todo lo necesario, debe dejar pasar esa oportunidad. También os aconsejo a vos que, cuando habéis de tratar con los demás hombres, les deis a entender desde el principio cómo han de portarse con vos.El Panchatantra es una colección de cuentos relacionados de la India que se organiza con narración enmarcada como El Conde Lucanor y es el precursor más antiguo del libro de Juan Manuel. Los cuentos originaron en la tradición oral de sánscrito y fueron trasladados al texto escrito cerca del Siglo VII. Se dice que Juan Manuel sacó historias e influencias del Panchatantra para su libro porque ambos son manuales de instrucción para los príncipes (Hernandez párr. 2-3).
El conde vio que éste era un buen consejo, obró según él y le fue muy bien.
Como don Juan comprobó que el cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
Si en el comienzo no muestras quién eres,
nunca podrás después, cuando lo quisieres.Este tipo de narración enmarcada tiene un propósito didáctico pero en forma ambigua. A menudo hay una discrepancia entre lo que el autor pretende enseñar y lo que el lector aprende (Wacks 88).
Bollo-Panadero, María Dolores. «El Soporte Ideológico de la violencia de género en La Narrativa Medieval Ibérica». Confluencia, 23.1, 1 sept. 2007 (pp. 2-9). Academic Search Elite. Accedido 9 febr. 2017. www.jstor.org/stable/27923249.
Diccionario de la lengua española. Real Academia Española, 2017. dle.rae.es.
«Don Juan Manuel». Encyclopedia Britannica, ed. Hugh Chisholm, 11a ed., vol. 15, Encyclopedia Britannica, 1911. Accedido 24 febr. 2017. en.wikisource.org.
Dunn, Peter. «Framing the Story, Framing the Reader: Two Spanish Masters». Modern Language Review, 91.1, 1996, pp. 94-106. Academic Search Premier. Accedido 7 oct. 2016. DOI: 10.2307/3733999.
Hernandez, Gloria. «The Libro de los ejemplos de Conde Lucanor and the Panchatantra: Translatio, Power and Comparison». Literature Compass, 11.7, 2014, pp. 435-44. Wiley Online Library, DOI: 10.1111/lic3.12158. Accedido 21 febr. 2017.
Keller, John E. «A Re-Examination of Don Juan Manuel’s Narrative Techniques: ‘La Mujer Brava’». Hispania, 58.1, 1975, pp. 45-51. Accedido 22 febr. 2017. DOI: 10.2307/338883.
Lauer, A. Robert. «Honor/Honra Revisited». A Companion to Early Modern Hispanic Theater, ed. Hilaire Kallendorf. Brill, 2014, Leiden, Netherlands, pp. 77-90.
Sturcken, H. Tracy. Don Juan Manuel. Twayne Publishers, Inc, 1974, New York.
Vasvári, Louise O. «Intimate Violence: Shrew Taming as Wedding Ritual in the Conde Lucanor». Marriage and Sexuality in Medieval and Early Modern Iberia, ed. Eukene Lacarra Lanza, Routledge, 2002, New York, NY, pp. 22-38.
Wacks, David A. «Reconquest Colonialism and Andalusī Narrative Practice in the ‘Conde Lucanor’». Diacritics, 36.3-4, 2006, pp. 87-103. Accedido 23 febr. 2017. www.jstor.org/stable/20204143.
Cristóbal Colón nació en 1451 en Génova, Italia (Courtenay 5). En 1492, llegó a América durante una expedición financiada por los Reyes Católicos. El propósito de la expedición original fue encontrar una ruta más directa a Asia desde Europa; sin embargo Colón descubrió algo más valioso, el Nuevo Mundo, que es conocido hoy como América (término que abarca los territorios de Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica). Con sus tres barcos, la Santa María, La Niña, y la Pinta, su primer contacto con el Nuevo Mundo fue en las Bahamas. Por este descubrimiento accidental, Colón es reconocido por abrir las Américas a la exploración europea. Después de varios viajes al Nuevo Mundo, se murió el 20 de mayo, 1506 en Valladolid, España (Courtenay 94).
La Carta de Colón a Luis de Santángel fue escrita el 15 de febrero, 1493. Intentaba informar a Santángel, ministro financiero de los Reyes Católicos de España, de sus descubrimientos magníficos. Colón escribió la carta con el propósito de solicitar más finanzas para viajes futuros. Por eso, Colón exageró las riquezas del Nuevo Mundo para manipular a los Reyes Católicos y asegurar que le dieran los fondos deseados. Obviamente, la carta fue exitosa. España inmediatamente le dio más dinero, hombres y recursos para continuar su exploración.
Colón tenía que tolerar competencia en sus expediciones. Muchos exploradores durante ese tiempo (1493-1510) intentaron encontrar una mejor ruta a América que la de Colón, y algunos fueron exitosos. Por ejemplo, el explorador John Cabot, conocido en italiano como Giovanni Cabot, encontró una nueva ruta a la tierra de Newfoundland y Canadá en 1497. En las cartas de Cabot, él describió el terreno del Nuevo Mundo y el mar circundante con detalles bonitos. Él explicó que había «un sinfín de peces» y en la tierra parecía que había habitantes, evidenciado por los cortes en los árboles (Harrisse 432). Colón, por su parte, describió el terreno del Nuevo Mundo como firme y fértil con pocos pueblos. Los dos describieron el Nuevo Mundo como un paraíso. Como resultado, los países de Europa mandaron a los conquistadores y los barcos con ejércitos para vencer el territorio y los indígenas. La Carta a Luis de Santángel ha sido modernizada en esta edición para que entiendan mejor los lectores.
Esta versión es adaptada del texto original encontrado en el libro Colección De Los Viages Y Descubrimientos Que Hicieron Por Mar Los Españoles Desde Fines Del Siglo XV… de Martín Fernández de NavarreteSeñor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, vos escribo ésta, por la cual sabréis cómo en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimosIlustrísimos es la palabra usada como señal de respeto para los monarcas. rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradichoComo Colón, Cabot y otros navegadores encontraron y reclamaron el territorio..
A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador a conmemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción; a la tercera Fernandina; a la cuarta la Isabela; a la quinta la isla JuanaJuan y Juana eran los nombres de los hijos de los Reyes Católicos, los patrocinadores de Colón. Es probable que él dio el título «Juana» a la isla que hoy en día se llama Cuba para honrar a los reyes y su familia (Gužauskytė)., y así a cada una nombre nuevo.
Cuando yo llegué a la Juana, seguí yo la costa de ella al poniente, y la fallé tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo. Y como no hallé así villas y lugares en la costa de la mar, salvo pequeñas poblaciones, con la gente de las cuales no podía haber habla, porque luego huían todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de no errar grandes ciudades o villas; y, al cabo de muchas leguas, visto que no había innovación, y que la costa me llevaba al septentrión, de adonde mi voluntad era contraria, porque el invierno era ya encarnado, y yo tenía propósito de hacer de él al austroAustro: El viento procedente del sur (Diccionario de la lengua española)., y también el viento me dio adelante, determiné de no aguardar otro tiempo, y volví atrás hasta un señalado puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra, para saber si había rey o grandes ciudades. Anduvieron tres jornadasJornadas: La duración del trabajo diario (Diccionario de la lengua española)., y hallaron infinitas poblaciones pequeñas y gente sin número, mas no cosa de regimiento; por lo cual se volvieron.
Yo entendía harto de otros IndiosDurante su primer viaje, Colón creía que había llegado a Asia., que ya tenía tomados, cómo continuamente esta tierra era isla, y así seguí la costa de ella al oriente ciento y siete leguas hasta donde hacía fin. Del cual cabo vi otra isla al oriente, distante de ésta diez y ocho leguas, a la cual luego puse nombre la Española y fui allí, y seguí la parte del septentrión, así como de la Juana al oriente, 188 grandes leguas por línea recta; la cual y todas las otras son fertilisimas en demasiado grado, y ésta en extremo. En ella hay muchos puertos en la costa de la mar, sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y hartos ríos y buenos y grandes, que es maravilla. Las tierras de ella son altas, y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Tenerife; todas hermosísimas, de mil hechuras, y todas andables, y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parece que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprehender, que los vi tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España, y de ellos estaban floridos, de ellos con fruto, y de ellos en otro término, según es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de ellas, mas así como los otros árboles y frutos e hierbas. En ella hay pinares a maravilla y hay campiñas grandísimas, y hay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales, y hay gente inestimable númeroColón menciona que hay muchas oportunidades para la ganancia comercial porque hay metales y personas que podrían servir como esclavos..
La EspañolaLa Española fue al primer asentamiento europeo en el Nuevo Mundo. Es conocido hoy como Haíti y la República Dominicana. es maravilla; las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas, y las tierras tan hermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los puertos de la mar aquí no habría creencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes, y buenas aguas, los más de los cuales traen oro. En los árboles y frutos e hierbas hay grandes diferencias de aquellas de la Juana. En ésta hay muchas especierías, y grandes minas de oro y do otros metales. La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y he habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen. Ellos no tienen hierro, ni acero, ni armas, ni son para ello, no porque no sea gente bien dispuesta y de hermosa estatura, salvo que son muy temeroso a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañasLas cañas de azúcar son recursos influenciales en la empresa comercial durante esta época., cuando están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudoPalillo: Un palo o una vara pequeña. Agudo: Puntiagudo, punzante, afilado. (Diccionario de la lengua española); y no osan usar de aquellas; que muchas veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna villa, para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número; y después que los veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno se haya hecho mal, antes, a todo cabo adonde yo haya estado y podido haber fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna; mas son así temerosos sin remedio. Verdad es que, después que se aseguran y pierden este miedo, ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creería sino el que lo viese. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen de no; antes, convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones, y, quieren sea cosa de valor, quien sea de poco precio, luego por cualquiera cosica, de cualquiera manera que sea que se le dé, por ello se van contentos. Yo defendí que no se les diesen cosas tan civiles como pedazos de escudillas rotas, y pedazos de vidrio roto, y cabos de agujetas aunque, cuando ellos esto podían llegar, les parecía haber la mejor joya del mundo; que se acertó haber un marinero, por una agujeta, de oro peso de dos castellanosUn castellano es una moneda introducida por el rey Alfonso. (Shaw 323). y medio; y otros, de otras cosas que muy menos valían, mucho más; ya por blancas nuevas daban por ellas todo cuanto tenían, aunque fuesen dos ni tres castellanos de oro, o una arrobaArroba: Peso equivalente a alrededor de 11,5kg. (Diccionario de la lengua española). o dos de algodón hilado. Hasta los pedazos de los arcos rotos, de las pipas tomaban, y daban lo que tenían como bestias; así que me pareció mal, y yo lo defendí, y daba yo graciosas mil cosas buenas, que yo llevaba, porque tomen amor, y allende de esto se hagan cristianos, y se inclinen al amor y servicio de Sus Altezas y de toda la nación castellana, y procuren de ayuntar y nos dar de las cosas que tienen en abundancia, que nos son necesariasColón juzga que los pueblos indígenas son inferiores en comparación a la gente de España porque no tienen armas y no son católicos. Hasta los llama «bestias» a los indígenas. Por eso, implica que estas personas podrían ser esclavos para España y los reyes podrían tomar la tierra.. Y no conocían ninguna seta ni idolatría salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en el cielo, y creían muy firme que yo con estos navíos y gente venía del cielo, y en tal catamiento me recibían en todo cabo, después de haber perdido el miedo. Y esto no procede porque sean ignorantes, y salvo de muy sutil ingenio y hombres que navegan todas aquellas mares, que es maravilla la buena cuenta que ellos dan que de todo; salvo porque nunca vieron gente vestida ni semejantes navíos.
Y luego que llegué a Indias, en la primera isla que hallé tomé por fuerza algunos de ellos, para que deprendiesen y me diesen noticia de lo que había en aquellas partes, así fue que luego entendieron, y nos a ellos, cuando por lengua o señas; y estos han aprovechado mucho. Hoy en día los traigo que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha conversación que hayan habido conmigo; y éstos eran los primeros a pronunciarlo adonde yo llegaba, y los otros andaban corriendo de casa en casa y a las villas cercanas con voces altas: venid, venid a ver la gente del cielo; así, todos, hombres como mujeres, después de haber el corazón seguro de nos, venían que no quedaban grande ni pequeño, y todos traían algo de comer y de beber, que daban con un amor maravilloso.
Ellos tienen en todas las islas muy muchas canoas, a manera de fustas de remoRemo: Instrumento en forma de pala larga y estrecha, que sirve para mover las embarcaciones haciendo palanca en el agua (Diccionario de la lengua española)., de ellas mayores, de ellas menores; y algunas son mayores que una fusta de diez y ocho bancos. No son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no tendrá con ellas al remo, porque van que no es cosa de creer. Y con éstas navegan todas aquellas islas que son innumerables, y tratan sus mercaderías. Alguna de estas canoas he visto con 70 y 80 hombres en ella, y cada uno con su remo.
En todas estas islas no vi mucha diversidad de la hechura de la gente, ni en las costumbres ni en la lengua; salvo que todos se entienden, que es cosa muy singular para lo que espero que determinarán. Sus Altezas para la conversiónLa conversión al catolicismo fue un elemento importante de la misión conquistadora de los Reyes Católicos. de ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos.
Ya dije como yo había andado 107 leguas por la costa de la mar por la derecha línea de occidente a oriente por la isla de Juana, según el cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas; porque, allende de estas 107 leguas, me quedan de la parte de poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Avan, adonde nace la gente con cola; las cuales provincias no pueden tener en longura menos de 50 o 60 leguas, según pude entender de estos Indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas. Esta otra Española en cierco tiene más que la España toda, desde Colibre, por costa de mar, hasta Fuenterrabía en Vizcaya, pues en una cuadra anduve 188 grandes leguas por recta línea de occidente a oriente. Esta es para desear, y vista, para nunca dejar; en la cual, puesto que de todas tenga tomada posesión por Sus Altezas, y todas sean más abastadas de lo que yo sé y puedo decir, y todas las tengo por de Sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los reinos de Castilla, en esta Española, en el lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y de todo trato así de la tierra firme de aquí como de aquella de allá del Gran Can, adonde habrá gran trato y ganancia, he tomado posesión de una villa grande, a la cual puse nombre la villa de Navidad; y en ella he hecho fuerza y fortaleza, que ya a estas horas estará del todo acabada, y he dejado en ella gente que abasta para semejante hecho, con armas y artillerías y vituallas por más de un año, y fusta, y maestro de la mar en todas artes para hacer otras, y grande amistad con el rey de aquella tierra, en tanto grado, que se preciaba de me llamar y tener por hermano, y, aunque le mudase la voluntad a ofender esta gente, él ni los suyos no saben que sean armas, y andan desnudos, como ya he dicho, y son los más temerosos que hay en el mundo; así que solamente la gente que allá queda es para destruir toda aquella tierra; y es isla sin peligros de sus personas, sabiéndose regir.
En todas estas islas me parece que todos los hombres sean contentos con una mujer, y a su mayoral o rey dan hasta veinte. Las mujeres me parece que trabajan más que los hombres. Ni he podido entender si tienen bienes propios; que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas.
En estas islas hasta aquí no he hallado hombres monstruosos, como muchos pensaban, mas antes es toda gente de muy lindo acatamientoAcatar (verbo): Aceptar con sumisión una autoridad o unas normas legales, una orden (Diccionario de la lengua española). Acatamiento es el sustantivo de este verbo., ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos correndíos, y no se crían adonde hay ímpetu demasiado de los rayos solares; es verdad que el sol tiene allí gran fuerza, puesto que es distante de la línea equinoccial veinte y seis grados. En estas islas, adonde hay montañas grandes, allí tenía fuerza el frío este invierno; mas ellos lo sufren por la costumbre, y con la ayuda de las viandas que comen con especias muchas y muy calientes en demasía. Así que monstruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla Quaris, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana. Estos tienen muchas canoas, con las cuales corren todas las islas de India, y roban y toman cuanto pueden; ellos no son más deformes que los otros, salvo que tienen costumbre de traer los cabellos largos como mujeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de cañas, con un palillo al cabo, por defecto de hierro que no tienen. Son feroces entre estos otros pueblos que son en demasiado grado cobardes, mas yo no los tengo en nada más que a los otros. Estos son aquéllos que tratan con las mujeres de Matinino, que es la primera isla, partiendo de España para las Indias, que se halla en la cual no hay hombre ninguno. Ellas no usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas, como los sobredichos, de cañas, y se arman y cobijan con launes de arambre, de que tienen mucho.
Otra isla hay, me aseguran mayor que la Española, en que las personas no tienen ningún cabello. En ésta hay oro sin cuento, y de ésta y de las otras traigo conmigo Indios para testimonio.
En conclusión, a hablar de esto solamente que se ha hecho este viaje, que fue así de corrida, pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hubieren menester, con muy poquita ayuda que Sus Altezas me darán; ahora, especiería y algodón cuanto Sus Altezas mandarán, y almástiga cuanta mandarán cargar, y de la cual hasta hoy no se ha hallado salvo en Grecia en la isla de Xío, y el Señorío la vende como quiere, y lignáloeReferencia bíblica a un perfume derivado de un árbol oriental desconocido (Nave 799). cuanto mandarán cargar, y esclavos cuantos mandarán cargar, y serán de los idólatras; y creo haber hallado ruibarbo y canela, y otras mil cosas de sustancia hallaré, que habrán hallado la gente que yo allá dejo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar; solamente en la villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado y bien asentado. Y a la verdad, mucho más hiciera, si los navíos me sirvieran como razón demandaba.
Esto es harto y eterno Dios Nuestro Señor, el cual da a todos aquellos que andan su camino victoria de cosas que parecen imposibles; y ésta señaladamente fue la una; porque, aunque de estas tierras hayan hablado o escrito, todo va por conjetura sin allegar de vista, salvo comprendiendo a tanto, los oyentes los más escuchaban y juzgaban más por habla que por poca cosa de ello. Así que, pues Nuestro Redentor dio esta victoria a nuestros ilustrísimos rey e reinaColón utiliza la autoridad de Dios para justificar la Conquista del Nuevo Mundo a que ha navegado. Eso utiliza la técnica retórica de apelar a la autoridad. y a sus reinos famosos de tan alta cosa, adonde toda la cristiandad debe tomar alegría y hacer grandes fiestas, y dar gracias solemnes a la Santa Trinidad con muchas oraciones solemnes por el tanto ensalzamiento que habrán, en tornándose tantos pueblos a nuestra santa fe, y después por los bienes temporales; que no solamente la España, mas todos los cristianos tendrán aquí refrigerio y ganancia. Esto, según el hecho, así en breve.
Fecha en la carabela, sobre las islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493.
Hará lo que mandaréis
El Almirante.
Ánima que venía dentro en la carta
Después de ésta escrita, y estando en mar de Castilla, salió tanto viento conmigo sur y sureste, que me ha hecho descargar los navíos. Pero corrí aquí en este puerto de Lisboa hoy, que fue la mayor maravilla del mundo, adonde acordé escribir a Sus Altezas. En todas las Indias he siempre hallado los temporales como en mayo; adonde yo fui en 33 días, y volví en 28, salvo que estas tormentas me han detenido 13 días corriendo por este mar. Dicen acá todos los hombres de la mar que jamás hubo tan mal invierno ni tantas pérdidas de naves.
Hecha a 4 días de marzoColón llegó a Lisboa el 4 de marzo y se piensa que escribió allí el postscript, pero no envió la carta hasta llegar a Sevilla el día 15..
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Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano (Hernán Cortés, 1485–1547) fue un conquistador del Imperio Azteca, que proclamó a México como territorio de la corona de España.
Hernán Cortés nació en Medellín en el año de 1485. Sus padres fueron Doña Catalina Pizarro Altamirano y Don Martín Cortés de Monroy. A la edad de 14 años fue a estudiar a la Universidad de Salamanca donde solo estudió por dos años y luego regresó a su casa sin completar sus estudios («Cortés, Hernán»). En el año de 1504, el joven Cortés decidió ir a las Indias en el barco de Alonso de Quintero. Desembarcaron en el puerto de Santo Domingo donde trabajó bajo las órdenes del Gobernador Ovando como escribano («Cortés, Hernán»). Más tarde fue a Cuba como secretario del Gobernador Diego Velázquez («Hernando Cortés»). Luego, contrajo matrimonio con la cuñada de Diego Velázquez, Catalina Juárez.
En febrero de 1519 Hernán partió en una expedición a Yucatán, con varios hombres bajo su mando por órdenes de Diego Velázquez. Al llegar a la península atacó a los mayas quienes le habían dado como regalo a Marina (Malinche) que se convertiría en la intérprete y compañera de Cortés durante la conquista («Hernán Cortés»). Desobedeciendo las órdenes de Velázquez, destruyó sus propios barcos, y se dirigió con sus hombres a Veracruz. Después se hizo aliado de los indígenas que le ayudaron a atacar a otros grupos indígenas. Más tarde, se alió con los Tlaxcaltecas que le ayudaron a derrotar a los aztecas y tomar posesión de Tenochtitlán.
Nombrado gobernador de Oaxaca, y siguiendo sus ambiciones de conquistar nuevos territorios, organizó expediciones a Guatemala y Honduras. Más tarde regresaría a España después de perder su cargo por la indisciplina («Hernán Cortés»). Allí fue donde se dedicó a tratar de conseguir el reconocimiento de sus hazañas. Desafortunadamente, nunca lo logró como él había querido.
Murió en el pueblo de Castilleja de la Cuesta, Castilla el 2 de Diciembre del año 1547.
Muy alto y potentisimo Principe, Rey católico y invictisimo Emperador, mi Señor: con Alonso de Mendoza, natural de Medellin, que despaché desta Nueva-España á 5 de marzo del año pasado de 521, hize segunda relacion á V. M. Abbreviation commun para vuestra majestad. de todo lo sucedido en ella, la cual yo tenia acabada de hacer á los 30 de octubre del año de 520, y á causa de los vientos muy contrarios, y de perderse tres navios que yo tenia para enviar en el uno á V. M. la dicha relacion, y en los otros dos enviar por socorro á la isla Española, hubo mucha dilacion en la partida del dicho Mendoza, segun que tambien mas largo con él lo escribi á V. M.; y en lo último de la dicha relacion hice saber á V. M. cómo después que los indios de la ciudad de Tenuxtitan nos habian echado por fuerza della, yo habia venido sobre la provincia de Tepeacá, que era sujeta á ellos y estaba rebelada, y con los españoles que habian quedado y con los indios nuestros amigos le habia hecho la guerra y reducido al servicio de V. M.; y que cómo la traicion pasada y el gran daño y muertes de españoles estaban tan recientes en nuestros corazones, mi determinada voluntad era revolver sobre los de aquella gran ciudad, que de todo habia sido la causa; y que para ello comenzaba á hacer trece bergantines para por la laguna hacer con ellos todo el daño que pudiese, si los de la ciudad perseverasen en su mal propósito. Escribi á V. M. que entre tanto que los dichos bergantines se hacian, y yo y los indios nuestros amigos nos aparejábamos para volver sobre los enemigos, enviaba á la dicha Española por socorro de gente y caballos y artilleria y armas, y que sobre ello escribia á los oficiales de V. M. que alli residen, y les enviaba dineros para todo el gasto y expensas que para el dicho isla socorro fuese necesario; y certifiqué á V. M. que hasta conseguir victoria contra los enemigos no pensaba tener descanso ni cesar deponer para ello toda la solicitud posible, posponiendo cuanto peligro, trabajo y costa se me pudiese ofrecer, y que con esta determinacion estaba aderezandoAderezando: disponer o preparar. de me partir de la dicha provincia de Tepeacá.
Asimismo hice saber á V. M. cómo al puerto de la villa de la Veracruz habia llegado una caravela de Francisco de Garay, teniente de gobernador de la isla de Jamáica, con mucha necesidad; la cual traia hasta treinta hombres, y que habian dicho que otros dos navios eran partidos para el rio de Pánuco, donde habian desbaratado á un capitan del dicho Francisco de Garay, y que temiau que si allá aportasen, habian de recibir daño de los naturales del dicho rio. E asimismo escribi á V. M. que yo habia proveido luego de enviar una caravela en busca de los dichos navios, para les dar aviso de lo pasado, é después que aquello escribi, plugoPlugo: pluguiere; placer. á Dios que el uno de los navios llegó al dicho puerto de la Veracruz, en el cual venia un capitan con obra de ciento y veinte hombres, y allí se informó cómo los de Garay que antes habian venido habian sido desbaratados, y hablaron con el capitan que se halló en el desbarato, y se les certificó que si iba al dicho rio de Pánuco, no podía ser sin recibir mucho daño de los indios. Y estando asi en el puerto con determinacion de se ir al dicho rio, comenzó un tiempo y viento muy recio, y hizo la nao salir, quebradas las amarras, y fue á tomar puerto doce leguas la costa arriba de la dicha villa, á un puerto que se dice San Juan; é alli, después de haber desembarcado toda la gente y siete ó ocho caballos y otras tantas yeguas que traian, dieron con el navio á la costa, porque hacia mucha agua; y cómo esto se me hizo saber, yo escribi luego al capitan dél haciéndole saber cómo á mi me habia pesado mucho de lo que le habia sucedido, y que yo habia enviado á decir al teniente de la dicha villa de la Veracruz, que á él y á la gente que consigo traía hiciese muy buen acogimiento y les diese todo lo que habian menester, y que viesen qué era lo que determinaban, y que si todos ó algunos dellos se quisiesen volver en los navios que alli estaban, que les diese licencia y los despachase á su placer. Y el dicho capitan y los que con él vinieron determinaron de se quedar y venir adonde yo estaba; y del otro navio no hemos sabido hasta agora; y como há ya tanto tiempo, tenemos harta duda de su salvamento: plega á Dios lo haya llevado á buen puerto.
Estando para me partir de aquella provincia de Tepeacá, supe cómo dos provincias que se dicen Cecatami y Xalazingo, que son sujetas al señor de Tenuxtitan, estaban rebeladas, y que cómo de la villa de la Veracruz para acá es por alli el camino, habian muerto en ellas algunos españoles, y que los naturales estaban rebelados y de muy mal propósito. E por asegurar aquel camino, y hacer en ellos algun castigo, si no quisiesen venir de paz, despaché un capitan con veinte de caballo y docientos peones y con gente de nuestros amigos; al cual encargué mucho, y mandé de parte de V. M., que requiriese á los naturales de aquellas provincias que viniesen de paz á se dar por vasallos de V. M., cómo antes lo habian hecho, y que tuviese con ellos toda la templanza que fuese posible; y que si no quisiesen recibirle de paz, que les hiciese la guerra; y que hecha, y allanadasAllanar: Vencer, superar o hacer más fácil alguna dificultad. aquellas dos provincias, se volviese con toda la gente á la ciudad de Tascaltecal, adonde le estaria esperando. E asi se partió entrante el mes de diciembre de 520, y siguió su camino para las dichas provincias, que están de alli veinte leguas.
Acabado esto, muy poderoso Señor, mediado el mes de diciembre del dicho año, me parti de la villa de Segura la Frontera, que es en la provincia de Tepeacá, y dejé en ella un capitan con sesenta hombres, porque los naturales de alli me lo rogaron mucho, y envié toda la gente de pié á la ciudad de Tascaltecal, adonde se hacian los bergantines, que está de Tepeacá nueve ó diez leguas, y yo con veinte de caballo me fui aquel dia á dormir á la ciudad Cecatami y Xalazingo, hoy llamado Xilozingo de Cholula porque los naturales de alli deseaban mi venida, y porque á causa de la enfermedad de las viruelasEntre 5-8 millones aztecas fueron asesinados por la viruela traída por los europeos cuando Cortés encontró a México., que tambien comprehendió á los de estas tierras cómo á los de las Islas, eran muertos muchos señores de alli, y querian que por mi mano y con su parecer y el mio se pusiesen otros en su lugar. E llegados alli, fuimos dellos muy bien recibidos; y después de haber dado conclusion á su voluntad en este negocio que he dicho, y haberles dado á entender cómo mi camino era para ir á entrar de guerra por las provincias de Méjico y Tenuxtitan, les rogué que, pues eran vasallos de V. M., y ellos, cómo tales, habian de conservar su amistad con nosotros, y nosotros con ellos, hasta la muerte, que les rogaba que para el tiempo que yo hubiese de hacer la guerra me ayudasen con gente, y que á los españoles que yo enviase á su tierra, y fuesen y viniesen por ella, les hiciesen el tratamiento que como amigos eran obligados. E después de habérmelo prometido asi, y haber estado dos ó tres dias en su ciudad, me parti para la de Tascaltecal, que está á seis leguas; y llegado á ella, alli juntos todos los españoles y los de la ciudad, hubieron mucho placer con mi venida. E otro dia todos los señores desta ciudad y provincia me vinieron á hablar y me decir cómo Magiscacin, que era el principal señor de todos ellos, habia fallecido de aquella enfermedad de las viruelas; y bien sabian que por ser tan mi amigo me pesaria mucho; pero que alli quedaba un hijo suyo de hasta doce ó trece años, y que á aquel pertenecia el señorio del padre; que me rogaban que á él, como á heredero, se lo diese; y yo en nombre de V. M. lo hice asi, y todos ellos quedaron muy contentos.
Cuando á esta ciudad llegué, hallé que los maestros y carpinteros de los bergantinesBergantines: Buque de dos palos y velas cuadradas. se daban mucha priesa en hacer la ligazon. Y tablazon para ellos, y que tenian hecha razonable obra; y luego proveí de enviar á a villa de la Veracruz por todo el fierro y clavazon que hobiese, y velas y jarcia y otras cosas necesarias para ellos; y provei, porque no habia pez, la hiciesen ciertos españoles en una sierra cerca de alli; por manera que todo el recaudo que fuese necesario para los dichos bergantines estuviese aparejado, para que después que, placiendo á Dios, yo estuviese en las provincias de Méjico y TenuxtitanTenuxtitan: Nombre original de la Capital Tenochtital, que actualmente es la Ciudad de México. Otras variantes del nombre son Temixtitlan y Temixtitan que eran versiones mal pronunciadas., pudiese enviar por ellos desde allá, que serian diez ó doce leguas hasta la dicha ciudad de Tascaltecal; y en quince dias que en ella estuve no entendi en otra cosa, salvo en dar priesa á los maestros y en aderezar armas para dar orden en nuestro camino.
Dos dias antes de Navidad llegó el capitan con la gente de pié y de caballo que habian ido á las provincias de Cecatami y Xalazingo, y supe cómo algunos naturales dellas habian peleado con ellos; y que al cabo, dellos por voluntad, dellos por fuerza, habian venido de paz, y trujéronme algunos señores de aquellas provincias, á los cuales, no embargante que eran muy dignos de culpa por su alzamiento y muertes de cristianos, porque me prometieron que de ahi adelante serian buenos y leales vasallos de S. M.Abbreviation commun para su majestad., yo en su real nombre les perdoné y los envié á su tierra; y asi se concluyó aquella jornada, en que V. M. fué muy servido, asi por la pacificacion de los naturales de alli, como por la seguridad de los españoles que habian de ir y venir por las dichas provincias á la villa de la Veracruz. […]
E otro dia lúnes, al último de diciembre, seguimos nuestro camino por la órden acostumbrada, y á un cuarto de legua desta poblacion de Coatepeque, yendo todos en harta perplejidad, y razonando con nosotros si saldrian de guerra ó de paz los de aquella ciudad, teniendo por mas cierta la guerra, salieron al camino cuatro indios principales con una bandera de oro en una vara, que pesaba cuatro marcos de oro, é por ella daban á entender que venian de paz; la cual Dios sabe cuánto deseábamos y cuánto la habiamos menesterMenester: necesitar., por ser tan pocos y tan apartados de cualquier socorro, y metidos en las fuerzas de nuestros enemigos. E cómo vi aquellos cuatro indios, al uno de los cuales yo conocia, hice que la gente se detuviese, y llegué á ellos. E después de nos haber saludado, dijéronme que ellos venian de parte del señor de aquella ciudad y provincia, el cual se decia Guanacacin, y que de su parte me rogaban que en su tierra no hiciese ni consintiese hacer daño alguno; porque de los daños pasados que yo habia recibido, los culpantes eran los de Tenuxtitan, y no ellos, y que ellos querian ser vasallos de V. M. y nuestros amigos, porque siempre guardarian y conservarian nuestra amistad; y que nos fuésemos á la ciudad, y que en sus obras conoceriamos lo que teniamos en ellos. Yo les respondi con las lenguas que fuesen bien venidos; que yo holgaba con toda paz y amistad suya, y que ya que ellos se excusaban de la guerra que me habian dado en la ciudad de Tenuxtitan, que bien sabian que á cinco ó seis leguas de alli de la ciudad de Tesáico, en ciertas poblaciones á ella sujetas, me habian muerto la otra vez cinco de caballo y cuarenta y cinco peones, y mas de trecientos indios de Tascaltecal que venian cargados, y nos habian tomado mucha plata y oro y otras cosas; que por tanto, pues no se podian excusar desta culpa, que la pena fuese volvernos lo nuestro; é que desta manera, aunque todos eras dignos de muerte por haber muerto tantos cristianos, yo queria paz con ellos, pues me convidaban á ella; pero que de otra manera yo habia de proceder contra ellos por todo rigor. Ellos me respondieron que todo lo que alli se habia tomado lo habian llevado el señor y los principales de Tenuxtitan; pero que ellos buscarían todo lo que pudiesen, y me lo darian. E preguntáronme si aquel dia iría á la ciudad ó me aposentaria en una de dos poblaciones que son como arrabales de la dicha ciudad, las cuales se dicen Coatinchan y Guaxuta que están á una legua y media della, y siempre va todo poblado; lo cual ellos deseaban por lo que adelante sucedió. Yo les dije que no me habia de detener hasta llegar á la dicha ciudad de Tesáico; y ellos dijeron que fuese en buen hora, y que se querian ir adelante á aderezar la posada para los españoles y para mi; y asi, se fueron; y llegando á estas dos poblaciones, saliéronnos á recibir algunos principales dellas y á darnos de comer; y á hora de mediodia llegamos al cuerpo de la ciudad, donde nos habiamos de aposentarAposentar: Dar habitación y hospedaje., que era en una casa grande que habia sido de su padre de Guanacacin, señor de la dicha ciudad. Y antes que nos aposentásemos, estando toda la gente junta, mandé apregonar, so pena de muerte, que ninguna persona sin mi licencia saliese de la dicha casa y aposentos; la cual es tan grande, que aunque fuéramos doblados los españoles, nos pudiéramos aposentar Tomar casa, alojarse. bien á placer en ella. Y esto hice porque los naturales de la dicha ciudad se asegurasen y estuviesen en sus casas; porque me parecia que no viamos la décima parte de la gente que solia haber en la dicha ciudad, ni tampoco veiamos mujeres ni niños, que era señal de poco sosiego.
Este dia que entramos en esta ciudad, que fué vispera Vispera: Día que antecede inmediatamente a otro determinado, especialmente si es fiesta. de año nuevo, después de haber entendido en nos aposentar, todavia algo espantados de ver poca gente, y esa que viamos muy rebozados, teniamos pensamiento que de temor dejaban de aparecer y andar por su ciudad, y con esto estábamos algo descuidados. E ya que era tarde, ciertos españoles se subieron á algunas azoteasAzoteas: Terraza amplia en alto. altas, de donde podian sojuzgar Sojuzgar: Sujetar o dominar con violencia algo o a alguien. toda la ciudad, y vieron cómo todos los naturales della la desamparaban, y unos con sus haciendas se iban á meter en la laguna con sus canoas, que ellos llaman acales, y otros se subieron á las sierras. E aunque yo luego mandé proveer en estorbarles la ida, cómo era ya tarde, y sobrevino luego la noche, y ellos se dieron mucha priesa, no aprovechó cosa ninguna. E asi, el señor de la dicha ciudad, que yo deseaba como á la salvacion haberle á las manos, con muchos de los principales della, se fueron á la ciudad de Tenuxtitan, que está de alli por la laguna seis leguas, y llevaron consigo cuanto tenian. E á esta causa, por hacer á su salvo lo que querian, salieron á mi los mensajeros que arriba dije, para me detener algo y que no entrase haciendo daño; y por aquella noche nos dejaron, asi á nosotros, como á su ciudad.
Después de haber estado tres dias desta manera en esta ciudad, sin haber recuentro alguno con los indios, porque por entonces ni ellos osaban venirnos á acometer, ni nosotros curábamos de salir lejos á los buscar, porque mi final intention era, siempre que quisiesen venir de paz, recibirlos, y á todos tiempos requerir les con ella, viniéronme á fablarFablar: Hablar. el señor de Coatinchan y Guaxuta, y el de Autengo, que son tres poblaciones bien grandes, y están, como he dicho, incorporadas y juntas á esta ciudad, y dijéronme llorando que los perdonase porque se habian ausentado de su tierra; y que en lo demás, ellos no habian peleado conmigo, á lo menos por su voluntad; y que ellos prometian de hacer de ahi adelante todo lo que en nombre de V. M. les quisiese mandar. Yo les dije por las lenguas que ya ellos habian conocido el buen tratamiento que siempre les hacia, y que en dejar su tierra y en lo demás, que ellos tenian la culpa; y que pues me prometian ser nuestros amigos, que poblasen sus casas y trujesen sus mujeres é hijos, y que como ellos ficiesen las obras, asi los trataria; y asi se volvieron, á nuestro parecer no muy contentos. […]
Alcalá Manuel. Hernán Cortés: Cartas De relación. Editorial Porrúa, 1993.
Boruchoff, David A. «Cortés, Hernán». International Encyclopedia of the Social Sciences. encyclopedia.com. Accedido 1 nov. 2018.
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López de Gómara, Francisco. Cortés: The Life of the Conqueror by His Secretary. University of California Press, 1964.
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El «Romance del Enamorado y la Muerte» es clasificado como un romance. Los romances son unos poemas que eran interpretados y cantados en los siglos XIV y XV, y están recolectados en un libro que se conoce como el Romancero Viejo (González). Estas canciones fueron transmitidas oralmente y en folletos sueltos. Todos los romances fueron escritos por autores anónimos. Estos poemas ejemplifican la tradición de literatura oral en la España medieval (González). Unos romances tienen temas históricos sobre las luchas entre los moros y los cristianos en la Península Ibérica, mientras otros, como el «Romance del Enamorado y la Muerte», tratan de temas amorosos. La estructura de un romance está compuesta por versos octosílabos, con rima asonante entre los versos pares. Algunas de los romances fueron distribuidos en España en forma de folletos sueltos (Virgillo).
Hay dos teorías del origen de los romances. Una teoría más tradicional dice que estos nacieron de las canciones de festivales. Estas canciones tenían una métrica de 16 sílabas que se convirtieron en los versos octosílabos de los romances. La otra teoría es que un poeta particular usó este ritmo y ganó popularidad inmediatamente, siendo utilizado por muchos otros poetas posteriormente (González).
Esta obra, «Romance del Enamorado y la Muerte» fue publicada en el siglo XVI. Hay tres voces en este poema: El Enamorado, la Muerte, y la amante del Enamorado. El tono es serio y urgente. Un tema de este poema es que nadie puede escapar de la muerte. Dentro del poema puede observarse la tensión entre la cultura religiosa y la pagana, pues la muerte se presenta como un ser divino enviado por Dios, aunque estas ideas no se corresponden exactamente a las creencias católicas (Virgilio, et al.).
Durante los siglos en que se escribieron los romances hubo muchos cambios socio-políticos en la Península Ibérica. Los exploradores españoles encontraron oro y tierra para conquistar en América. En España, la tribunal de la Inquisición era una corte para juzgar crímenes contra la fe. El rey quería uniformidad de religión y actitud, y por esta razón muchos judíos se convirtieron al catolicismo (Romera-Navarro). En 1492, el gobierno ordenó que los judíos que no se habían convertido salieran de España, aproximadamente 200,000 en total (Ohanna).
Un sueño soñabaAliteración es la ocurrencia de la misma letra o sonido al principio de palabras conjuntadas. Esta ocurrencia enfatiza las palabras incluidas como sueño, soñaba y soñito. anoche
soñito del alma mía,
soñabaEl sueño puede ser real o una imagen del amor inalcanzable. con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.Esta metáfora compara la muerte con la nieve.
—¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?Es irónico que el enamorado piense que la Muerte es su amante y que la llame “mi vida.”
Las puertas están cerradas,Símbolo del fin de su amor y esperanza.
ventanas y celosías.Es un objeto que cubre las ventanas.
—No soy el amor, amante;
la MuertePersonificación donde la muerte es una persona real. Esto da acción y poder a la muerte. que Dios te envía.
—¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
—Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisaCon rapidez. se calzaba,Se ponía los zapatos.
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de sedaSímbolo de la vida y su fragilidad.
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.
González, Aurelio. «Fórmulas y estructuras descriptivas en El romancero viejo». Medievalia, no. 48, June 2016, pp. 71-82. revistas-filologicas.unam.mx/medievalia/index.php/mv/article/viewFile/320/343.
Ohanna, Natalio. «’Los cautivos de Argel’ de Lope de Vega y la expulsión de los moriscos». Hispanic Review, vol. 84, no. 4, Sept. 2016, pp. 361-379. Project MUSE, doi.org/10.1353/hir.2016.0038.
«Romance del enamorado y la muerte». Romancero, Editado por Gonzalo Menéndez Pidal. Dirigido por Ramón Menéndez Pidal, Biblioteca Literaria del Estudiante, Tomo XXVI, pp. 198-200. Biblioteca Tomás Navarro Tomás, biblioteca.cchs.csic.es/digitalizacion_tnt/pdfs/387190.pdf.
Romera-Navarro, Miguel. Historia De España. Heath, 1932.
Virgillo, Carmelo, et al. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica. McGraw-Hill, 2012.
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades se le atribuye ser la primera novela picaresca, un género de novelas que protagoniza el pícaro, una persona que vive de engañas y es generalmente de clase baja («Lazarillo de Tormes»). Se publicó durante el Siglo de Oro, una época de censura bajo la Inquisición española, y dentro de pocos años el libro fue prohibido por sus obsenidades y su pobre reflejo de la iglesia católica (Berasátegui).
Cuatro ediciones de la novela aparecieron simultáneamente en 1554, en cuatro ciudades europeas: Alcalá de Henares, Medina de Campo, Burgos y Amberes (Wells). Fue publicada anónimamente debido a su contenido anti-clerical, y el debate sobre su autoría ha inspirado muchas opiniones y teorías opuestas. Sin embargo, evidencia descubierta recientemente por la historiadora Mercedes Agulló apoya el argumento que la obra puede ser atribuido a Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575), un político y escritor famoso por su narrativa de guerra y su poesía (Berasátegui).
La novela se narra en primera persona por Lázaro, o «Lazarillo» como se refiere por su diminutivo, un hombre nacido en la pobreza en el rio Tormes en Salamanca. Del prólogo sabemos el narrador está dirigiendo una carta a un noble desconocido que ha pedido a Lazarillo que le cuente la historia de su vida.
El tratado primero cuenta sus origenes familiares y sus primeras experiencias como empleado. Lazarillo vive en una posada con su madre, y tanto su padre como su padrastro son arrestados por delitos separados y no pueden mantener a la familia. Lazarillo se encuentra con un ciego que le pide a Lazarillo que viaje con él como guía. Lazarillo acepta y dice adiós a su familia. Después de un tiempo sin suficiente para comer, Lazarillo deja al ciego.
Los otros tratados narran sus encuentros con un amplio elenco de personajes, entre ellos un clérigo, un escudero,escudero: hombre que por su sangre o parentesco pertenecía a un determinado estamento de la nobleza (Real Academia Española). un hidalgo, un fraile, un buldero,buldero o bulero: funcionario comisionado para distribuir las bulas de la santa cruzada y recaudar el producto de la limosna que daban los fieles (Real Academia Española). un capellán, y un alguacil. Como empleadores, maltratan a Lazarillo, y el joven enfrenta muchas dificultades en búsqueda de comida y una vida cómoda. Finalmente obtiene su deseo, pero a costa de su honor y reputación, los cuales fueron sumamente importantes para un hombre de aquella época.
La novela entera se divide en ocho partes: un prólogo y siete tratados. Aquí se reproduce el primer tratado, que narra su niñez y su servicio al ciego.
Pues sepa vuestra merced,Cuando se usa con Vuestra o su, merced es un tratamiento o título de cortesía que se usaba antiguamente (Real Academia Española) ante todas cosas, que a mí me llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fué dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fué desta manera. Mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceñaaceña: molino harinero de agua situado en el cauce de un río (Real Academia Española) que está ribera de aquel río, en la cual fué molineroPersona que tiene a su cargo un molino o que trabaja en él (Real Academia Española). Es una responsabilidad muy grande, porque tiene que cuidar las cosas que las personas llevan a moler y si va algo mal la carga queda en él. más de quince años. Y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nascido en el río.
Pues, siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo cual fué preso, y confesó y no negó y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la gloria, pues el EvangelioEvangelio: historia de la vida, doctrina y milagros de Jesucristo, contenido en los cuatro relatos que llevan el nombre de los cuatro evangelistas y que componen el primer libro canónico del Nuevo Testamento (Real Academia Española) los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fué mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemileroacemilero: hombre que cuida o conduce acémilas. Acémilas son mulas o machos de carga. (Real Acacemia Española) de un caballero que allá fué. Y con su señor, como leal criado, fenesció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fué frecuentando las caballerizas.
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conoscimiento. Este, algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta, en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuíle queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne, y en el invierno, leños, a que nos calentábamos.
De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar.
Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro trabajando con el mozuelomozuelo: chico, muchacho. Usualmente todavía están en su adolescencia (Real Academia Española). Ésta palabra se usa mayormente en España., como el niño veía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía dél, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo, decía: «¡Madre, coco!»
Respondió él riendo: «¡Hideputa!»
Yo, aunque bien muchacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: «¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mesmos!»
Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y hecha pesquisa,pesquisa: información o indagación que se hace de algo para averiguar la realidad de ello o sus circunstancias (Real Academia Española) hallóse que la mitad por medio de la cebada que para las bestias le daban hurtaba, y salvados, leña, almohazas, mandiles y las mantas y sábanas de los caballos hacía perdidas, y cuando otra cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi hermanico. No nos maravillemos de un clérigo ni fraile porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto.
Y probósele cuanto digo y aun más. Porque a mí, con amenazas, me preguntaban, y como niño, respondía y descubría cuanto sabía, con miedo: hasta ciertas herraduras que por mandado de mi madre a un herrero vendí.
Al triste de mi padrastro azotaron y pringaron, y a mi madre pusieron pena por justicia, sobre el acostumbrado centenario, que en casa del sobredicho comendador no entrase ni al lastimado Zaide en la suya acogiese.
Por no echar la soga tras el caldero,«Echar la soga tras el caldero» es una frase coloquial que significa dejar perder lo accesorio, perdido lo principal. (Real Academia Española) la triste se esforzó y cumplió la sentencia. Y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas se fué a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana. Y allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico, hasta que supo andar, y a mí hasta ser buen mozuelo, que iba a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me mandaban.
En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo servía para adiestralleadiestrar: guiar, encaminar, especialmente a un ciego (Real Academia Española), me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves,Gelves es un municipio en España en la provincia de Sevilla. Fue sitio de enfrentamientos militares durante la época. y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre y que le rogaba me tratase bien y mirarse por mí, pues era huérfano.
El respondió que así lo haría y que me rescebía, no por mozo,mozo: empleado de categoría inferior, que realiza servicios para los que no se precisa gran cualificación (Real Academia Española) sino por hijo. Y así, lo comencé a servir y adiestrar a mi nuevo y viejo amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento, determinó irse de allí, y cuando no hubimos de partir, yo fuí a ver a mi madre, y, ambos llorando me dió su bendición y dijo:
—Hijo: ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto: válete por ti.
Y así, me fuí para mi amo, que esperándome estaba.
Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal y, allí puesto, me dijo:
—Lázaro: llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada y díjome:
—Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parescióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño dormido, estaba. Dije entre mí:
«Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer.»
Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza.jerigonza: lenguaje especial de algunos gremios o personas de la misma profesión o estado social (Real Academia Española) Y como me viese de buen ingenio, holgábase mucho decía:
—Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avisos para vivir muchos te mostraré.
Y fué así: que, después de Dios, éste me dió la vida, y siendo ciego me alumbró y adiestró en la carrera de vivir.
Huelgo de contar a vuestra merced estas niñerías, para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos cuándo vicio.
Pues, tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, vuestra merced sepa que, desde que Dios crió el mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. En su oficio era águila. Ciento y tantas oraciones sabía de coro. Un tono bajo, reposado y muy sonable, que hacía resonar la iglesia donde rezaba; un rostro humilde y devoto, que con muy buen continente ponía cuando rezaba, sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos, como otros suelen hacer.
Allende de esto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero. Decía saber oraciones para muchos y diversos efectos: para mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las que eran malcasadas que sus maridos la quisiesen bien. Echaba pronósticos a las preñadas: si traía hijo o hija.
Pues en caso de medicina, decía que GalenoGaleno de Pérgamo, en lo que hoy día es Turquía, fue un médico y filósofo griego que ejerció una gran influencia en medicina durante el Imperio Bizantino. Su pensamiento llegó al Oriente Medio y a la Europa medieval donde pervivió hasta el siglo XVII. («Galeno») no supo la mitad que él para muela,muela: disco de piedra que se hace girar rápidamente alrededor de un eje y sobre la solera, para moler lo que entre ambas piedras se interpone (Real Academia Española) desmayos, males de madre. Finalmente, nadie le decía padecer alguna pasión que luego no le decía:
«Haced esto, haréis estotro, coced tal hierba, tomad tal raíz.»
Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que cuanto les decía creían. Destas sacaba él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año.
Mas también quiero que sepa vuestra merced que, con todo lo que adquiría y tenía, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi; tanto, que me mataba a mí de hambre, y así no me demediaba de lo necesario. Digo verdad: si con mi sutileza y buenas mañas no me supiera remediar, muchas veces me finara de hambre; mas con todo su saber y aviso le contraminaba de tal suerte, que siempre, o las más veces, me cabía lo más y mejor. Para esto le hacía burlas endiabladas, de las cuales contaré algunas, aunque no todas a mi salvo. El traía el pan y todas las otras cosas en un fardelfardel: saco o talega que llevan regularmente los pobres, pastores y caminantes para las cosas comestibles u otras de su uso. (Real Academia Española) de lienzo, que por la boca se cerraba con una argolla de hierro y su candado y su llave, y al meter de todas las cosas y sacarlas, era con tan gran vigilancia y tanto por contadero, que no bastara hombre en todo el mundo hacerle menos una migaja. Mas yo tomaba aquella laceria que él me daba, la cual en menos de dos bocados era despachada.
Después que cerraba el candado y se descuidaba, pensando que yo estaba entendiendo en otras cosas, por un poco de costura, que muchas veces del un lado del fardel descosía y tornaba a coser, sangraba el avariento fardel, sacando no por tasa pan, mas buenos pedazos, torreznos y longaniza. Y así, buscaba conveniente tiempo para rehacer, no la chaza, sino la endiablada falta que el mal ciego me faltaba.
Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, como él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio. Quejábaseme el mal ciego, porque al tiento luego conocía y sentía que no era blanca entera, y decía:
—¿Qué diablo es esto, que después que conmigo estás no me dan sino medias blancas, y de antes una blanca y un maravedímaravedí: moneda antigua española, efectiva unas veces y otras imaginaria, que tuvo diferentes valores y calificativos. (Real Academia Española). hartas veces me pagaban? En ti debe estar esta desdicha.
También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa, porque me tenía mandado que en yéndose el que la mandaba rezar, le tirase por cabo del capuz.capuz: vestidura larga y holgada, con capucha y una cola que arrastraba, que se ponía encima de la ropa, y servía en los lutos. (Real Academia Española) Yo así lo hacía. Luego él tornaba a dar voces, diciendo:
«¿Mandan rezar tal y tal oración?», como suelen decir.
Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino, cuando comiamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas duróme poco. Que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches. Mas, como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y tapábale con la mano, y así bebía seguro.
Yo, como estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé, en el suelo del jarro, hacerle una fuentecilla y agujero sotil, y delicadamente, con una muy delgada tortilla de cera, taparlo, y al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor de ella, luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota se perdía. Cuando el pobrete iba a beber, no hallaba nada.
Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
—No diréis, tío, que os lo bebo yo—decía—, pues no le quitáis de la mano.
Tantas vueltas y tientos dió al jarro, que halló la fuente, y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.
Y luego, otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía; estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que ahora tenía tiempo de tomar de mí venganza, y con toda su fuerza, alzando con dos mano aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que él hay, me había caído encima.
Fué tal el golpecillo, que me desatinó y sacó de sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos de él se me metieron por la cara, rompiéndomela por muchas partes, y me quebró los dientes, sin los cuales hasta hoy día me quedé. Desde aquella hora quise mal al mal ciego, y, aunque me quería y regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo. Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había hecho, y, sonriéndose, decía:
—¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud.
Y otros donaires, que a mi gusto no lo eran.
Ya que estuve medio bueno de mi negra trepa y cardenales, considerando que a pocos golpes tales el cruel ciego ahorraría de mí, quise yo ahorrar de él; mas no lo hice tan presto por hacerlo más a mi salvo y provecho. Aunque yo quisiera asentar mi corazón y perdonarle el jarrazo, no daba lugar el mal tratamiento que el mal ciego desde allí adelante me hacía, que sin causa ni razón me hería, dándome coscorrones y repelándome.
Y si alguno le decía por qué me trataba tan mal, luego contaba el cuento del jarro, diciendo:
—¿Pensaréis que este mi mozo es algún inocente? Pues oíd si el demonio ensayara otra tal hazaña.
Santiguándose los que lo oían, decían:
—¡Mira quién pensara de un muchacho tan pequeño tal ruindad!
Y reían mucho el artificio, y decíanle:
—Castigadlo, castigadlo, que de Dios lo habréis.
Y él, con aquello, nunca otra cosa hacía.
Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos y adrede, por le hacer mal daño: si había piedras, por ellas; si lodo, por lo más alto. Que aunque yo no iba por lo más enjuto, holgábame a mí de quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía. Con esto, siempre con el cabo alto del tiento me atentaba el colodrillocolodrillo: parte posterior de la cabeza o es la parte de atrás del cuello (Real Academia España). Esta parte es muy significante porque usualmente cuando agarras a alguien de aquí puedes controlar para donde hace la cabeza., el cual siempre traía lleno de tolondrones y pelado de sus manos. Y aunque yo juraba no lo hacer con malicia, sino por hallar mejor camino, no me aprovechaba ni me creía más: tal era el sentido y el grandísimo entendimiento del traidor.
Y por que vea vuestra merced a cuánto se extendía el ingenio de este astuto ciego, contaré un caso de muchos que con él me acaecieron, en el cual me parece dió bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, su motivo fué venir a tierra de Toledo. Porque decía ser la gente más rica, aunque no muy limosnera. Arrimábase a este refrán: «Más da el duro que el desnudo.» Y vinimos a este camino por los mejores lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia, deteníamonos; donde no, a tercero día hacíamos San Juan.
Acaeció que, llegando a un lugar que llaman Almorox al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dió un racimo dellas en limosna. Y como suelen ir los cestos mal tratados, y también porque la uva en aquel tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo en la mano. Para echarlo en el fardel tornábase mosto y lo que a él se llegaba.
Acordó de hacer un banquete, así por no lo poder llevar como por contentarme: que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámanos en un valladar y dijo:
—Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas y que hayas de él tanta parte como yo. Partirlo hemos de esta manera: tú picarás una vez y yo otra, con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y de esta suerte no habrá engaño.
Hecho así el concierto, comenzamos; mas luego, al segundo lance, el traidor mudó propósito, y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debería hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él; mas aun pasaba adelante: dos a dos y tres a tres y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano, y, meneando la cabeza, dijo:
—Lázaro: engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres.
—No comí—dije yo—; mas ¿por qué sospecháis eso?
Respondió el sagacísimo ciego:
– ¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.
Esta sección en cursiva es de la edición de Alcalá y no apareció en otras ediciones (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).A lo cual yo no respondí. Yendo que íbamos así por debajo de unos soportales, en Escalona, adonde a la sazón estábamos en casa de un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que de esparto se hacen, y parte de ellas dieron a mi amo en la cabeza. El cual, alzando la mano tocó en ellas, y viendo lo que era díjome:
—Anda presto, muchacho; salgamos de entre tan mal manjar, que ahoga sin comerlo.
Yo, que bien descuidado iba de aquello, miré lo que era, y como no vi sino sogas y cinchas, que no era cosa de comer, díjele:
—Tío: ¿por qué decís eso?
Respondióme:
—Calla, sobrino; según las mañas que llevas, lo sabrás y verás cómo digo verdad.
Y así pasamos adelante por el mismo portal, y llegamos a un mesón, a la puerta del cual había muchos cuernos en la pared, donde ataban los recueros sus bestias, y como iba tentando si era allí el mesón adonde él rezaba cada día por la mesonera la oración de la emparedada, asió de un cuerno, y con un gran suspiro dijo:
—¡Oh, mala cosa, peor que tienes la hechura! ¡De cuántos eres deseado poner tu nombre sobre cabeza ajena y de cuán pocos tenerte ni aun oír tu nombre por ninguna vía!
Como lo oí lo que decía, dije:
—Tío: ¿qué es esto que decís?
—Calla, sobrino, que algún día te dará este que en la mano tengo alguna mala comida y cena.
—No le comeré yo—dije—, y no me la dará.
—Yo te digo verdad; si no, verlo has, si vives.
Y así pasamos adelante, hasta la puerta del mesón, adonde pluguiere a Dios nunca allá llegáramos, según lo que me sucedió en él.
Era todo lo más que rezaba por mesoneras, y por bodegonerasbodegonera: persona que tiene bodegón o taberna, un establecimiento, comunmente subterráneo, donde se ofrecían comidas (Real Academia Española) y turroneras y rameras, y así por semejantes mujercillas, que por hombre casi nunca le vi decir oración.
Reíme entre mí, y, aunque muchacho, noté mucho la discreta consideración del ciego.
Mas, por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas, así graciosas como de notar, que con este mi primer amo me acaecieron, y quiero decir el despidiente y con él acabar. Estábamos en Escalona,Escalona es un municipio en la provincia de Toledo, que forma parte de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. villa del duque della, en un mesón, y dióme un pedazo de longaniza que le asase. Ya que la longaniza había pringado y comídose las pringadas, sacó un maravedí de la bolsa y mandó que fuese por él de vino a la taberna. Púsome el demonio el aparejo delante los ojos, el cual, como suelen decir, hace al ladrón, y fué que había cabe el fuego un nabo pequeño, larguillo y ruinoso, y tal que, por no ser para la olla, debió ser echado allí.
Y como al presente nadie estuviese sino él y yo solos, como me vi con apetito goloso, habiéndome puesto dentro el sabroso olor de la longaniza, del cual solamente sabía que había de gozar, no mirando qué me podría suceder, pospuesto todo el temor por cumplir con el deseo, en tanto que el ciego sacaba de la bolsa el dinero saqué la longaniza y muy presto metí el sobredicho nabo en el asador. El cual, mi amo, dándome el dinero para el vino, tomó y comenzó a dar vueltas al fuego, queriendo asar al que de ser cocido, por sus deméritos, había escapado.
Yo fuí por el vino, con el cual no tardé en despachar la longaniza, y cuando vine hallé al pecador del ciego que tenía entre dos rebanadas apretado el nabo, al cual aun no había conocido por no lo haber tentado con la mano. Como tomase las rebanadas y mordiese en ellas, pensando también llevar parte de la longaniza, hallóse en frío con el frío nabo. Alteróse y dijo:
—¿Qué es esto, Lazarillo?
—¡ Lacerado de mí!—dije yo—. ¿Si queréis a mí echar algo? ¿Yo no vengo de traer el vino? Alguno estaba ahí y por burlar haría esto.
—No, no—dijo él—, que yo no he dejado el asador de la mano; no es posible.
Yo torné a jurar y perjurar que estaba libre de aquel trueco y cambio; mas poco me aprovechó, pues a las astucias del maldito ciego nada se le escondía. Levantóse y asióme por la cabeza y llegóse a olerme. Y como debió sentir el huelgohuelgo: aliento, respiración, resuello (Real Academia Española). Es importante porque así se ve que tanto es la proximidad de Lázaro y el ciego en el principio. Esto también enseña que tan bueno puede oler el ciego sin que abra la boca Lázaro., a uso de buen podenco, por mejor satisfacerse de la verdad y con la gran agonía que llevaba, asiéndome con las manos abríame la boca más de su derecho y desatentadamente metía la nariz. La cual él tenía luenga y afilada, y a aquella sazón, con el enojo, se había aumentado un palmo. Con el pico de la cual me llegó a la gulilla.
Y con esto, y con el gran miedo que tenía, y con la brevedad del tiempo, la negra longaniza aun no había hecho asiento en el estómago; y lo más principal: con el destiento de la cumplidísima nariz medio casi ahogándome, todas estas cosas se juntaron y fueron causa que el hecho y golosina se manifestase y lo suyo fuese vuelto a su dueño. De manera que, antes que el mal ciego sacase de mi boca su trompa, tal alteración sintió mi estómago, que le dió con el hurto en ella, de suerte que su nariz y la negra mal mascada longaniza a un tiempo salieron de mi boca.
¡Oh gran Dios, quién estuviera a aquella hora sepultado, que muerto ya lo estaba! Fué tal el coraje del perverso ciego, que, si al ruido no acudieran, pienso no me dejara con la vida. Sacáronme de entre sus manos, dejándoselas llenas de aquellos pocos cabellos que tenía, arañada la cara y rascuñado el pescuezo y la garganta. Y esto bien lo merecía, pues por su maldad me venían tantas persecuciones.
Contaba el mal ciego a todos cuantos allí se allegaban mis desastres, y dábales cuenta una y otra vez, así de la del jarro como de la del racimo y ahora de lo presente. Era la risa de todo tan grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; mas con tanta gracia y donaire recontaba el ciego mis hazañas, que, aunque yo estaba tal maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia en no se las reír.
Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vino una cobardía y flojedad que hice porque me maldecía, y fué no dejarle sin narices, pues tan buen tiempo tuve para ello que la mitad del camino estaba andado. Que con sólo apretar los dientes se me quedaran en casa, y, con ser de aquel malvado, por ventura lo retuviera mejor mi estómago que retuvo la longaniza, y no pareciendo de ellas pudiera negar la demanda. Pluguiera a Dios que lo hubiera hecho, que eso fuera así que así.
Hiciéronnos amigos la mesonera y los que allí estaban, y con el vino que para beber le había traído laváronme la cara y la garganta. Sobre lo cual discantaba el mal ciego donaires, diciendo:
—Por verdad, más vino me gasta este mozo en lavatorios al cabo del año que yo bebo en dos. A lo menos, Lázaro, eres en más cargo al vino que a tu padre, porque él una vez te engendró, mas el vino mil te ha dado la vida.
Y luego contaba cuánta veces me había descalabrado y harpado la cara y con vino luego sanaba.
—Yo te digo—dijo—que si hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino que serás tú.
Y reían mucho los que me lavaban con esto, aunque yo renegaba. Mas el pronóstico del ciego no salió mentiroso, y después acá muchas veces me acuerdo de aquel hombre, que sin duda debía tener espíritu de profecía, y me pesa de los sinsabores que le hice, aunque bien se lo pagué, considerando lo que aquel día me dijo salirme tan verdadero como adelante vuestra merced oirá.
Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejarle, y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad, con este postrer juego que me hizo afirmélo más. Y fué así que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna y había llovido mucho la noche antes. Y porque el día también llovía y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos; mas como la noche se venía y el llover no cesaba, díjome el ciego:
—Lázaro: esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más recia. Acojámonos a la posada con tiempo.
Para ir allá habíamos de pasar un arroyo, que con la mucha agua iba grande.
Yo le dije:
—Tío: el arroyoarroyo: parte de la calle por donde suelen correr las aguas (Real Academia Española) va muy ancho; mas si queréis, yo veo por donde atravesemos más aína sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto.
Parecióle buen consejo y dijo:
—Discreto eres; por esto te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que ahora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados.
Yo que vi el aparejo a mi deseo, saquéle debajo de los portales y llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba, sobre el cual y sobre otros cargaban salidizos de aquellas casas, y dígole:
—Tío: este es el paso más angosto que en el arroyo hay.
Como llovía recio y el triste se mojaba, y con la prisa que llevábamos de salir del agua, que encima de nos caía, y, lo más principal, porque Dios le cegó aquella hora el entendimiento (fué por darme de él venganza), creyóse de mí y dijo:
—Ponme bien derecho y salta tú el arroyo.
Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro, y díjele:
—¡Sus! Saltad todo lo que podáis, porque deis de este cabo del agua.
Aun apenas lo había acabado de decir cuando se abalanza el pobre ciego como cabrón y de toda su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayó luego para atrás medio muerto y hendida la cabeza.
—¿Cómo olistes la longaniza y no el poste? ¡Oled!
¡Oled!—le dije yo.
Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrersocorrer: ayudar, favorecer en un peligro o necesidad (Real Academia Española)., y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote, y antes que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios de él hizo ni curé de lo saber.
Berasátegui, Blanca. «El Lazarillo No Es Anónimo». El Cultural, 5 mar. 2010. elcultural.com. Accedido 24 may 2019.
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Catalina de Erauso (ca. 1592–1650) nació en Donostia-San Sebastián, en la provicincia de Guipúzcoa, en el País Vasco. Sus padres, el capitán don Miguel de Erauso y la doña María Pérez de Galarraga y Arc, la enviaron a los cuatro años a vivir con sus tías y hermanas en el convento de San Sebastián el Antiguo. A los quince años, logró escapar, convertió su hábito de monja en pantalones de hombre, cortó el pelo y asumió varios nombres falsos para poder trabajar y viajar a América (Tellechea Idígoras).
En Lima, decidió ajuntarse con las entradas, que fueron grupos de soldados mercenarios, y viajar a Chile para luchar en las guerras contra la gente indígena allá (Myers 144). Sirvió 15 años en el ejército español en Chile y Perú. Catalina tuvo un temperamento muy colérico que la dio mucho valor durante las violentas batallas militares, de las cuales sufrió muchas heridas y ganó un ascenso al puesto alférez. No obstante, por su carácter belicoso también peleaba frecuentemente con sus compatriotas, y por estos crímenes fue castigada y encarcelada múltiples veces. La última vez que enfrentó la ley, acusada de un crímen y con miedo de ser encarcelada por muchos años, Catalina buscó un lugar donde se podίa esconderse y un obispo le dio seguridad en su iglesia. Se piensa que, por miedo de la muerte y la carcel, decidió confesar la historia de su sexo al obispo.
Después de confesar su secreto, Catalina tuvo que arreglar su posición ante la iglesia católica. Después de ser inspecionada por matronas que confirmaron que su virginidad fue intacta, Catalina ganó el apoyo del obispo (Myers 156). Catalina viajó a España para pedir recompensas del rey Felipe IV para su servicio militar. Luego fue a Italia, donde El Papa Urbano VIII le dio permiso para seguir vistiéndose como hombre. Entonces, Catalina no fue castigada, sino que fue perdonada e incluso celebrada. La revelación de su vida novelesca causó una sensación en España, y en 1629 fue interpretada en una comedia por el famoso dramaturgo Juan Pérez de Montalbán. El público la respetaba y la veía como un héroe. En 1630 regresó a America, donde trabajaba en México como mulero y usaba el nombre Antonio de Erauso durante el resto de su vida (Stepto xlii).
Como los otros conquistadores de su época, la voz de Carolina demuestra egotismo, y el estilo de su texto refleja las convenciones estilísticas del momento histórico (García-Sánchez). Durante el Siglo de Oro, géneros literarios narrados en primera persona como novelas picarescas, crónicas, y narrativas de soldados formaron precursores importantes de la autobiografía (Pérez Villanueva 6-7). El texto de Catalina de Erauso manifiesta muchos rasgos importantes de estas formas de escritura. Como personaje, exhibe el pesimismo, vanidad, patriotismo y individualismo típico del Siglo de Oro (Pérez Villanueva 10). Sus alianzas también reflejan la importancia del concepto de paisanajePaisanaje es lealtad a la región donde uno nació, en este caso el País Vasco. en la sociedad colonial, dado que el apoyo de otros vizcaínosDurante la época de Catalina de Erauso, las personas del País Vasco se llamaban «vizcaínos» (Mendieta 18). fue tan importante en su vida (Mendieta 18).
Es posible que Catalina dictara su biografía a un amanuense, pero la autobiografía de Catalina de Erauso nunca se publicó durante su vida, y el manuscrito original no ha sido encontrado (Stepto xlvii). Durante muchos años, la historia de sobrevivió como leyenda popular, y por eso cuando el intelectual vasco Joaquín María de Ferrer la publicó por primera vez en París en 1829 bajo el título Historia de la Monja Alférez Doña Catalina de Erauso, escrita por ella misma, añadió los documentos de la investigación que hizo para probar la existencia de esta figura histórica. Hay otras versiones de la autobiografía que han sido publicadas bajo el título Vida y sucesos de la Monja Alférez. El capítulo VI, que reproducimos aquí, detalla su estancia en Chile.
Llegamos al puerto de la Concepción en veinte días que se tardó en el camino. Es ciudad razonable, con título de noble y leal, y tiene obispo. Fuimos bien recibidos por la falta de gente que había en Chile.Catalina llegó a Chile cerca del año 1605, durante un tiempo muy violento en la Guerra de Arauco, un conflicto prolongado entre los españoles y la gente indígena de la región. La gente indígena entonces se llamaba los araucanos pero hoy día se llaman los mapuche. El conflicto armado duró más de un siglo (Biblioteca Nacional de Chile). Llegó luego orden del gobernador, Alonso de Ribera, para desembarcarnos, y trájola su secretario, el capitán Miguel de Erauso. Luego que oí su nombre me alegré y vi que era mi hermano, porque aunque no le conocía ni había visto porque partió de San Sebastián para estas partes siendo yo de dos años, tenía noticias de él, si no de su residencia. Tomó la lista de la gente, fue pasando y preguntando a cada uno su nombre y patria, y llegando a mí y oyendo mi nombre y patria, soltó la pluma y me abrazó y fue haciendo preguntas por su padre, y su madre, y hermanos, y por su querida Catalina, la monja. Yo fui a todo respondiendo como podía, sin descubrirme ni caer él en ello. Fue prosiguiendo la lista, y en acabando me llevó a comer a su casa y me senté a comer. Díjome que aquel presidio que yo llevaba de PaicabíPaicaví fue el sitio del Parlamento del Paicaví en 1612, un primer intento de negociar la paz entre los mapuche y los españoles tras décadas de guerra muy violenta y destructiva. El gobernador Alonso de Ribera, que Catalina menciona, participó en el Parlamento junto con el Padre Luis de Valdivia, que era entonces el principal mediador entre los mapuche y los españoles (Hidalgo 181). era de mala pasadía de soldados; que él hablaría al gobernador para que me mudase de plaza. En comiendo subió a ver al gobernador, llevándome consigo. Dióle cuenta de la gente que venía y pidió de merced que mudase a su compañía a un mancebitoMancebo: una persona joven, especialmente un hombre, que ha dejado de ser un niño pero todavía no es adulto («Mancebo»). que venía allí de su tierra, que no había visto otro de allá desde que salió. Mandóme entrar el gobernador, y en viéndome, no sé por qué, dijo que no me podía mudar. Mi hermano lo sintió y salióse; pero de allí a un rato llamó a mi hermano el gobernador, y díjole que fuese como pedía.
Así, yéndose las compañías, quedé yo con mi hermano por su soldado, comiendo a su mesa casi tres años sin haber dado en ello. Fui con él algunas veces a casa de una dama que allí tenía, y de ahí, algunas otras veces, me fui sin él, y alcanzó a saberlo concibió mal y díjome que allí no entrase. Acechóme y me cogió otra vez, y esperándome, al salir me embistió a cintarazos y me hirió en una mano. Fue forzoso defenderme, y al ruido acudió el capitán Francisco de Aillón, y metió paz; pero yo me hube de entrar en San Francisco por temor al gobernador, que era fuerte y lo estuvo en esto, aunque mi hermano intercedió, hasta que vino a desterrarme a Paicabí, y sin remedio hube de irme, y estuve allí tres años.Salir y moverse de un lugar a otro es común a lo largo de la vida de Catalina. No hay un lugar donde permanezca un tiempo alargado. Frecuentamente sale de un lugar porque es desterrada o huye de la ley. En su autobiografía se describe acción mucho más que emoción.
Hube de salir a Paicabí y pasar allí algunos trabajos por tres años, habiendo antes vivido alegremente. Estábamos siempre con las armas en la mano, por la gran invasión de los indios que allí hay,Durante la guerra de Arauco, los españoles tuvieron que abandonar muchos edificios y ciudades que habían establecido porque no pudieron defenderlos contra los mapuches. Por eso Catalina refiere a «la gran invasión» de los mapuche en territorio antes conquistado por los españoles, un proceso llamado «malón», pero los españoles también hicieron «malocas», que fueron «entradas violentas de los espanoles a territorios mapuches para robar ganado, quemar siembra y tomar cautivas a mujeres jovenes» (Hidalgo 180). hasta que vino finalmente el gobernador Alonso de Sarabia con todas las compañías de Chile. Juntámonos otros cuantos con él y alojámonos en los llanos de Valdivia, en campaña rasa, cinco mil hombres, con harta incomodidad. Tomaron y asaltaron los indios la dicha Valdivia. Salimos a ellos, y batallamos tres o cuatro veces, maltratándolos siempre y destrozándolos; pero llegándoles la vez última socorro, nos fue mal y nos mataron mucha gente, y capitanes, y a mi alférez, y se llevaron la bandera. Viéndola llevar, partimos tras ella yo y dos soldados de a caballo, por medio de gran multitud, atropellando y matando y recibiendo daño. En breve cayó muerto uno de los tres. Proseguimos los dos y llegamos hasta la bandera; pero cayó de un bote de lanza mi compañero. Yo, con un mal golpe en una pierna, maté al caciqueCacique es un nombre para un jefe de tribus indígenas en Latinoamérica. que la llevaba, se la quité y apreté con mi caballo, atropellando, matando e hiriendo a infinidad; pero malherido y pasado de tres flechas y de una lanza en el hombro izquierdo, que sentía mucho; en fin, llegué a mucha gente y caí luego del caballo. Acudiéronme algunos, y entre ellos mi hermano, a quien no había visto y me fue de consuelo. Curáronme y quedamos allí alojados nueve meses. Al cabo de ellos, mi hermano me sacó del gobernador la bandera que yo gané, y quedé alférez de la compañía de Alonso Moreno, la cual poco después se dio al capitán Gonzalo Rodríguez, el primer capitán que yo conocí y holgué mucho.
Fui alférez cinco años. Halleme en la batalla de Purén,La batalla de Purén en 1609 fue una de las batallas más sangrientas de la guerra Arauco (Stepto xxxvii). donde murió el dicho mi capitán y quedé yo con la compañía cosa de seis meses, teniendo en ellos varios encuentros con el enemigo, con varias heridas de flechas, en uno de los cuales me topé con un capitán de indios, ya cristiano, llamado don Francisco Quispiguacha, hombre rico, que nos traía bien inquietos con varias alarmas que nos tocó, y batallando con él, lo derribé del caballo y se me rindió. Yo lo hice al punto colgar de un árbol, cosa que después sintió el gobernador, que deseaba tenerlo vivo, y diz que por eso no me dio la compañía,El estilo de «guerra ofensiva» en que los soldados intentaban destruir, matar, y esclavizar a los mapuche (en vez de controlar las tierras y convertir a los mapuche al catolicismo) fue muy polémico incluso entre los españoles de la época. Por eso, el padre Luis de Valdivia propuso una estrategía de «guerra defensiva» para detener las incursiones y acabar con la esclavitud indígena, que el entonces gobernador apoyaba, pero resultó difícil ponerla en práctica (Hidalgo 180). y se la dio al capitán Casadevante, reformándome y prometiéndome para la primera ocasión. Se retiró de allí la gente, cada compañía a su presidio, y yo pasé al Nacimiento, bueno sólo en el nombre y en lo demás una muerte, con las armas en la mano a todas horas. Allí estuve pocos días, porque vino luego el maestre de campo Álvaro Núñez de Pineda con orden del gobernador, y sacó de allí y de otras guarniciones hasta ochocientos hombres de a caballo para el valle de Purén, entre los cuales fui yo, con otros oficiales y capitanes. Adonde fuimos, en seis meses hicimos muchos daños de talas y quemas de sembrados.Aquí se ve un ejemplo de malocas, las tácticas de la guerra ofensiva. Después, el gobernador Alonso de Ribera me dio licencia para volver a la Concepción, y volví con mi plaza a la compañía de Francisco Navarrete, y allí estuve.
Jugaba conmigo la Fortuna, tornando las dichas en azares. Estábame quietoCatalina refiere a si misma frecuentemente con adjectivos masculinos. en la Concepción, y hallándome un día en el campo de guardia, entreme con otro amigo alférez en una casa de juego allí junto. Pusímonos a jugar, fue corriendo el juego, y en una diferencia que se ofreció, presentes muchos alrededor, me dijo que mentía como cornudo. Yo saqué la espada y entrésela por el pecho. Cargaron tantos sobre mí, y tantos que entraron al ruido, que no pude moverme; teníame en particular asido un ayudante. Entró el auditor general, Francisco de Párraga, y asiome también fuertemente y zamarreábame haciéndome no sé qué preguntas. Yo decía que delante del gobernador declararía. Entró en esto mi hermano, y díjome en vascuenceVascuence es el idoma vasco, también conodido como éuskara. que procurase salvar la vida. El auditor me cogió por el cuello de la ropilla; yo, con la daga en la mano, le dije que me soltase; zamarreomeZamarrear: tratar mal a alguien trayéndolo con violencia o golpes de una parte a otra («Zamarrear»). y le tiré un golpe, atravesándole los carrillos; teníame aún, y le tiré otro y me soltó. Saqué la espada; cargaron muchos sobre mí, y me retiré hacia la puerta, allanando algún embarazo que había, y salí, entrándome en San Francisco, que estaba cerca, y donde supe que quedaban muertos el alférez y el auditor. Acudió luego el gobernador, Alonso García Remón, y cercó la iglesia con soldados, y así la tuvo seis meses. Echó bando prometiendo premio a quien me diese preso y que en ningún puerto se me diese embarcación, y avisó a los presidios y plazas e hizo otras diligencias, hasta que con el tiempo, que lo cura todo, fue templándose este rigor, y fueron arrimándose intercesiones, y se quitaron las guardas, y fue cesando el sobresalto, y yo, quedándome más desahogado y hallando amigos que me visitaron, y se fue cayendo en la urgente provocación del principio y en el aprieto encadenado del lance.
A este tiempo, y entre otros, vino un día don Juan de Silva, mi amigo, alférez vivo, y me dijo que había tenido unas palabras con don Francisco de Rojas, del hábito de Santiago, y lo había desafiado para aquella noche, a las once, llevando cada uno a un amigo, y que él no tenía otro para eso sino a mí. Yo quedé un poco suspenso, recelando si habría allí forjada alguna treta para prenderme. Él, que lo advirtió, me dijo: «Si no os parece, no sea; yo me iré solo, que a otro no he de fiar mi lado.» Yo me dije en qué reparaba, y acepté.
En dando la oración, salí del convento y me fui a su casa. Cenamos y parlamos hasta las diez, y en oyéndolas tomamos las espadas y capas, y salimos al puesto señalado. Era la obscuridad tan suma que no nos veíamos las manos; y advirtiéndolo yo, hice con mi amigo, para no desconocernos en lo que se pudiera ofrecer, que nos pusiéramos cada uno en el brazo atado su lenzuelo.
Llegaron los dos, y dijo el uno, conocido en la voz por don Francisco de Rojas: «¿Don Juan de Silva?» Don Juan respondió: «¡Aquí estoy!» Metieron ambos mano a las espadas y se embistieron, mientras estábamos parados el otro y yo. Fueron bregando, y a poco rato sentí que se sintió mi amigo la punta que le había entrado. Púseme luego a su lado, y el otro al lado de don Francisco. Tiramos dos a dos, y a breve rato cayeron don Francisco y don Juan; yo y mi contrario proseguimos batallando, y entrele yo una punta, según después pareció, por bajo de la tetilla izquierda, pasándole, según sentí, coleto de dos antes, y cayó. «¡Ah, traidor -dijo-, que me has muerto!» Yo quise reconocer el habla de quien yo no conocía; preguntele quién era, y dijo: «El capitán Miguel de Erauso». Yo quedé atónito.Aquí podemos ver como Catalina escribió esta oración muy corta en comparación con lo demás para destacar la importancia de este momento. Pedía a voces confesión, y pedíanla los otros. Fui corriendo a San Francisco, y envié dos religiosos, que los confesaron. Dos expiraron luego; a mi hermano lo llevaron a casa del gobernador, de quien era secretario de guerra. Acudieron con médico y cirujano a la curación, e hicieron cuanto alcanzaron; luego hízole lo judicial, preguntándole el nombre del homicida; y como él clamaba por un poco de vino y el doctor Robledo se lo negaba, diciendo que no convenía, él porfió, el doctor negó y él dijo: «Más cruel anda usted conmigo que el alférez Díaz»; y de ahí a un rato expiró.
Acudió en esto el gobernador a cercar el convento, y arrojose dentro con su guardia; resistieron los frailes, con su provincial, fray Francisco de Otaloza, que hoy vive en Lima, y altercose mucho sobre esto, hasta decirle resueltos unos frailes que mirase bien, que si entraba no había de volver a salir, con lo cual se reportó y retiró, dejando los guardas. Muerto el capitán Miguel de Erauso, lo enterraron en el dicho convento de San Francisco, viéndolo yo desde el coro, ¡sabe Dios con qué dolor! Estuve allí ocho meses, siguiéndose entretanto la causa en rebeldía y no dándome lugar el negocio para presentarme. Hallé ocasión con el amparo de don Juan Ponce de León, que me dio caballo y armas y avivó para salir de la Concepción, y partí a Valdivia y a Tucumán.Tucumán es una provincia en lo que hoy día es el noroeste de Argentina.
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Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz o simplemente Sor Juana, nació en una aldea en México denominada San Miguel Nepantla, que hoy día se nombra Nepantla de Sor Juana (Abreu Gómez 321). No se sabe la fecha exacta de su nacimiento, pero varios documentos históricos citan 1648 o 1651. Sor Juana fue la hija de Pedro Manuel de Asbaje, un capitán de España, e Isabel Ramírez, una mujer de la Ciudad de México. Vivió con su tía materna en la ciudad de México durante la mayoría de su adolescencia (American Academy of Poets). Dado que los hombres de la época negaron la educación formal a las mujeres, ella no tuvo acceso a las universidades. No obstante, aprendió muchos idiomas como el náhuatl y el latín. Comenzó a escribir poesía a una edad temprana. Para evitar el matrimonio y poder seguir estudiando, se unió a un convento y se hizo monja (Merrim).
Sor Juana fue una escritora totalmente singular. Por eso, sus apodos incluyen «la décima musa» y «el Fénix de México». En el convento de Santa Paula, Sor Juana tuvo la biblioteca más grande del entonces Virreinato de Nueva España, una colección de cuatro mil volumenes (Grossman 190). Durante el siglo XVII, a través de la censura de la Inquisición, la iglesia católica puso limitaciones estrictas en la publicación de obras escritas; además, la participación de mujeres en los estudios religiosos fue extremadamente restringida. Por ejemplo, no pudieron estudiar latín a pesar de que la traducción de la biblia al español fue prohibida (Marín 208). Entonces, la escritura altamente intelectual y filosófica de Sor Juana fue muy distinta a la de otras mujeres religiosas de la época, quienes escribieron mayormente testimonios de sus experiencias personales y corporales (Marín 209). Durante su vida, Sor Juana escribió una gran variedad de poesía, teatro, ensayos, y canciones religiosas, pero la poesía lírica domina su obra de modo especial (Abreu Gomez 323). La poesía de Sor Juana tiene efectos pronunciados de ritmo y sonido; es «suave en su musicalidad» y «uniforme en su acentuación» (Blanco Aguinaga 160).
Sor Juana escribió en el México colonial durante la época conocida como el Siglo de Oro en España, un período de alta producción literaria y cultural. Durante el Siglo de Oro el estilo barroco predominaba. El barroco vino después del Renacimiento en el siglo XVII y era un estilo artístico que estaba presente en la literatura, la música y las artes plásticas. La obra de Sor Juana forma parte de este movimiento, y tiene claras influencias de los poetas barrocos más conocidos de España. Sor Juana hereda el conceptismoConceptismo es un estilo literario que predominaba en el siglo XVII entre ensayistas españoles que empleaban metáforas elaboradas para crear un juego de ideas («Conceptismo»). de Quevedo y el culteranismoCulteranismo es un estilo literario del siglo XVII en España que intentaba elevar el lenguaje poético con estructuras gramaticales del latín y alusiones complejas al mundo clásico («Culteranismo»). de Góngora (Grossman 190). Sus poemas reflejan cualidades comunes de la literatura barroca, como la ironía, las palabras sofisticadas de doble significado y las ideas sutiles. El poema que veremos a continuación presenta dos temas característicos del período barroco: la transitoriedad del tiempo y la vanidad humana.
Hoy día Sor Juana se considera una de las primeras escritoras feministas, sobre todo por su ensayo «Respuesta a Sor Filotea», que defiende la importancia del desarrollo intelectual de mujeres, y su poema «Hombres necios», que critica a los hombres de la época por la doble moral que gobernaba relaciones amorosas. El poema «A Su Retrato» es unos de los sonetos más famosos de Sor Juana y es conocido por varios nombres. A veces se refiere al primer verso «Este que ves, engaño colorido» o a la numeración puesta en una colección muy conocida de su obra, Soneto 145. Además hay un título más largo, «Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión», que fue posiblemente puesto por editores y aparece frecuentemente en publicaciones de la obra (Avilés 414). El soneto, aunque breve, es denso, y abarca temas universales a través de la contemplación del arte.
Este que ves,Este tú desconocido ofrece múltiples posibilidades de interpretación. Puede ser Sor Juana hablando a sí misma, o dirigiendo sus palabras directamente al lector. engaño colorido,
que del Arte ostentandoostentar: mostrar algo de una manera pretensiosa. los primores,
con falsos silogismosSilogismo es un tipo de razonamiento; significa un «argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos» (Real Academia Española). de colores
es cauteloso engaño del sentido:
éste, en quien la lisonjaLisonja: alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien (Real Academia Española). ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y, venciendo del tiempo los rigores,
triunfar de la vejez y del olvido:El soneto tiene catorce versos, y hay un cambio de énfasis entre los primeros ocho versos y los seis finales. En los primeros, las observaciones critican directamente el arte del retrato por su dependencia en lo físico y lo terrenal, mientras en los finales, las metáforas enfatizan la inevitabilidad de la muerte.
La repetición de algunas palabras o frases al comienzo del verso es un ejemplo de anáfora, que aquí ofrece un sentido de ritmo marcado en las últimas líneas. Luis F. Avilés ha notado la importancia de la repetición del sonido es en el poema (414).es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el Hado;El Hado significa el destino, o una «divinidad o fuerza desconocida que se creía que gobernaba el destino de los hombres» (Word Reference).
es una necia diligencia errada;
es un afánAfán: deseo intenso o aspiración de algo (Real Academia Española). caduco,Caduco: perecedero, que dura poco (Word Reference). y bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.Nótese que el verso final comienza con algo muy real, concreto y tangible, pero gradualmente se convierten en menos tangibles y más abstractas, terminando con, literalmente, la nada. El verso es casi idéntico al verso final de un soneto de Luis de Góngora, «Mientras por competir con tu cabello».
Abreu Gómez, Ermilo. «Sor Juana Inés De La Cruz: En El Tercer Centenario De Su Nacimiento: Vida y Obra». Hispania, vol. 34, no. 4, 1951, pp. 321–326. JSTOR, DOI: 10.2307/334113.
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María de las Mercedes Beltrán Santa Cruz y Cárdenas Montalvo y O’FarrillPor todo este trabajo, le referimos a ella como la Condesa de Merlín y como Santa Cruz., conocida como la Condesa de Merlín, nació en 1789 en la Habana, Cuba, y murió en 1852 en París, Francia («María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo»). Su familia fue una de las familias fundadoras de la aristocracia azucarera. Era la hija de Don Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas quién fue el conde de Jaruco (Rodenas 20). Su madre, Teresa Montalvo y O’Farrill, era la dama de honor de la reina de España («María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo»). Por lo tanto, la Condesa de Merlín nació en una familia acomodada y vivió una vida muy privilegiada. Sus padres la dejaron poco después de su nacimiento, y su abuela la cuidó durante su adolescencia, de una manera muy libre (Jacome). El abandono parental fue uno de los más influyentes sucesos en su vida, y podemos ver los rastros de este trauma en su escritura (Rodenas 21).
Ella se reunió con sus padres mucho más tarde en Francia, donde se casó con un general francés, Antonio Cristóbal Merlín, después de la muerte de su padre. En el curso del matrimonio, Santa Cruz se convirtió en una de las más influyentes damas del establecimiento cultural parisino (Rodenas 22-23). Gracias a su clase social, ella recibió una buena educación que también incluyó los estudios de la música y el canto («María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo»). Ella tenía una voz hermosa, y era una escritora experta de la lengua francesa aunque también escribió muchas obras en español (Domínguez). Santa Cruz fue principalmente una escritora de viaje, pero también publicó varias novelas (Rodenas 25).
Curiosamente, aunque la mayoría de sus obras fue escrita en francés, la Condesa de Merlín fue reconocida como la madre de la literatura cubana (Jacome). Después de que su esposo murió, ella viajó a Cuba, su tierra natal. Fue allí que escribió Viaje a la Habana, una serie de cartas—36 en total—sobre sus observaciones y experiencias en Cuba, describiendo en detalle las tradiciones, la geografía y los hábitos del Nuevo Mundo (Jacome par. 6). Las cartas fueron escritas originalmente en francés y luego traducidas a otras lenguas («Maria de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo»). En el mismo año de la publicación original, 1844, publicó una versión reducida de las primeras 10 cartas en español en Madrid. La primera carta es una reflexión sobre el regreso a Cuba y la emoción involucrada.
En el Siglo XVI, España importó esclavos de África a Cuba, y como era común en Latinoamérica las relaciones entre la élite gobernante y los esclavos se hacían más tensas con el tiempo. Cuando Santa Cruz viajó a Cuba, el país estaba en un estado de inestabilidad. Hubo muchas rebeliones de esclavos contra los criollos. De hecho, los esclavos excedieron el número de los criollos en el año 1841 (Murray 136). Los levantamientos fueron el resultado de la sostenida injusticia racial, y lectores pueden encontrar los rastros de estas tensiones en la obra literaria de la Condesa de Merlín (Martin 40). Algunos críticos señalan su promoción de la esclavitud y su apoyo del estatus colonial de Cuba en sus discusiones de su obra literaria, mientras que otros afirman que ella fue incomprendida y marginada del canon literario latinoamericano del Siglo XIX («Santa Cruz y Montalvo (Condesa de Merlín), María de las Mercedes (1789-1852)» 366). La primera carta de la obra contiene una falta de referencias a los conflictos de la época; más bien, se enfoca en el evento emocional de regresar a la patria.
¡Estoy encantada! Desde esta mañana respiro el aire tibio y amoroso de los Trópicos, este aire de vida y de entusiasmo, lleno de inexplicables deleites! El sol, las estrellas, la bóveda etérea, todo me parece más grande, más diáfano“Diáfano”: claro, despejado (Diccionario de la lengua española)., mas espléndido! Las nubes no se mantienen en las alturas del cielo, sino se pasean en el aire, cerca de nuestras cabezas, con todos los colores del iris; y la atmósfera está tan clara, tan brillante, que parece sembrada de un polvo menudísimo de oro! Mi vista no alcanza a abarcarlo, a gozarlo todo; mi seno no es bastante para contener mi corazón! Lloro como un niño, y estoy loca de alegría! Qué dulce es, hija mía, poder asociar a los recuerdos de una infancia dichosa, a la imagen de todo lo que hemos amado en aquellos tiempos de confianza y de abandonoEsta frase se refiere al abandono de los padres de Santa Cruz. Una interpretación de la llegada de Santa Cruz a Cuba es que ella está escribiendo sobre su reencuentro entre ella misma (la hija) y su madre (Cuba). Con certeza, la pérdida de un país—ambos Cuba y España para la Condesa—es relacionada a la imagen de la madre (Mâendez Rodenas 33). También se asocia con el trauma: su salida de Cuba “cleaves her life in two and marks a watershed in the text” (“hiende su vida en dos partes y marca un momento decisivo en el texto”) (Molloy 89)., a esta multitud de emociones deliciosas, el espectáculo de una naturaleza rica y deslumbradora! Qué tesoro de poesía y de tiernos sentimientos no deben despertar en el corazón del hombre estas divinas armonías…!La carta es parte del subgénero literario epistolar, lo cual es una composición poética en forma de carta, en que el autor se dirige o finge dirigirse a una persona real o imaginaria, y cuyo fin suele ser moralizante, instructivo o satírico (Diccionario de la lengua española). En esta carta vemos descripciones compuestas del viaje de los sentimientos, el paisaje y recuerdos de la Condesa de Merlín, entre otras cosas.
Durante la noche hemos doblado los bancos de Bahama, y desde esta mañana navegamos blandamente en el golfo de México. Todo ha tomado un aspecto nuevo. El mar no es ya un elemento terrible que en sus soberbios furores trueca su manto azul por túnicas de duelo, y su zumbido melancólico por rugidos feroces; no es ya ese pérfido elemento que crece en un instante, y que como un gigante formidable aprieta, despedaza y sepulta en sus entrañas al débil mortal, que se confía a su dominio. Hermoso, sereno, resplandeciente, como una lluvia de diamantes, y, agitándose con suaves ondulaciones, nos mece con gracia, y nos acaricia con placer. No, no es el mar, es otro cielo que se complace en reflejar las bellezas del cielo. Cien grupos de delfines de mil colores se apiñan alrededor de nosotros y nos escoltan, mientras que otros peces de alas de plata y cuerpo de nácar vienen a caer por millares sobre el puente del barco… diríase que conocen los deberes de la hospitalidad, y que vienen a festejar nuestra venidaEsta última frase demuestra el uso de la personificación en la obra de Santa Cruz. Les da “vida” a los delfines, afirmando que están familiarizados con los deberes de la hospitalidad..
Hace algunas horas que permanezco inmóvil respirando a más no poder el aire embalsamado que llega de aquella tierra bendecida de Dios… Salud, isla la encantadora y virginal! Salud, hermosa patria mía! En los latidos de mi corazón, en el temblor de mis entrañas, conozco que ni la distancia, ni los años han podido entibiar mi primer amor. Te amo, y no podría decirte por qué; te amo sin preguntar la causa, como la madre ama a su hijo, y el hijo ama a su madre; te amo sin darme, y sin querer darme cuenta de ello, por el temor de disminuir mi dicha… Cuando respiro este soplo perfumado que tú envías, y lo siento resbalar dulcemente por mi cabeza, me estremezco hasta la médula de los huesos, y creo sentir la tierna impresión del beso maternal.
¡Con qué religioso reconocimiento contemplo esa vegetación vigorosa que extiende por todas partes su magnificencia, los contornos ondulosos de esas costas y los movimientos del terreno, cuyas redondeadas líneas parecen haber servido de modelo a los más bellos paisajes imaginados por los poetas! Más allá, sobre colinas ligeramente inclinadas, distingo inmensos bosques virginales que ostentan a los rayos del sol sus eternas bellezas, esas bellezas siempre verdes y siempre floridas que reinan sobre la tierra y quebrantan los huracanes; y cuando veo esas palmeras seculares que encorvan sus orgullosos penachos hasta los bordes mismos del marEn este pasaje, Santa Cruz le da a las palmeras una calidad humana de valor, otra vez usando la personificación., creo ver las sombras de aquellos grandes guerreros, de aquellos hombres de voluntad y energía, compañeros de Colón y de VelázquezLa Condesa imagina y venera a Cristóbal Colón y Diego Velázquez de Cuéllar, unos de los conquistadores de las Américas. Colón llegó las Bahamas en 1492, y Velázquez inició la colonización española de Cuba en el año 1510 ("Cuba, la isla consentida por el Caribe” par. 10). La actitud positiva de Merlín hacia ellos refleja su postura que apoya la colonización (“Santa Cruz y Montalvo (Condesa de Merlín), María de las Mercedes (1789-1852)” 366)., creo verlos orgullosos de su más bello descubrimiento, inclinarse de gratitud ante el Océano, y darle gracias por tan magnífico presente.
He pasado una parte de la noche sobre el puente, en mi hamaca, bañada por los rayos de la luna, y resguardada por la bóveda estrellada del firmamento. Las velas estaban desplegadas: una brisa ligera y caliente rozaba apenas la superficie del mar, del mar resplandeciente, temblante, sembrado de estrellas. El buque se deslizaba suavemente, y el agua, dividida por la quilla, murmuraba y se deshacía en blanquísima espuma, dejando tras de nosotros largos rastros de luz. Todo era resplandor y riqueza en la naturaleza; y cuando yo, hombre débil y mortal, con los ojos fijos en la bóveda del cielo, distinguía las oscilaciones de las velas y de las cuerdas que se balanceaban amorosamente en los aires, cuando veía las estrellas arrojando raudales de luz, agitarse e inclinarse muellemente ante mí, me sentía arrebatada de un éxtasis embriagador y divino. Las lágrimas humedecían mis párpados; mi alma se elevaba a Dios, y todo cuanto hay de bueno y de bello en la naturaleza moral del hombre aparecía a mis ojos como un objeto infinito de mi ambición. Me parecía que sin esta belleza interior no era yo digna de contemplar tanta magnificencia. Un ardiente deseo de perfección se apoderaba de mí, se mezclaba al sentimiento de mi miseria, e inclinando mi frente en el polvo, ofrecía a Dios mi buena voluntad como el modesto holocausto de una criatura débil y limitadaLa Condesa menciona una acción que aparece unas veces en la Biblia. Ella dice que pone su frente al polvo y ofrece su voluntad como holocausto. Esta situación es similar a un verso bíblico en el libro de Ezequiel 27 en cual los marineros de Tyre, quienes estuvieron en un viaje por el mar, tienen el polvo y la ceniza en la cabeza para lamentar (La Palabra). El holocausto de la que Santa Cruz habla es la fe, y el holocausto fue un sacrificio que le afectó completamente. Parece que ella hace un sacrificio en su mente para que el barco llegue al puerto con cuidado..
He oído yo hablar de una sustancia maravillosa que los químicos llaman, según creo, peróxido de ázoe“Ázoe”: nitrógeno. La palabra viene a español de la francés azoe y originalmente de griego: el prefijo a- significa ‘sin’ y zoie significa ‘vida’ (Diccionario de la lengua española). Peróxido de nitrógeno (NO2) es un nombre obsoleto para dióxido de nitrógeno (“Nitrogen peroxide”). Es un gas venenoso que irrita el sistema respiratorio (World Health Organization 48). : he oído hablar de la vida ficticia que produce, y que puede reasumir en un momento de alucinación todas las alegrías de la existencia humana. Pues bien, yo creo que esta sustancia no ha producido jamás un encanto semejante al de esta hermosa noche pasada a la faz del cielo en el mar de los Trópicos.
Algunas horas más, y estamos en Cuba. Entre tanto permanezco siempre aquí, inmóvil, respirando el aire natal, y en un estado casi comparable al del amor dichoso.
Ya conoces mi repugnancia hacia los barcos de vapor, repugnancia que se aumenta con la idea de la poesía de las velas. La experiencia ha confirmado mi aversión a los unos y mi preferencia hacia los otros. Es incontestable que el movimiento de un barco de vela es más suave y más regular que el de un barco de vapor. Este último, además del balance y del cabeceo, es combatido sin cesar por el estremecimiento que causa el movimiento de las ruedas, sin contar la violenta y dura sacudida que prueba cuando hiende con esfuerzo las olas agitadas. No hablo del desaseo, de la incomodidad, y de otras desventajas inseparables del empleo del vapor. Los sentimientos de las mujeres no son justiciables de los economistas; por muy admirable que se muestre la inteligencia del hombre poniendo a contribución los elementos para aprovecharse del resultado de su lucha, a mí me parece más grande el hombre solo batallando con los elementos. Amo yo más este combate, este peligro, esta incertidumbre del porvenir, con sus agitaciones, sus sorpresas y su alegría: una travesía a la vela es un poema lleno de bellezas y de peripecias imprevistas en que el hombre aparece en toda la grandeza de su ciencia y de su voluntad, ennobleciendo el peligro por la audacia calculada con que lo arrostra. A los caprichos o al furor del mal opone él su fuerza y su prudencia, su vigilancia continua y su paciencia maravillosa, y siempre en lucha con los innumerables accidentes de los elementos, sabe igualmente sacar partido de ellos y dominarlos.
El hombre ha encontrado el medio de aprisionar el fuego y de calcular sus efectos. Pero los vientos son inciertos y su fuerza desconocida, su cólera imprevista, y esta misma incertidumbre es la que constituye toda la poesía de los barcos de vela. Es la vida humana con sus incertidumbres, sus temores, sus esperanzas, sus falsas alegrías; y cuando llega la dicha, cuando el buen viento sopla por la popa, ¡oh! entonces cómo se le recibe, cómo se le saluda, cómo se le festeja, cómo se embriaga la tripulación entera con su soplo de vida y de esperanza!
Te encantarías si vieses desde la orilla la gracia y la elegancia de nuestro barco, engalanado con todos los atavíos, desplegadas las velas, perfectamente atado el cordaje; se desliza precipitado y gozoso sobre un mar azul, como una joven que va a un baile.
Un vapor anda más; se sabe de antemano el día de su llegada, hasta se tiene el derecho, como en los acarreos de tierra, de imponerle una multa si no llega a la hora fijada. También sé que hay quien le encuentre muchas bellezas, que los aficionados se extasían con la perspectiva que ofrece la columna de humo disipándose en el aire. En cuanto a mí, el humo no me agrada más que en las fábricas porque no voy a ellas, y como jamás llevo tanta prisa en mis viajes que tenga que preferir un carruaje de vapor a un buen coche que anda menos y como yo quiero; como, en una palabra, prefiero mi salón a mi cocina, dejaré el barco de vapor a los mercaderes y a las mercancías, y viajaré siempre a la vela.
Estoy sentada en mi taburete. El sol vibra sus rayos sobre mi cabeza, y te escribo sobre mis rodillas… Soy dichosa, y quiero hacerte participar de mi dicha.
Vamos avanzando con la costa querida siempre delante de nuestros ojos. Una multitud de barcos de pescadores se deslizan por todos lados; se alejan y se vuelven a la playa. La brisa de mar que se ha levantado hace dos horas llena las velas de los barcos que se encaminan hacia la entrada del puerto. Los unos nos adelantan y los perdemos de vista, los otros nos siguen o nos disputan el paso, y animados todos en su movimiento, y alumbrados magníficamente por un hermoso cielo, se dibujan en el aire, y se reflejan en la superficie de este mar tan sereno y tan azul, mientras las olas, divididas en todas direcciones por una multitud de quillas, se elevan orgullosamente para caer luego con una especie de voluptuosidad en penachos de espuma, arrastrando en pos de sí millares de peces de mil colores cambiantes que se deslizan, saltan y juegan en el agua.
Ya distinguimos el Pan de MatanzasMatanzas es ambas una provincia y la ciudad capital de Cuba. Pan de Matanzas es una montaña en la región de Matanzas, cerca de la ciudad (Bretos 18). Matanzas, también conocido como la ciudad de puentes debido a su multitud de ríos, fue establecido por 30 familias inmigrantes al final del siglo XVII, y por el siglo XIX se convirtió al centro del auge de azúcar y un centro cultural, con muchas importantes figuras literarias, incluso José Jacinto Milanés y Domingo del Monte (“Matanzas (Municipality)” 36)., la más elevada de nuestras montañas. En la cumbre está la ciudad de este nombre, habitada por dos mil almas, y rodeada de ingenios de azúcar. A alguna distancia, y más cercana a la costa, descubro la aldea de Puerto EscondidoPuerto Escondido es una ciudad en la orilla norte de Cuba, aproximadamente 50 millas este de Havana («Puerto Escondido, Cuba»).. Al ver las cabañas de formas cónicas, cubiertas hasta el suelo de hojas de palmera; al ver los zarzales entretegidos de plátanos, que con sus largas hojas protegen las casas contra los ardores del sol; al ver las piraguas amarradas a la orilla, y al contemplar la quietud silenciosa del mediodía, parece que estas playas son todavía habitadas por los indios.
Hénos aquí enfrente de la ciudad de Santa Cruz, que recibió su nombre de mis antepasados, y que se adelanta graciosamente hacia la orilla. Su puerto sirve de abrigo a los pescadores y de mercado a los frutos de las poblaciones vecinas. Todas estas pequeñas ciudades situadas a la orilla del mar no tienen privilegio de exportación sino para la Habana, depósito general de la isla, que las derrama en seguida por todas las regiones del globo.
—¿Qué ciudad es aquella tan bonita, tan pintoresca, con un puerto tan resguardado de los huracanes?—Es la ciudad de Jaruco, a la cual va unido el título primitivo de mi familia. Mi hermano es justicia mayor de la ciudad, y lo que es más, es su bienhechor. Vamos avanzando rápidamente, y ya se queda detrás de nosotros el castillo de la Fuerza, con sus dos bastiones desmantelados y sus dos soldados de guarnición. En tiempo de Felipe II se trató por primera vez de levantar fortificaciones en sus nuevos estados de Ultramar; pero el Consejo Real decidió que no había necesidad: tan grande era entonces en los españoles el convencimiento de su propia fuerza. Sin embargo, los piratas de todas las naciones no tardaron en desolar las costas de la Española y de Cuba. En 1538 esta última isla fué saqueada, incendiada, y destruida por una tropa de filibusteros, y sus habitantes tuvieron que refugiarse en los bosques con sus familias.
El Adelantado, D. Fernando de Soto, cuya autoridad soberana era la isla, mandó que se volviese a levantar la ciudad, e hizo construir el castillo de la Fuerza, que no se acabó hasta 1544. Hasta esta época no se permitió a los buques y a las escuadras de los españoles entrar en el puerto.
En este mismo año una porción de buques de guerra, mandados por Roberto Bate, atacaron otra vez la ciudad, que fué valerosamente defendida por el comandante del puerto y por los habitantes. El Consejo Real mandó que no se perdonase gasto para fortificarla. Entonces fué cuando se levantó el castillo de El Morro con sus formidables bastiones y el puerto de la Habana, que era ya el más hermoso y el más seguro de América, se hizo también el más fuerte de toda ella. La antigua fortaleza de la Fuerza fué casi abandonada; sin embargo, teniendo en consideración su antiguo servicio y su situación al Norte, se le conservó en la honrosa calidad de obra avanzada, se le dejaron sus dos soldados de guarnición y su antiguo nombre de Fuerza, añadiéndole solamente el adjetivo Vieja.
Ya volveremos a tratar de todo esto, querida hija mía. Estoy ya enfrente del puerto, y mi emoción es tan grande que apenas puedo contenerla. Aquí está El Morrillo, cuyos contornos se dibujan en la masa rojiza de la luz con su campana y su ligera cúpula chinesca. Al rededor de ella flotan a merced del viento y en diferentes direcciones mil banderolas de variados colores que anuncian la nación y el calibre de los barcos que están en el puerto.
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Gabriel de la Concepción Valdés, mejor conocido como Plácido, nació en 1809 en La Habana, Cuba (Fernández 15). Plácido era uno de los poetas cubanos más famosos de su tiempo (Yáñez 93). Desafortunadamente, Valdés nació como un hijo ilegítimo y mulato,Un término racial empleado en el caribe hispánico para identificar a una persona de ascendencia africana y europea. y fue abandonado en un orfanato denominado Casa de Beneficencia y Maternidad (Sharpe 545). Aunque era un hombre libre, no un esclavo, sufrió discriminación por su identidad racial, así que luchó contra las divisiones raciales en la Cuba colonial (Fernández 16). Su vida era difícil porque era pobre (Yáñez 93). Por eso, Plácido, un mulato libre, supuestamente participó en una rebelión de esclavos que se llamaba la Conspiración de la EscaleraLa Escalera recibe su nombre porque los supuestos conspiradores fueron atados a escaleras para ser torturados hasta confesar su participación en el crimen del cual fueron acusados. (Finch). Los esclavos luchaban porque a ellos y a sus aliados no les gustaba la condición social de ser inferiores a los blancos (Finch). Plácido murió en 1844 por un pelotón de fusilamiento debido a su implicación en la Escalera (Fernández 16).
La esclavitud en Cuba en este siglo se basaba en esclavos africanos traídos a la isla para trabajar en la industria del azúcar (Bosma y Curry-Machado 241). Cuba era importante para España porque era un puerto del comercio de tabaco y tenía un lugar estratégico para las armadas españolas (Bosma y Curry-Machado 241). La caña de azúcar apoyaba las economías locales de las ciudades cubanas de La Habana, Bayamo y Santiago (Bosma y Curry-Machado 241).
Gabriel de la Concepción Valdés escribió el poema “La flor de la caña” alrededor de 1840. Plácido publicó su primer libro en el año de 1838, el cual se llama Poesías de Plácido, y el segundo libro, Poesías escogidas de Plácido, en 1842 (Sharpe 545). Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) ha estado entre los poetas de mayor aceptación popular entre los escritores cubanos del siglo XIX. La literatura de la primera mitad del siglo XIX, cuando Plácido escribía, estaba marcada por el romanticismo, un estilo literario y artístico en el que se enfatizan, de manera exagerada, las experiencias emocionales y la esperanza por el porvenir (Yáñez 10-11). Mientras que Plácido sí se incluye entre los poetas románticos cubanos, donde corresponde de acuerdo al período, una gran parte de la obra de Plácido carece de los excesos románticos. Plácido escribió muchos poemas de carácter popular y para las fiestas familiares. También, fueron muchas las improvisaciones que redactó. A pesar de que su poesía popular improvisada ha sido caracterizada por algunos críticos como vulgares, en ella, en realidad, se expone la vida cotidiana de aquellos años en Cuba de un modo perspicaz y único (“Gabriel”).
Este texto es reproducido de: Plácido. Poesias de Placido. (Gabriel de La Concepcion Valdés.). Nueva York: R. Lockwood & son, 1855, págs 40-44. Hathi Trust, catalog.hathitrust.org/Record/011634908.Yo ví una vegueraUna persona que trabaja en la producción del tabaco.
TrigueñaHace referencia al color de trigo, el cual es entre moreno y rubio porque la mujer es mulata. tostada,
Que el sol envidioso
De sus lindas gracias,
O quizá bajando
De su esfera sacra
Prendado de ella,
Le quemó la cara.
Y es tierna y modesta,
Como cuando saca
Sus primeros tilos
La flor de la caña.Esta metáfora explica la conexión entre la flor de la caña y la mujer deseada y se usa a lo largo de todo el poema. La metáfora presenta a la mujer como una flor blanca, aunque ella tiene piel trigueña, es decir, no exactamente blanca. El poema está complicando la noción de que el valor de una persona, incluyendo su belleza física, se puede clasificar en base al color de piel.
La ocasión primera
Que la vide, estaba
De blanco vestida,
Con cintas rosadas.
Llevaba una gorra
De brillante paja,
Que tejió ella misma
Con sus manos castas,
Y una hermosa pluma
Tendida canaria,
Que el viento mecía
Como flor de la caña.
Su acento divino,
Sus labios de grana,
Su cuerpo gracioso,
Ligera su planta:
Y las rubias hebras
Que a la merced vagan
Del céfiro,Viento suave brillan
De perlas ornadas
Como con las gotas
Que destila el alba
Candorosa ríe
La flor de la caña.
El domingo antes
De Semana Santa,Esta semana tiene mucha importancia para los católicos, por lo que hay muchas personas en misa este día. Esto implica que ellos necesitan ser muy cautelosos al intercambiar la carta.
Al salir la misa
Le entregue una carta,
Y en ella unos versos
Donde le juraba,
Mientras existiera
Sin doblez amarla.
Temblando tomóla
De pudor velada,
Como con la niebla
La flor de la caña.
Halléla en el baile
La noche de páscua,Una fiesta religiosa en la que los católicos celebran la crucifixión de Jesús y su resurrección al tercer día de su muerte.
Púsose encendida,
Descogió su manta,
Y sacó del seno
Confusa y turbada,
Una petaquilla
De colores varias.
Diómela al descuido,
Y al examinarla,
He visto que es hecha
con flores de caña.
En ella hay un rizo
Que no lo trocara
Por todos los tronos
Que en el mundo haya;
Un tabaco puro
De Manicaragua,
Con una sortija
Que ajusta la capa,
Y en lugar de tripa,
Le encontré una carta,
Para mí más bella
Que la flor de la caña.
No hay ficción en ella,
Sino estas palabras:
«Yo te quiero tanto
Como tú me amas».
En una reliquia
De raseteseda blanca,
Al cuello conmigo
La traigo colgada;
Y su tacto quema
Como el sol que abrasaQuemar o sentir mucho calor
En julio y agosto
La flor de la caña.
Ya no me es posible
Dormir sin besarla,Se trata de una hipérbole (exageración), recurso literario típico del romanticismo, que desarrolla el tema amoroso del poema.
Y mientras que viva
No pienso dejarla.
Veguera preciosa
De la tez tostada,
Ten piedad del triste
Que tanto te ama;
Mira que no puedo
Vivir de esperanzas,
Sufriendo vaivenes
Como flor de caña.
Juro que en mi pecho,
Con toda eficacia,
Guardaré el secreto
De nuestras dos almas;
No diré a ninguno
Que es tu nombre Idalia,Nombre griego cuyo significado es «He visto el Sol»
Y si me preguntan
Los que saber ansían
Quién es mi veguera,
Diré que te llamas
Por dulce y honesta
La flor de la caña.
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Llamada «Tula» por sus amigos y familia, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga nació en Puerto Príncipe, Cuba, el 23 de marzo de 1814 (Harter 17, 19). Aunque pasó toda la niñez en Cuba, heredó el deseo de su padre de regresar a España. Inconvenientemente falleció su padre antes de ir; ella solo tenía nueve años (Harter 20). Salió de Cuba en abril de 1836, aproximadamente 13 años después, en la fragata Belochan. La fragata fue atrapada en un huracán cerca de la costa de Bermuda. Este acontecimiento asustó a los otros pasajeros, pero a Gómez de Avellaneda le provocó emoción y pasión. El viaje inspiró el poema «Al partir» (Harter 23).
En España, al principio vivió con su padrastro en Galicia, pero chocó con él cuando rompió su segundo compromiso, y se trasladó a Sevilla en 1838 y luego a Madrid en 1840 (Harter 24-25, 30). Aunque se hizo famosa en Madrid, nunca olvidó su patria, escribiendo una elegía para el poeta cubano y su tutor José María Heredia (Harter 21, 75). Tenía muchos amantes y partidarios en España, pero también experimentaba mucha tragedia: de 1845 a 1846, su hija menor y primer esposo murieron; su segundo esposo, Domingo Verdugo, fue apuñalado en 1885 por razones políticas y casi murió (Harter 34-36, 41-42). Finalmente, Gómez de Avellaneda y Verdugo volvieron a Cuba en 1859, y ella escribió el poema «La vuelta a la patria» (Harter 44).
Aunque «Al partir» es una obra temprana de 1836, Gómez de Avellaneda ya muestra la influencia del romanticismo y feminismo. Cuando era joven, leía muchos escritores románticos, incluso Sir Walter Scott, Víctor Hugo, George Sand y Lord Byron (Harter 22). El romanticismo, según Samuel Taylor Coleridge, usa «el poder de humanizar la naturaleza, de infundir los pensamientos y pasiones del hombre en cada cosa que es el objeto de su contemplación» (ap. Fernández García xii). Se puede ver en el poema con las descripciones de la naturaleza y el ambiente que reflejan las emociones de la autora. Pero el romanticismo también tenía expectativas de las mujeres que Gómez de Avellaneda contradice en sus obras (Santos 100). Sus ideas originales han contribuido a su éxito. Ella fue aclamada como la poeta más conocida de toda la literatura española (Harter prefacio). Específicamente la novela Sab y la obra de teatro Dos mujeres presentan una perspectiva definitivamente feminista, como los personajes principales son mujeres que viven en un mundo muy pequeño y cerrado. Son limitadas por las expectativas de sus familias, especialmente con respecto al matrimonio (Gold 93-94). Podemos encontrar el rastro de estas posiciones en «Al partir» cuando la poeta describe en el verso cuatro la manera en que esconde sus emociones.
oo Este texto es reproducido de: Gómez de Avellaneda, Gertrudis. «Al partir». Poesías de la señorita da. Gertrudis Gómez de Avellaneda, Establecimiento Tipográfico, 1841. HathiTrust, catalog.hathitrust.org/Record/009734715.¡Perla del mar«Perla del mar» es otro nombre que se usa para describir a Cuba (Halstead).! ¡Estrella de Occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco veloAparte de cubrir el cielo también describe cómo ella tiene que cubrir sus sentimientos.,
como cubre el dolor mi triste frente.Este poema es un soneto, un poema tradicional de amor. En vez de dedicar este poema a un hombre o mujer, la autora describe su amor por Cuba. Un soneto está definido por sus “catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos” (Diccionario de la lengua española).
\oo ¡Voy a partir!… La chusma“Chusma” se refiere a los trabajadores del barco. “Chusma”: conjunto o multitud de gente grosera o vulgar (Diccionario de la lengua española). diligente,
para arrancarme del nativoRefiere a la conexión que tiene Gertrudis Gómez de Avellaneda a Cuba. Cuba es una parte contundente de su identidad. suelo
las velas izaIzar: hacer subir algo tirando de la cuerda de que está colgado (Diccionario de la lengua española)., y pronta a su desveloDesvelo: esfuerzo.
la brisa acude de tu zona ardienteArdiente: fervoroso, activo, eficaz (Diccionario de la lengua española). El aire lleva a la poeta a un lugar triste y doloroso..
oo ¡Adiós, patria feliz, edén queridoGómez de Avellaneda nació en el centro de Cuba en donde había una abundancia de agricultura. Por ejemplo, tenían mucho azúcar, elote, tabaco, arroz y café. Además, Puerto Príncipe cultivaba muchas flores, miel, y frutas como la guayaba. Por las riquezas de no solamente su familia noble, sino también de su ciudad, la autora amaba a su patria. También, se puede comparar Puerto Príncipe con la referencia bíblica del Jardín de Edén por ser un paraíso para Gómez de Avellaneda (Harter 19).!
¡Doquier que el hadoLa referencia al “hado” refleja la tendencia romántica de referirse al destino. en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!
oo ¡Adiós!… Ya cruje la turgente vela…
el ancla se alzaLa salida de las anclas se refiere al despego de las raíces de la vida de Gómez de Avellaneda por tener que mudarse lejos de su tierra nativa.… el buque, estremecido,
las olas corta y silencioso vuelaEsta alusión demuestra que Gómez de Avellaneda no puede expresar sus emociones o tomar decisiones por ser una mujer, aunque su vida se está derrumbando. Puede ser una explicación por su actitud al feminismo que demuestra a lo largo de su carrera.!
El sol vierte su lumbre
En nubes de oro y grana,
La tierra se engalana
Vestida de verdor.Personificación del medio ambiente; es una característica del Romanticismo.
Con traje caprichoso,
De su perro seguido,
Sale al campo florido
El bello cazador.La repetición de “bello cazador” por todo el poema puede representar la presencia continuada pero no querida del amante.
Lleva provisto el cinto
Que ancha hebilla sujeta
Y al hombro su escopeta
De las aves terror.
Las auras matinalesPersonificación de la luz es característica del Romanticismo.
Agitan el cabello
Que flota sobre el cuello
Del bello cazador.
Todo es vida en el campo,
Todo placer y amores,
Perfumes dan las flores
Y el céfiro frescor:
Sobre el caliente nido
Cantan himnos las aves,La imagen de un ambiente paradisiaco contrasta con las descripciones oscuras del cazador.
Mientras con pasos graves
Se acerca el cazador.
Ajenas del peligro
Desplegan ya sus alas
Que ignoran de las balas
El silvo aterrador:
Y una blanca paloma
De su belleza ufana,El ave blanca representa la inocencia, y supone una alegoría de la pureza religiosa.
En torno gira insana
Del bello cazador.
Mil círculos trazando
Cual leve mariposa,
Ya vuela caprichosa,
Ya para sin temor.Otra imagen típica de la inocencia en el Romanticismo.
De un árbol a otro cruza
Allá en el bosque umbrío
Mientras la acecha impío,
El bello cazador.
Con amoroso arrullo
A su consorte llama
Columpiada en la rama
De un verde sicomór.Un árbol usado para representar el árbol de la vida, en la Biblia y otros mitos.
Mas ¡ay! que cuando gime
Y al dulce amor convida,
Vacila y cae herida
Del bello cazador.
Con su inocente sangre
La verde yerba baña,
Y sin piedad ni saña
La mira el matador:
Que en pós de otra victoria,
Al hombro la escopeta,
Sigue su marcha inquieta
El bello cazador.
En tanto allá aparece
Del bosque en la espesura,
Blanca y triste figura,
Fantasma seductor:
¡Y es Elmira!… La Elmira“Elmira” significa “princesa” en la lengua árabe, la cual tuvo una gran influencia en el castellano de España en el periodo que la autora vivió.
Cual tierna desgraciada,
Amante abandonada
Del bello cazador.
Marchita está la rosa
De su blanca mejilla
Y en su mirada brilla
La llama del amor:
Con paso vacilante
Llega la triste Elmira
DóDonde la víctima espira
Del bello cazador.
Y estrechando á su pecho,
Al ave moribunda
Con lágrimas la inunda
Le dice con dolor:Aquí empieza el monólogo de Elmira, dirigido a la paloma herida por el cazador.
—«Paloma sin ventura,
Igual es nuestra suerte,
Pues causa nuestra muerte
El bello cazador.Elmira se compara con la paloma moribunda, pues a ambas las mató el cazador (la paloma literalmente, y a Elmira figurativamente).
De su mano tirana
Recibes honda herida,
Y devoró mi vida
La llama de su amor.
Débiles, confiadas,
Perdiónos la inocencia,
E hirionos sin clemencia
El bello cazador.
Bajo ese verde aliso
Cual lo eras tú, dichosa
En noche silenciosa
Me trajo mi candor:
Y oyeron estos valles,
Y oyeron estos vientos,
Los tiernos juramentos
Del bello cazador.El amor y el amante como fuerzas naturales.
¿Ves, Elmira, ese cielo
Inmenso?, me decia;
Pues es, amada mia,
Mas inmenso mi amor.
No cria abril mas hojas
En bosques ni florestas
Como suspiros cuestas
Al tierno cazador.
Mis astros son tus ojos
Y es tu aliento mi brisa,
Me embriaga tu sonrisa,
Me mata tu rigor.
No deseches, bien mio,
El alma que te entrego.
Escucha, Elmira, el ruego
El triste cazador.
Como eres hechicera
Sé, Elmira, compasiva,
Si quieres ¡ay! que viva
Concédeme tu amor.
Así me hablaba, y luego
Con pérfidos abrazos
Me aprisionó en sus brazos
El bello cazador.
Y soñando venturas
Pasó la noche umbría,
Llevando mi alegría,
Dejándome dolor.
Y pasaron con ella
Los halagos traidores…
¡Pasaron los amores
Del bello cazador!
Que como á tí paloma
De crudo golpe herida,
Dejóme el homicida
Con bárbaro rigor.
Otros pechos buscando
Donde sembrar la muerte,
Que en esto se divierte
El bello cazador.
Cedamos, pues, cedamos
A un destino cruento,
Que sirva de escarmiento
Y ejemplo aterrador.
Y que aves y pastoras
Al ver nuestro destino
Se aparten del camino
Del bello cazador.—Fin del monólogo de Elmira.
Dice la hermosa Elmira,
Y el célicocelestial, divino semblantecara, rostro
Se cubre en un instante
De lívido color.
La muerte con sus alas
Ya nubla su alba frente
Y aun nombra dulcemente
Al bello cazador.
En busca de su presa
Ya vuelve el inhumano,
La escopeta en la mano
Cubierto de sudor:
Y bajo el sicomoro
Al ave y á su Elmira
Al mismo tiempo mira
Morir el cazador.Imagen intensa que describe la crueldad e intencionalidad del cazador.
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Juana Manso era escritora, periodista y educadora argentina. Nació el 26 de junio de 1819 en una familia de clase media alta. Manso falleció el 24 de abril de 1875 en Buenos Aires, Argentina. Su padre, José María Manso, peleó en las batallas de la Revolución de Mayo, y participó en el gobierno del primer presidente de la Argentina, Bernardino Rivadavia (Pagliarulo 25). Sin embargo, con la declaración de independencia de la Argentina en 1816, surgieron batallas de poder entre los caudillos de las varias provincias del país. En 1835, el dictador Juan Manuel de Rosas, asumió el poder y tomó control de la prensa y quiso silenciar a todos sus adversarios políticos. Cuando Rosas aumentó sus actividades violentas en 1839, Juana Manso, a la edad de veinte años, fue exiliada junto con su familia y emigró a Montevideo, Uruguay y luego a Río de Janeiro, Brasil, donde permaneció por diez años. Pocos años después de casarse en Brasil, ella viajó con su esposo a Cuba y a los Estados Unidos, donde fue influenciada de una gran manera.
En 1853, regresó a la Argentina y fundó el semanario Álbum de Señoritas en donde apareció el ensayo «Emancipación moral de la mujer» en enero de 1854. En el Álbum de Señoritas también publicó artículos sobre la educación, la política y otras ideas progresistas. Tuvo que poner fin al semanario después de sólo ocho entregas porque perdió «todos sus suscriptores como reacción a los tonos y temas que pusiese en escena» (Area 149).
Afortunadamente, Manso encontró apoyo en Domingo Sarmiento, conocido en Argentina por su influyente libro Facundo, y los dos formaron una relación profesional enfocada en reformar la educación. Después de conocerla en 1859, Sarmiento la promovió a directora de la Escuela Normal Mixta; y más tarde en 1869, cuando Sarmiento llegó a la presidencia, la designó como «vocal en la comisión del Consejo de Instrucción Pública» (Ruiz et. al). Ella fundó más de 30 escuelas, siempre abogando por la inteligencia de la mujer y derechos igualitarios en la educación (Pigna).
Aunque Juana Manso no fue la única mujer de su época que promovía los derechos de la mujer, ciertamente fue la más vocal y militante. En comparación, Juana Manuel Gorriti, otra autora argentina contemporánea de Manso, tuvo mucho más éxito porque adoptó un estilo de escritura más dócil, astuto y encubierto en sus novelas para promover el feminismo. La retórica «de Gorriti, [fue] protegida en las nieblas del romanticismo; la de Manso, fascinada por la brusquedad y la fuerza de la palabra proselitista» (López Rodríguez 13).
A pesar de contribuir mucho a la educación pública de la Argentina, la sociedad en la que vivía continuamente la criticaba y la escandalizaba. Respecto a la Figura 1, Liliana Zuccotti describió la pose «‘casi varonil,’ del cuerpo ya anciano» de Juana Manso así: «una mujer ‘monstruosa’… [que] se despoja de sus rasgos ‘femeninos’» (Zuccotti 364). Sin embargo, Manso no permitió que esta caracterización de ella turbara su misión de emancipar a las mujeres y a los necesitados a través del aprendizaje moral.
La versión es adaptada de la original: Manso de Noronha, Juana. «Emancipación Moral De La Mujer». Album De Señoritas, vol. 1, no. 1, en. 1854, pp. 2–4.Cuando se toca una cuestión tan delicada como esta de que tratamos, preciso es hacerlo con suma circunspección, al paso que no debe desdeñarse todo aquello que tienda á dar vigor, fuerza moral y bases sólidas á las nuevas doctrinas.
Nuevas son en la América del Sud: en cuanto á Europa y Estados Unidos, la emancipación de la mujer es un hecho consumado, al que hace bien pocos meses ha puesto el sello la legislación inglesa, premiando abogados que revisasenRevisaran. las antiguas leyes (asáz«Asaz» adv. cult. Bastante, muy. U. m. en leng. Poét. (Diccionario de la Real Academia Española). inicuas, sea dicho de paso) y que presentasenPresentaran. otras nuevas, protectoras de la mujerEl «Aggravated Assaults Act 1853» estableció una multa mínima o un máximo de dos meses en cárcel a hombres acusados de violencia en contra de su esposa o hijos. Sin embargo, no fue hasta finales del Siglo XIX que la legislatura inglesa pasó una reforma que hizo ilegal que el hombre tratara a su mujer como propiedad (que no la pudiera encerrar o venderla a la prostitución) y el abuso doméstico se convirtió en un motivo suficiente para solicitar el divorcio (Wojtczak).. Con efecto, así ha sucedido, y en Agosto de este año fue condenado á dos meses de prisión, un marido que había apaleado su mujer, juzgando que se hallaba aun en aquellos dichosos tiempos en que era dueño de azotarla, y hasta de ponerle una soga por el pescuezo y llevarla á vender al mercado.
Con efecto, una gran nación como la Inglaterra, la más libre del mundo, que tiene en su seno millares de instituciones filantrópicas, y que ha hecho a la humanidad el relevante servicio de extirpar el comercio de la carne humana, suprimiendo el tráfico de la esclavaturaInglaterra declaró ilegal la esclavitud en 1838., no podía abrigar en sí misma una monstruosidad semejante, como la de conservar a la mujer en el estado de la más degradante y torpe esclavitud.
El progreso humano, ese gigante locomotor que pasa por sobre las costumbres y las leyes de los pueblos, había ya abolido de hecho esas infame usanzas; pero no obstante, la ley escrita existía como un monumento deforme, vetustoVetusto: Extremadamente viejo, anticuado (Diccionario de la Real Academia Española). y desproporcionado, en medio de los graciosos, limpios y elegantes edificios de la época.
La Inglaterra, pues, arrancó esa página amarillenta é ininteligible del primer código de RómuloRómulo fue el fundador de Roma y en el principio de su reinado, él formuló un plan de secuestrar a las mujeres de Sabina y mandarlas a casarse con sus seguidores. Esta alusión es impactante porque Manso compara al estado del matrimonio en Argentina como una forma de esclavitud para la mujer. (Costello 197-204)., que no autorizaba es verdad á matar el cuerpo, pero que asesinaba el alma; y en la última hoja del libro de oro de sus sabias leyes, llamó la abogacía ilustrada, para escribir los artículos de la ley que protege la mujer contra el despotismo brutal que la agobiaba; y revindicando su derecho natural y legítimo, revalida por eso mismo, su capacidad intelectual, dando garantías a su dignidad individual y redimiéndola de la ignominia y de la opresión á que había sucumbido, en la lucha desigual del débil contra la fuerza brutal: lavó así la mancha que deshonraba y que era una protesta elocuente y terrible contra la sabiduría del espíritu filosófico de sus otras instituciones tan gloriosas.
La sociedad es el hombreEn Argentina no se le permitió a la mujer participar en la votación hasta al año 1951 (Ley 13.010).: él solo ha escrito las leyes de los pueblos, sus códigos: por consiguiente, ha reservado toda la supremacía para sí; el círculo que traza en derredor de la mujer es estrecho, inultrapasable, lo que en ella clasifica crimen en él lo atribuye á debilidad humana: de manera que, aislada la mujer en medio de su propia familia, de aquella de que Dios la hizo parte integrante, segregada de todas las cuestiones vitales de la humanidad por considerarse la fracción más débil, son con todo obligadas á ser ellas las fuertes y ellas en punto á tentaciones, son la fragilidad individualizada, en hombre!
En todos los inconvenientes que resultan de su falsa posición; con un tutor perpetuo que á veces es lleno de vicios y de estupidez, la mujer tiene con todo que bajar la cabeza sin murmurar, decirle á su pensamiento no pienses, á su corazón no sangres, a sus ojos no llores, y á sus labios reprimid las quejas!
Por qué?El estilo de la sección de preguntas retóricas que comienzan con «Por qué» atrae la atención al maltrato de las mujeres a mano de los hombres. si, por qué ese largo martirio que empieza y acaba con la vida de la mujer?
Por qué se condena su inteligencia á la noche densa y perpetua de la ignoranciaCompara la ignorancia a la noche por la oscuridad en esta metáfora.?
Por qué se ahoga en su corazón desde los más tiernos años, la conciencia de su individualismo, de su dignidad como ser, que piensa, y siente? repitiéndole: no te perteneces á ti misma, eres cosa y no mujerLlama a la mujer a que enfrente la deshumanización del hombre en contra suya.?
Por qué reducirla al estado de la hembra cuya, única misión es perpetuar la raza?….
Por qué cerrarles, las veredas de la ciencia, de las artesLa autora Eduarda Mansilla, contemporánea de Manso, con quien había fundado en 1864 un periódico literario La Flor de Aire dedicado a la mujer fue mucho menos progresista que Juana Manso. De hecho, Mansilla en 1883 (después de la muerte de Manso) escribió: «Yo lo confieso [...] no soy partidaria de la emancipación de la mujer en el sentido de creer que ésta podrá luchar con el hombre en el terreno de las ciencias y en su aplicación profesional» (citada en Auza 36)., de la industria, y así hasta la del trabajo, no dejándole otro pan que el de la miseria, ó el otro mil veces horrible de la infamia?
Sin una emancipación perfecta de la aberración, y de la preocupación, jamás podrá la mujer elevarse á la altura de su misión y de los deberes que ella le impone. A pesar de su perspicacia natural, caerá en el absurdo. Tomará unas cosas por las otras y nunca podrá, malogrado sus mejores deseos, imprimir el impulso preciso á la educación de sus hijos; porque ella no se conoce á sí misma, y no conociéndose á sí misma, tampoco puede conocer el corazón ajeno, y si triunfando del barbarismoEs una alusión al libro de Sarmiento, Facundo: Civilización y Barbarie, 1845. Sarmiento y Manso tuvieron una asociación profesional después de conocerse en 1859. El describió a la escritora como «...el único hombre en tres o cuatro millones de habitantes en Chile y la Argentina que comprendiese mi obra de educación…» (citada en Aria 149)., su hermoso instinto de madre la guía, no sabe aplicar con acierto la fuerza de que dispone, porque sin el más ligero conocimiento de la verdadera enseñanza moral, cae en el absurdo ó en generalidades, banales, plantas parásitas, que crecen en el corazón del niño, que más tarde desarraiga la ilustración, o que se hacen estacionarias en él y más de una vez están en oposición directa con el espíritu moral de la justicia y de la razón.
Las clases altas y abastadas, con más facilidad sacuden el dominio del error, su ilustración es fácil: mas, esa clase pobre, sumida en el barbarismo ó la prostitución, esa no se arrancará de ese estado sino con más trabajo y perseverancia.
En este momento tan solemne para nuestra patria, en que la reacción del progreso y de la libertad es eminente, llamamos la atención de los encargados de la educación de la clase pobreManso entendía el poder de la educación porque su padre le dio la oportunidad de aprender a leer y escribir, un lujo que no le pertenecía en particular a la mujer en este tiempo porque no había educación pública para ellas en la Argentina.. Mejoras no existen, edificar sobre los escombros del pasado es ocioso, no llena las necesidades de lo presente y mucho menos las del porvenir.
Volveremos sobre este asunto, no ya con reflexiones y raciocinios solamente, sino que más tarde, popularizaremos ciencias y conocimientos que yacían en el dominio del misterio y cuyo solo conocimiento realizará la emancipación moral de la mujer en mi país, y que más tarde nada tendrá que envidiar a las americanas del norte.
En cuanto á las clases pobres, indicaremos los medios que no sólo juzgamos, pero de cuyo resultado respondemos, por ser la simple aplicación de lo que hemos visto en otra parte.
(Continuará)Este ensayo no tuvo continuación en el Álbum de Señoritas.
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Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla el 17 de febrero del año 1836, a una familia noble de orígen flamenco. Su madre se llamó Doña Joaquina, y su padre, Don Jose Dominguez Bécquer, fue un pintor reconocido. Bécquer quedó huérfano a los 9 años, y con el apoyo de su tío ingresó en el Real Colegio de Humanidades de San Telmo. Gustavo heredó el temperamento artístico de su padre, y se dedicó al estudio y la práctica de la escritura, la pintura, el dibujo, y la música. Después, vivía en la casa de su madrina, Doña Manuela Monchay, donde tenía acceso a su biblioteca personal que contaba con muchas obras significantes que influyeron la obra de Bécquer, sobre todo libros de poesía (Olmstead).
Bécquer tenía ambiciones de ser un escritor conocido, y entonces en 1854 a los 17 años dejó Sevilla para Madrid para buscar oportunidades profesionales. Sin embargo, pasó 3 años sin publicar, hasta el diario madrileño La crónica publicó su cuento «El caudillo de las manos rojas, tradición india» en 1857. Este mismo año, empezó un proyecto ambicioso, la Historia de los Templos de España, en que varios escritores y artistas documentaron detalladamente la arquitectura histórica del país. Durante el desarrollo del libro, Bécquer adquirió gran conocimiento de las ruinas y los edificios antiguos de España, sitios que después formaron los escenarios de sus obras de ficción. El proyecto nunca se terminó y solo el primer volumen se publicó, pero la obra refleja la gran preocupación por la destrucción de las iglesias y los edificios de valor artístico, que habían sufrido una destrucción acelerada durante el siglo XIX por las leyes de desamortización, la construcción de edificios modernos, y las guerras civiles (Benítez 61).
La idealización del pasado, sobre todo la Edad Media, es un elemento del Romanticismo muy presente en la obra de Bécquer, junto con otros temas románticos como la emoción, el lirismo y la imaginación. Sin embargo, el auge de este movimiento literario ya había pasado en los 1860 cuando escribía Bécquer, y otros movimientos opositores como el realismo fueron más predominantes. Así, el resultante período posromántico fue caracterizado por muchas contradicciones y tendencias conflictivas. Bécquer se considera el escritor más destacado de este período posromántico, desde 1844 hasta 1870 (Sanders viii). Por la fuerte influencia de catolicismo en su obra, el Romanticismo de Bécquer puede ser considerado tradicional, en contraste con los románticos liberales o revolucionarios que escribieron obras más explícitamente políticas. Bécquer también publicó ensayos periodísticos en publicaciones significantes como El Contemporáneo y La Ilustración de Madrid, pero sus obras más famosas son Rimas, su colección de poesía, y Leyendas, sus cuentos inspirados por las tradiciones orales, en particular las de Toledo.
Como muchas de sus leyendas, «La rosa de pasión» está ambientada en la España medieval, en la ciudad vieja de Toledo. La leyenda apareció en la revista conservadora El Contemporáneo en 1864, y fue la última de las 14 leyendas que publicó (Cubero Sanz 347). Los personajes principales son dos judíos: Daniel y su hija Sara. El padre descubre que su hija tiene un amante cristiano y se ha convertido al cristianismo, por lo cual la castiga de manera cruel. La tradición católica es un fundamento importante en toda la obra de Bécquer, particularmente en «La Rosa de Pasión»; la obra fue subtitulada Leyenda religiosa (Béjar 16), y como muchas de sus leyendas, se basa en superstición religiosa.
Bécquer falleció el 22 de diciembre del año 1870 en Madrid a los 34 años. Aunque se dice frecuentemente que Bécquer murió de tuberculosis, enfermedad conocida como «la enfermedad romántica» debido a lo común que era durante el período romántico en España, probablemente murió de otra enfermedad (Sanders 185). La escritura de Bécquer influyó a muchos autores famosos como Federico García Lorca y Rubén Darío, y sigue siendo uno de los autores más estudiados del idioma español.
Esta versión del texto es reproducido de: Bécquer, Gustavo Adolfo. Obras De Gustavo A. Becquer. 5. ed., Madrid: F. Fé, 1904. pp. 309-23. catalog.hathitrust.org/Record/001522013.Una tarde de verano, y en un jardín de Toledo,Toledo es una ciudad con mucha importancia en la obra y la vida de Bécquer. La ciudad es el escenario de varios cuentos de Béquer, y el autor publicó muchos artículos y ensayos sobre la arquitectura, la historia y las tradiciones de ella (Béjar 11-13). me refirió esta singular historia una muchacha muy buena y muy bonita.
Mientras me explicaba el misterio de su forma especial besaba las hojas y los pistilos que iba arrancando uno a uno de la flor que da su nombre esta leyenda.El nombre «Rosa de Pasión» es la versión española de la «fleur de la Passion» como se llama en francés, o «passiflore»; en algunos lugares de Hispanoamérica es conocida por el nombre indígena «mburucuyá» (Benítez 180).
Si yo la pudiera referir con el suave encanto y la tierna sencillez que tenía en su boca os conmovería, como a mí me conmovió la historia de la infeliz Sara.
Ya que esto no es posible, ahí va lo que de esa tradición se me acuerda en este instante.Muchas de las leyendas de Bécquer tienen una introducción como esta, con claras referencias a la tradición oral. El autor refiere a la supuesta transmisión oral de la historia para sugerir que tiene origen folklórico (Sebold 43).
En una de las callejas más obscuras y tortuosas de la ciudad imperial, empotrada y casi escondida entre la alta torre morisca de una antigua parroquia muzárabe y los sombríos y blasonados muros de una casa solariega, tenía hace muchos años su habitación, raquítica, tenebrosa y miserable como su dueño, un judío llamado Daniel Leví.
Era este judío rencoroso y vengativo, como todos los de su raza, pero más que ninguno engañador e hipócrita.Como observa Juana Lorena Campos, las descripciones de Daniel sirven para ponerle en contraposición con Sara, la protagonista. Descripciones que caracterizan los judíos masculinos como personajes antagónicos son muy comunes a lo largo de la literatura española (Campos 282-85). Aunque es lógico que textos con mensajes religiosos durante la Inquisición y la censura católica tengan descripciones negativas de gente de otra fe, las caracterizaciones son antisemíticas a fondo. Rubén Benítez elabora sobre el antisemitismo de la leyenda: «No podríamos explicarnos el antisemitismo de la leyenda sólo por razones literarias. Si bien Bécquer reproduce una vez más el mundo de la Edad Media, la elección de un asunto de este tipo, en pleno siglo XIX y en momentos de violenta represión contra los liberales, implica también un compromiso ideológico. El antisemitismo de Bécquer es un aspecto más de su tradicionalismo católico» (183).
Dueño, según los rumores del vulgo, de una inmensa fortuna, veíasele, no obstante, todo el día acurrucado en el sombrío portal de su vivienda, componiendo y aderezando cadenillas de metal, cintos viejos o guarniciones rotas, con las que traía un gran tráfico entre los truhanes del Zocodover,La Plaza de Zocodover es una plaza de la ciudad de Toledo, España. La palabra 'Zocodover' es árabe y significa «mercado de bestias de carga». Por muchos años Zocodover era el centro y la plaza principal de Toledo. las revendedoras del Postigo y los escuderos pobres.
Aborrecedor implacable de los cristianos y de cuanto a ellos pudiera pertenecer, jamás pasó junto a un caballero principal o un canónigo de la Primada sin quitarse una y hasta diez veces el mugriento bonetillo que cubría su cabeza calva y amarillenta, ni acogió en su tenducho a uno de sus habituales parroquianos sin agobiarle a fuerza de humildes salutaciones acompañadas de aduladoras sonrisas.
La sonrisa de Daniel había llegado a hacerse proverbial en toda Toledo, y su mansedumbre, a prueba de las jugarretas más pesadas y las burlas y rechiflas de sus vecinos, no conocía límites.
Inútilmente los muchachos, para desesperarle, tiraban piedras a su tugurio; en vano los pajecillos, y hasta los hombres de armas del próximo palacio, pretendían aburrirle con los nombres más injuriosos, o las viejas devotas de la feligresía se santiguaban al pasar por el dintel de su puerta como si viesen al mismo Lucifer en persona. Daniel sonreía eternamente con una sonrisa extraña e indescriptible. Sus labios delgados y hundidos se dilataban a la sombra de su nariz desmesurada y curva como el pico de un aguilucho, y aunque de sus ojos pequeños, verdes, redondos y casi ocultos entre las espesas cejas brotaba una chispa de mal reprimida cólera, seguía impasible golpeando con su martillito de hierro el yunque donde aderezaba las mil baratijas mohosas y, al parecer, sin aplicación alguna de que se componía su tráfico.
Sobre la puerta de la casucha del judío, y dentro de un marco de azulejos de vivos colores, se abría un ajimez árabe, resto de las antiguas construcciones de los moros toledanos. Alrededor de las caladas franjas del ajimez y enredándose por la columnilla de mármol que lo partía en dos huecos iguales subía desde el interior de la vivienda una de esas plantas trepadoras que se mecen verdes y llenas de savia y lozanía sobre los ennegrecidos muros de los edificios ruinosos.Las descripciones de este pasaje ofrecen una prefiguración de la crucifición al final, dado que «en la forma del ajimez con su columna central desde la que se abren o se extienden los brazos de sus dos arcos se dibuja como una cruz» (Sebold 154).
En la parte de la casa que recibía una dudosa luz por los estrechos vanos de aquel ajimez, único abierto en el musgoso y agrietado paredón de la calleja, habitaba Sara, la hija predilecta de Daniel.
Cuando los vecinos del barrio pasaban por delante de la tienda del judío y veían por casualidad a Sara tras de las celosías de su ajimez morisco y a Daniel acurrucado junto a su yunque exclamaban en alta voz, admirados de las perfecciones de la hebrea:El autor refiere a Sara generalmente como «hebrea» a lo largo de la leyenda, mientras refiere a Daniel como «júdio». Otras obras españolas que se centran en personas de origen judío también utilizan estos términos para distinguir entre los personajes simpáticos y antipáticos (Campos 284). ¡Parece mentira que tan ruin tronco haya dado de sí tan hermoso vástago!
Porque, en efecto, Sara era un prodigio de belleza. Tenía los ojos grandes y rodeados de un sombrío cerco de pestañas negras, en cuyo fondo brillaba el punto de luz de su ardiente pupila como una estrella en el cielo de una noche oscura. Sus labios, encendidos y rojos, parecían recortados hábilmente de un paño de púrpura por las invisibles manos de una hada. Su tez era blanca, pálida y transparente como el alabastro de la estatua de un sepulcro. Contaba apenas dieciséis años, y ya se veía grabada en su rostro esa dulce tristeza de las inteligencias precoces, y ya hinchaban su seno y se escapaban de su boca esos suspiros que anuncian el vago despertar del deseo.
Los judíos más poderosos de la ciudad, prendados de su maravillosa hermosura, la habían solicitado para esposa; pero la hebrea, insensible a los homenajes de sus adoradores y a los consejos de su padre, que la instaba para que eligiese un compañero antes de quedar sola en el mundo, se mantenía encerrada en un profundo silencio, sin dar más razón de su extraña conducta que el capricho de permanecer libre. Al fin, un día, cansado de sufrir los desdenes de Sara, y sospechando que su eterna tristeza era indicio cierto de que su corazón abrigaba algún secreto importante, uno de sus adoradores se acercó a Daniel y le dijo:
—¿Sabes, Daniel, que entre nuestros hermanos se murmura de tu hija?
El judío levantó un instante los ojos de su yunque, suspendió su continuo martilleo y, sin mostrar la menor emoción, preguntó a su interpelante:
—¿Y qué dicen de ella?
—Dicen —prosiguió su interlocutor— dicen… qué sé yo… muchas cosas… Entre otras, que tu hija está enamorada de un cristiano… Al llegar a este punto, el desdeñado amante de Sara se detuvo para ver el efecto que sus palabras hacían en Daniel.
Daniel levantó de nuevo sus ojos, le miró un rato fijamente, sin decir palabra, y bajando otra vez la vista para seguir su interrumpida tarea, exclamó:
—¿Y quién dice que eso no es una calumnia?
—Quien los ha visto conversar más de una vez en esta misma calle, mientras tú asistes al oculto sanedrín de nuestros rabinos — insistió el joven hebreo, admirado de que sus sospechas, primero, y después sus afirmaciones no hiciesen mella en el ánimo de Daniel.
Éste, sin abandonar su ocupación, fija la mirada en el yunque, sobre el que, después de dejar a un lado el martillo, se ocupaba en bruñir el broche de metal de una guarnición con una pequeña lima, comenzó a hablar en voz baja y entrecortada, como si maquinalmente fuesen repitiendo sus labios las ideas que cruzaban por su mente.
—¡Je! ¡je! ¡je! —decía, riéndose de una manera extraña y diabólica— ¿conque a mi Sara, al orgullo de la tribu, el báculo en que se apoya mi vejez, piensa arrebatármela un perro cristiano?… ¿Y vosotros creéis que lo hará? ¡Je! ¡je! —continuaba siempre hablando para sí y siempre riéndose, mientras la lima chirriaba cada vez con más fuerza, mordiendo el metal con sus dientes de acero. —¡Je! ¡Je! pobre Daniel, dirán los míos, ¡ya chochea! ¿Para qué quiere ese viejo moribundo y decrépito esa hija tan hermosa y tan joven, si no sabe guardarla de los codiciosos ojos de nuestros enemigos?… ¡Je! ¡je! ¡je! ¿Crees tú, por ventura, que Daniel duerme, crees tú por ventura que si mi hija tiene un amante… que bien puede ser, y ese amante es cristiano y procura seducirla, y la seduce, que todo es posible, y proyecta huir con ella, que también es fácil, y huye mañana por ejemplo, lo cual cabe dentro de lo humano, crees tú que Daniel se dejará así arrebatar su tesoro, crees tú que no sabrá vengarse?
—Pero —exclamó, interrumpiéndole, el joven, —¿sabéis, acaso…?
—Sé, dijo Daniel, levantándose y dándole un golpecito en la espalda —sé más que tú, que nada sabes, ni nada sabrías si no hubiese llegado la hora de decirlo todo… Adiós; avisa a nuestros hermanos para que cuanto antes se reúnan. Esta noche, dentro de una o dos horas, yo estaré con ellos. ¡Adiós!
Y esto diciendo, Daniel empujó suavemente a su interlocutor hacia la calle, recogió sus trebejos muy despacio y comenzó a cerrar con dobles cerrojos y aldabas la puerta de la tiendecilla.
El ruido que produjo la puerta al encajarse, rechinando sobre sus premiosos goznes, impidió al que se alejaba oír el rumor de las celosías del ajimez, que en aquel punto cayeron de golpe, como si la judía acabara de retirarse de su alféizar.
Era noche de Viernes Santo, y los habitantes de Toledo, después de haber asistido a las tinieblas en su magnífica catedral, acababan de entregarse al sueño o referían al amor de la lumbre consejas parecidas a la del Cristo de la Luz,Cristo de la Luz es el nombre de una de las leyendas más famosas de Toledo. Es también el nombre del monumento más antiguo de la ciudad de Toledo, construido en el año 999 como mezquita en el estilo islámico. que robado por unos judíos, dejó un rastro de sangre por el cual se descubrió el crimen, o la historia del Santo Niño de la Guardia,El Niño de la Guardia es la superstición más conocida en España que refiere a la parodia de la crucifixión de Jesús, un tema de amplia difusión en la tradición europea (Benítez 181). en quien los implacables enemigos de nuestra fe renovaron la cruel Pasión de Jesús. Reinaba en la ciudad un silencio profundo, interrumpido a intervalos, ya por las lejanas voces de los guardias nocturnos que en aquella época velaban en derredor del alcázar, ya por los gemidos del viento, que hacía girar las veletas de las torres, o zumbaba entre las torcidas revueltas de las calles, cuando el dueño de un barquichuelo que se mecía amarrado a un poste cerca de los molinos, que parecen como incrustados al pie de las rocas que baña el Tajo y sobre las que se asienta la ciudad, vio aproximarse a la orilla, bajando trabajosamente por uno de los estrechos senderos que desde lo alto de los muros conducen al río, a una persona a que al parecer aguardaba con impaciencia.
—¡Ella es! —murmuró entre dientes el barquero. —¡No parece sino que esta noche anda revuelta toda esa endiablada raza de judíos!… ¿Dónde diantres se tendrán dada cita con Satanás, qué todos acuden a mi barca, teniendo tan cerca el puente?… No, no irán a nada bueno cuando así evitan toparse de manos a boca con los hombres de armas de San Servando… Pero, en fin, ello es que me dan buenos dineros a ganar, y a su alma su palma, que yo en nada entro ni salgo.
Esto diciendo el buen hombre, sentándose en su barca aparejó los remos, y cuando Sara, que no era otra la persona a quien al parecer había aguardado hasta entonces, hubo saltado al barquichuelo, soltó la amarra que lo sujetaba y comenzó a bogar en dirección a la orilla opuesta.
—¿Cuántos han pasado esta noche? —preguntó Sara al barquero apenas se hubieron alejado de los molinos, y como refiriéndose a algo de que ya habían tratado anteriormente.
—Ni los he podido contar —respondió el interpelado; ¡un enjambre!… Parece que esta noche será la última que se reúnen.
—¿Y sabes de qué tratan y con qué objeto abandonan la ciudad a estas horas?
—Lo ignoro…; pero ello es que aguardan a alguien que debe llegar esta noche… Yo no sé para qué le aguardarán, aunque presumo que para nada bueno.
Después de este breve diálogo, Sara se mantuvo algunos instantes sumida en un profundo silencio y como tratando de coordinar sus ideas.
—No hay duda —pensaba entre sí; —mi padre ha sorprendido nuestro amor y prepara alguna venganza horrible. Es preciso que yo sepa adónde van, qué hacen, qué intentan. Un momento de vacilación podría perderle.
Cuando Sara se puso un instante de pie y, como para alejar las horribles dudas que la preocupaban, se pasó la mano por la frente, que la angustia había cubierto de un sudor glacial, la barca tocaba a la orilla opuesta.
—Buen hombre —exclamó la hermosa hebrea, arrojando algunas monedas a su conductor y señalando un camino estrecho y tortuoso que subía serpenteando por entre las rocas, —¿es ése el camino que siguen?
-Ése es, y cuando llegan a la Cabeza del MoroAl mencionar Cabeza del Moro, Bécquer hace referencia a otra leyenda de Toledo. «Dice la tradición toledana que en las noches de luna clara y luminosa, se vislumbra una sombra flotando sobre ella y sus alrededores. Es el espíritu del príncipe Abul-Walid que sale de su tumba para contemplar las siluetas de las viviendas, torres y cúpulas de la ciudad dibujándose en el resplandor lunar» (Alonso). desaparecen por la izquierda. Después, el diablo y ellos sabrán adónde se dirigen —respondió el barquero.
Sara se alejó en la dirección que éste le había indicado. Durante algunos minutos se le vio aparecer y desaparecer alternativamente entre aquel oscuro laberinto de rocas obscuras y cortadas a pico; después, y cuando hubo llegado a la cima llamada la Cabeza del Moro, su negra silueta se dibujó un instante sobre el fondo azul del cielo y, por último, desapareció entre las sombras de la noche.
Siguiendo el camino donde hoy se encuentra la pintoresca ermita de la Virgen del Valle, y como a dos tiros de ballesta del picacho que el vulgo conoce en Toledo por la Cabeza del Moro, existían aún en aquella época los ruinosos restos de una iglesia bizantina, anterior a la conquista de los árabes.En este pasaje es evidente el interés de Bécquer en la arquitectura histórica de la región, y el conocimiento que adquirió al escribir la Historia de los Templos de España.
En el atrio, que dibujaban algunos pedruscos diseminados por el suelo, crecían zarzales y hierbas parásitas, entre los que yacían medio ocultos, ya el destrozado capitel de una columna, ya un sillar groseramente esculpido con hojas entrelazadas, endriagos horribles o grotescos e informes figuras humanas. Del templo sólo quedaban en pie los muros laterales y algunos arcos rotos y cubiertos de hiedra.
Sara, a quien parecía guiar un sobrenatural presentimiento, al llegar al punto que le había señalado su conductor, vaciló algunos instantes, indecisa acerca del camino que debía seguir; pero, por último, se dirigió con paso firme y resuelto hacia las abandonadas ruinas de la iglesia.
En efecto, su instinto no la había engañado. Daniel, que ya no sonreía; Daniel, que no era ya el viejo débil y humilde, sino que antes bien, despidiendo cólera de sus pequeños y redondos ojos, parecía animado del espíritu de la venganza, rodeado de una multitud, como él, ávida de saciar su sed de odio en uno de los enemigos de su religión, estaba allí y parecía multiplicarse dando órdenes a los unos, animando en el trabajo a los otros, disponiendo, en fin, con una horrible solicitud los aprestos necesarios para la consumación de la espantosa obra que había estado meditando días y días mientras golpeaba impasible el yunque en su covacha de Toledo.
Sara, que a favor de la oscuridad había logrado llegar hasta el atrio de la iglesia, tuvo que hacer un esfuerzo para no arrojar un grito de horror al penetrar en su interior con la mirada. Al rojizo resplandor de una fogata, que proyectaba la forma de aquel círculo infernal en los muros del templo, había creído ver que algunos hacían esfuerzos por levantar en alto una pesada cruz, mientras otros tejían una corona con las ramas de los zarzales o aplastaban sobre una piedra las puntas de enormes clavos de hierro. Una idea espantosa cruzó por su mente: recordó que a los de su raza los habían acusado más de una vez de misteriosos crímenes; recordó vagamente la aterradora historia del Niño Crucificado, que ella hasta entonces había creído una grosera calumnia inventada por el vulgo para apostrofar y zaherir a los hebreos.
Pero ya no le cabía duda alguna: allí, delante de sus ojos, estaban aquellos horribles instrumentos de martirio, y los feroces verdugos sólo aguardaban la víctima.
Sara, llena de una santa indignación, rebosando en generosa ira y animada de esa fe inquebrantable en el verdadero Dios que su amante le había revelado, no pudo contenerse a la vista de aquel espectáculo, y rompiendo por entre la maleza que la ocultaba, presentose de improviso en el dintel del templo.
Al verla aparecer, los judíos arrojaron un grito de sorpresa; y Daniel, dando un paso hacia su hija en ademán amenazante, le preguntó con voz ronca:
—¿Qué buscas aquí, desdichada?
—Vengo a arrojar sobre vuestras frentes —dijo Sara con voz firme y resuelta —todo el baldón de vuestra infame obra, y vengo a deciros que en vano esperáis la víctima para el sacrificio, si ya no es que intentáis cebar en mí vuestra sed de sangre; porque el cristiano a quien aguardáis no vendrá, porque yo le he prevenido de vuestras asechanzas.
—¡Sara! —exclamó el judío rugiendo de cólera —Sara, eso no es verdad; tú no puedes habernos hecho traición hasta el punto de revelar nuestros misteriosos ritos; y si es verdad que los has revelado, tú no eres mi hija…
—No; ya no lo soy: he encontrado otro padre, un padre todo amor para los suyos, un padre a quien vosotros enclavasteis en una afrentosa cruz, y que murió en ella por redimirnos, abriéndonos para una eternidad las puertas del cielo. No; ya no soy vuestra hija, porque soy cristiana y me avergüenzo de mi origen.
Al oír estas palabras, pronunciadas con esa enérgica entereza que sólo pone el cielo en boca de los mártires, Daniel, ciego de furor, se arrojó sobre la hermosa hebrea, y derribándola en tierra y asiéndola por los cabellos, la arrastró como poseído de un espíritu infernal, hasta el pie de la cruz, que parecía abrir sus descarnados brazos para recibirla, exclamando al dirigirse a los que le rodeaban:
—Ahí os la entrego; haced vosotros justicia de esa infame, que ha vendido su honra, su religión y a sus hermanos.
Al día siguiente, cuando las campanas de la catedral atronaban los aires tocando a gloria, y los honrados vecinos de Toledo se entretenían en tirar ballestazos a los judas de paja, ni más ni menos que como todavía lo hacen en algunas de nuestras poblaciones, Daniel abrió la puerta de su tenducho, como tenía de costumbre, y con su eterna sonrisa en los labios comenzó a saludar a los que pasaban, sin dejar por eso de golpear en el yunque con su martillito de hierro; pero las celosías del morisco ajimez de Sara no volvieron a abrirse, ni nadie vio más a la hermosa hebrea recostada en su alféizar de azulejos de colores…
Cuentan que, algunos años después, un pastor trajo al arzobispo una flor hasta entonces nunca vista, en la cual se veían figurados todos los atributos del martirio del Salvador; flor extraña y misteriosa que había crecido y enredado sus tallos por entre los ruinosos muros de la derruida iglesia.
Cavando en aquel lugar y tratando de inquirir el origen de aquella maravilla, añaden que se halló el esqueleto de una mujer, y enterrados con él otros tantos atributos divinos como la flor tenía.
El cadáver, aunque nunca se pudo averiguar de quién era, se conservó por largos años con veneración especial en la ermita de San Pedro el Verde, y la flor, que hoy se ha hecho bastante común, se llama Rosa de Pasión.
Preguntas de discusión
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Emilia Pardo Bazán ha sido glorificada por sus obras literarias durante el siglo XIX, y ha sido comparada con los mejores escritores de literatura española. Ella nació en A Coruña en Galicia, España, el 16 de septiembre de 1851, hija única de don José Pardo Bazán y Mosquera y doña Amalia de la Rúa Figueroa y Somoza (Cervantes Virtual). Por pertenecer a la clase alta, Pardo Bazán tuvo la oportunidad de recibir una buena educación. Ella escribió su primera obra literaria cuando solamente tenía quince años. Tuvo la oportunidad de estudiar en la capital de España porque su padre fue activista político dentro del partido liberal progresista (Cervantes Virtual). Ella no sólo escribió poemas, sino también publicó novelas, obras de teatro, cuentos y otras diversas obras literarias. Toda su literatura se basó en España durante su vida. Quería demostrar que las mujeres tuvieron las mismas capacidades que los hombres durante ese tiempo.
Pardo Bazán escribió su cuento «Las medias rojas» originalmente en 1904, pero fue publicado oficialmente en 1914. Era una época polémica en España; el país había perdido las colonias del Nuevo Mundo como resultado de la Guerra hispanoamericana en 1898. No había mucha industria en España en esta edad. Christina Iglesias observa que la industria conservera y las fábricas de cigarros fueron los únicos ejemplos de industria en A Coruña, la capital de Galicia (Iglesias, 147). Consecuentemente, el país experimentó un tiempo de dificultades económicas y por eso la sociedad también sufrió. En esta época, a las mujeres todavía les faltaban muchos derechos. Como explica Conor McLoughlin, las condiciones para mujeres en España fueron severamente opresivas y represivas. Por ejemplo, las mujeres pudieron ser regladadas en matrimonios arreglados, y se prohibieron que las mujeres solteras salieran sin chaperón (McLoughlin). Los primeros derechos de mujeres no fueron ganados hasta 1931 y esos fueron mínimos y sólo ofrecieron las libertades más básicas (Pardell). Emilia Pardo Bazán escribió obras sobre los problemas que las mujeres enfrentaban en esta época, como los derechos políticos y el maltratamiento de las mujeres en general. El cuento «Las medias rojas» es un caso ejemplar de la obra feminista de Bazán.
El tema y el significado de la obra de Bazán pueden ser clarificados por examinar los similitudes entre «Las medias rojas» y otra literatura de la edad. Por ejemplo, James Joyce publicó un cuento llamado «Eveline» en la misma etapa de la publicación del cuento de Bazán. «Eveline» tiene una trama casi igual a la trama de «Las medias rojas» (Iglesias 145). Ambos cuentos narran la situación de una mujer que quiere emigrar de su país, pero que al final no puede salir. También, tienen el subtema de la prostitución y ambos insinúan que si las mujeres emigran, es probable que vayan a encontrar más problemas y dolor (Iglesias 149). Estas semejanzas dicen mucho del significado de los cuentos. Evidentemente, los autores creen que salir del país no es la mejor solución para las mujeres, a pesar de las situaciones horribles en sus países. Con la combinación del peligro de prostitución en el extranjero y la violencia y angustia marcada, los autores llaman atención a los problemas internos del país y la búsqueda de soluciones posibles. Los temas del abuso, la violencia, y el sometimiento forzado de las mujeres son los temas principales de «Las medias rojas».
Cuando la rapaza entró, cargada con el haz de leña que acababa de merodear en el monte del señor amo, el tío Clodio no levantó la cabeza, entregado a la ocupación de picar un cigarro, sirviéndose, en vez de navaja, de una uña córnea, color de ámbar oscuro, porque la había tostado el fuego de las apuradas colillas.
Ildara soltó el peso en tierra y se atusó el cabello, peinado a la moda «de las señoritas» y revuelto por los enganchones de las ramillas que se agarraban a él. Después, con la lentitud de las faenas aldeanas, preparó el fuego, lo prendió, desgarró las berzas, las echó en el pote negro, en compañía de unas patatas mal troceadas y de unas judías asaz secas, de la cosecha anterior, sin remojar. Al cabo de estas operaciones, tenía el tío Clodio liado su cigarrillo, y lo chupaba desgarbadamente, haciendo en los carrillo dos hoyos como sumideros, grises, entre el azuloso de la descuidada barba.
Sin duda la leña estaba húmeda de tanto llover la semana entera, y ardía mal, soltando una humareda acre; pero el labriego no reparaba: al humo ¡bah!, estaba él bien hecho desde niño. Como Ildara se inclinase para soplar y activar la llama, observó el viejo cosa más insólita: algo de color vivo, que emergía de las remendadas y encharcadas sayas de la moza… Una pierna robusta, aprisionada en una media rojaLas medias rojas son un símbolo que, con un color marcado, hace notar cómo ella se encuentra atrapada: no importa si se queda o si sale, los hombres van a maltratarla. Insinúa la idea de la prostitución, que en aquel entonces fue un gran miedo para los migrantes (Iglesias 149)., de algodón…
—¡Ey! ¡Ildara!Bazan usa diálogo para marcar el problema en el cuento y el carácter abusivo de los hombres.
—¡Señor padre!
—¿Qué novidáLa palabra «novidá» es gallego. Significa «novedad» en castellano (Dicionário da Real Academia Galega). es ésa?
—¿Cuál novidá?
—¿Ahora me gastas medias, como la hirmánLa palabra «la hirmán» es gallego. La palabra es una mezcla de «hermano» y «amado» en castellano. En este contexto significa «hermano» (Olavide 41). del abade?La palabra «abade» es gallego. Significa «superior de un convento o monasterio» en castellano (Dicionário de Real Academia Galega).
Incorporóse la muchacha, y la llama, que empezaba a alzarse, dorada, lamedora de la negra panza del pote, alumbró su cara redonda, bonita, de facciones pequeñas, de boca apetecible, de pupilas claras, golosas de vivir.
—Gasto medias, gasto medias —repitió, sin amilanarse—. Y si las gasto, no se las debo a ninguén.
—Luego nacen los cuartos en el monte —insistió el tío Clodio con amenazadora sorna.
—¡No nacen!… Vendí al abade unos huevos, que no dirá menos él… Y con eso merqué las medias.
Una luz de ira cruzó por los ojos pequeños, engarzados en duros párpados, bajo cejas hirsutas, del labrador… Saltó del banco donde estaba escarrancado, y agarrando a su hija por los hombros, la zarandeó brutalmente, arrojándola contra la pared, mientras barbotaba:
—¡Engañosa! ¡engañosa! ¡Cluecas andan las gallinas que no ponen!
Ildara, apretando los dientes por no gritar de dolor, se defendía la cara con las manos. Era siempre su temor de mociña guapa y requebrada, que el padre la mancase, como le había sucedido a la Mariola, su prima, señalada por su propia madre en la frente con el aro de la criba, que le desgarró los tejidos. Y tanto más defendía su belleza, hoy que se acercaba el momento de fundar en ella un sueño de porvenir. Cumplida la mayor edad, libre de la autoridad paterna, la esperaba el barcoBazán nació en A Coruña, Galicia, España. A Coruña era un puerto importante en los Siglos XIX y XX para la migración del país a América y por eso había muchos barcos allí., en cuyas entrañas tanto de su parroquiaEspaña es un país católico. Hay por lo menos una iglesia o «parroquia» en cada barrio a la que los vecinos asisten. y de las parroquias circunvecinas se habían ido hacia la suerte, hacia lo desconocido de los lejanos países donde el oro rueda por las calles y no hay sino bajarse para cogerloEsta frase es una alusión literaria, ya que indirectamente habla sobre la inmigración con la esperanza de una mejor vida. La inmigración durante los principios del Siglo XX jugó una función significativa especialmente dentro de la literatura.. El padre no quería emigrar, cansado de una vida de labor, indiferente de la esperanza tardía: pues que se quedase él… Ella iría sin faltaIldara quiere escapar porque viajar es la libertad ejemplificada. La autora, Emilia Pardo Bazán, tenía una vida privilegiada y por eso viajaba por Europa mucho con sus padres, su marido, y después de la separación, sola.; ya estaba de acuerdo con el gancho, que le adelantaba los pesos para el viaje, y hasta le había dado cinco de señal, de los cuales habían salido las famosas medias… Y el tío Clodio, ladino, sagaz, adivinador o sabedor, sin dejar de tener acorralada y acosada a la moza, repetía:
—Ya te cansaste de andar descalza de pie y pierna, como las mujeres de bien, ¿eh, condenada? ¿Llevó medias alguna vez tu madre? ¿Peinóse como tú, que siempre estás dale que tienes con el cacho de espejo? Toma, para que te acuerdes…
Y con el cerrado puño hirió primero la cabeza, luego, el rostro, apartando las medrosas manecitas, de forma no alterada aún por el trabajo, con que se escudaba Ildara, trémula. El cachete más violento cayó sobre un ojo, y la rapaza vio como un cielo estrellado, miles de puntos brillantes envueltos en una radiación de intensos coloridos sobre un negro terciopeloso. Luego, el labrador aporreó la nariz, los carrillos. Fue un instante de furor, en que sin escrúpulo la hubiese matado, antes que verla marchar, dejándole a él solo, viudo, casi imposibilitado de cultivar la tierra que llevaba en arriendo, que fecundó con sudores tantos años, a la cual profesaba un cariño maquinal, absurdo. Cesó al fin de pegar; Ildara, aturdida de espanto, ya no chillaba siquiera.
Salió fuera, silenciosa, y en el regato próximo se lavó la sangre. Un dienteLa descripción «bonita, juvenil…» explica la belleza de Ildara, joven y hermosa. La pérdida del diente es un símbolo de la pérdida de su belleza y juventud. bonito, juvenil, le quedó en la mano. Del ojo lastimadoSu ojo lastimado también tiene importancia. Antes de la paliza, ella tenía una perspectiva amplia y grandes sueños, pero ahora no puede ver, literal y figuradamente., no veía.
Como que el médico, consultado tarde y de mala gana, según es uso de labriegos, habló de un desprendimiento de la retina, cosa que no entendió la muchacha, pero que consistía… en quedarse tuerta.
Y nunca más el barco la recibió en sus concavidades para llevarla hacia nuevos horizontes de holganza y lujo. Los que allá vayan, han de ir sanos, válidos, y las mujeres, con sus ojos alumbrando y su dentadura completa…
Bazán, Emilia Pardo. «Las Medias Rojas». Por Esos Mundos, Almanaque, Ed. D. José del Perojo, Nuevo Mundo, 1914. HathiTrust. catalog.hathitrust.org/Record/009366600.
«Emilia Pardo Bazán». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. cervantesvirtual.com.
Dicionario Portada. Ed. Manuel González González. 2012. Real Academia Galega. academia.gal/dicionario. Accedido 29 marzo 2017.
Iglesias, Christina. «‘Eveline’ y ‘Las Medias Rojas’: Joyce, Emilia Pardo Bazán, and the Emigration Question». Papers on Joyce. Iberjoyce, 2011. siff.us.es.
McLoughlin, Connor. «Free Women of Spain». Anarchist Women in the Spanish Civil War. struggle.ws.
Olavide, Esperanza Ruiz. Lírica Popular De Primera Persona Femenina En inglés y En español. Editado por Augustín García Calvo, Madrid, Universidad Complutense De Madrid, Vicerrectorado De Extensión Universitaria, 2002, eprints.ucm.es. Accedido 29 marzo 2017.
Pardell, Agnès. «Women and Politics in Spain». SJFE: Women and Law in Europe. 1997. helsinki.fi.
Mercedes de Velilla y Rodríguez, poeta y dramaturga, nació el 24 de septiembre de 1852 en Sevilla, España. Ella comenzó a escribir a una edad temprana, y recitó sus poemas en público por primera vez a los 10 años. Su familia participó en los círculos literarios de Sevilla, y así la autora conoció a poetas y dramaturgos que la apoyaron. Su primer libro de poesía fue Ráfagas, una colección de poemas publicada en 1873, que la ganó renombre en los círculos literarios del país. Publicó su poesía en varias revistas destacadas de Sevilla, Andalucía, y Madrid. Pocas mujeres dramaturgas tenían acceso al teatro comercial antes de mediados del siglo XIX, pero después del éxito de Gertrudis Gómez de Avellaneda, docenas de mujeres españoles como Velilla y Rodríguez consiguieron oportunidades de participar en esta producción cultural. (Gies 436).
El teatro español en la segunda mitad del siglo XIX se construyó sobre la ansiedad de la clase media sobre su estabilidad política y económica; la sociedad española se analizó a sí misma a través del discurso del teatro, debatiendo temas, enfrentando problemas y encontrando formas de evitar conflictos que no deseaba enfrentar directamente (Gies 438). Movimientos literarios como el costumbrismo y el realismo avanzaron el discurso sobre la identidad nacional de España y enfrentaron los problemas sociales de la época, mientras un resurgimiento de Romanticismo extendía su influencia sobre la producción literaria. Toda la obra de Velilla y Rodríguez tiene un tono nostálgico, que la vincula con este resurgimiento del Romanticismo.
El siglo XIX fue una época de conflicto violento y cambio radical en la política de España. Las guerras carlistas entre los conservadores y los liberales no terminaron hasta 1876, el mismo año en que se estrenó El vencedor de sí mismo, la primera obra teatral de Velilla y Rodriguez. Este drama en verso, con escenario en la Sevilla del siglo XIII, examina el conflicto interno del protagonista Garci Perez instigado por un conflicto amoroso durante las guerras de la Reconquista. La temática medieval idealizada y la estructura de la obra siguen las tradiciones literarias de España, y la recepción crítica fue muy positiva. Los guiones de obras teatrales exitosas típicamente fueron impresos para distribución pública, y después del éxito en el teatro Cervantes de Sevilla, El vencedor de sí mismo se publicó de inmediato.
Desafortunadamente, el próximo año, 1877, la situación económica de la familia de Velilla y Rodríguez se empeoró rapidamente con la muerte de su padre. Entonces, ella trasladó a Camas, una localidad de Sevilla, donde trabajó en la administración de una escuela pequeña. Sin embargo, no ganó lo suficiente para vivir. Su pobreza llegó a tal extremo que se publicaron varias reclamaciones pidiendo auxilio, pero los defensores de Velilla y Rodríguez no previno su perdición. Finalmente, falleció el 12 de agosto de 1918 por inanición. Este mismo año, se publicó otra colección de sus poemas bajo el título Poesías y se puso su nombre a una calle de Sevilla. Además, se erigió una estatua en su honor que se puede ver en Camas, Sevilla.
Este texto es reproducido de: Velilla y Rodríguez, Mercedes de. El vencedor de sí mismo: cuadro dramático en un acto y en verso. Madrid : Administración Lírico-dramática, 1876. archive.org.PERSONAJES
ZÁIRA
GARCI PEREZ DE VARGAS
ABEN-AMIR
BERMUDO
La acción pasa en Sevilla: año 1248.En el año 1248, Fernando III conquistó la ciudad de Sevilla, durante la época de la Reconquista.
Salón árabe, convenientemente decorado; puertas laterales y al foro: á la izquierda mesa y sillón.—Aparecen Aben-Amir, sentado, y Bermudo, de pié.
BERMUDO. Yá lo veis: nuestro es el triunfo.
ABEN-AMIR. No sin que por largo tiempo
lo esperáseis.
BERMUDO. Prolongada
fué la resistencia, es cierto.
Mas todo inútil ha sido;
los árabes sucumbieron,
y el ejército cristiano
de su valor halla el premio:
Sevilla rindióse, al fin….
ABEN-AMIR. Á rudas pruebas cediendo.
BERMUDO. Y la victoria anhelada.
que así nos concede el cielo,
la noble empresa corona
del rey Fernando tercero.El rey Fernando III, también conocido como San Fernando, conquistó varias ciudades musulmanas durante su reino («Ferdinand III»).
ABEN-AMIR. Nada logró la constancia; (Con tristeza.)
se ha extinguido, se ha deshecho
nuestra esperanza postrera:
la ciudad, que ahora perdemos,
tuvo sobre sus murallas
otras de valientes pechos
de sus tristes moradores.
BERMUDO. Todos se están disponiendo
á abandonar sus hogares,
á buscar en los desiertos
del África nuevo asilo,
su vano orgullo abatiendo.
Que se alejen, que abandonen
este conquistado suelo
que yá no les pertenece.
ABEN-AMIR. ¡Infelices…. y con ellos
no puedo yo compartir
su dolor, que será inmenso!
¡Y miéntras ellos se alejan, (para si)
amargo llanto vertiendo,
en inacción vergonzosa
entre estos muros me quejo!.
Hoy, con horror mirarla
mi existencia, si un recuerdo,
de mi corazón querido,
no viniese á darme aliento.
Y ella también partirá,
tal vez mi destino fiero
ignorando…. ¡Y no es posible
que yo abandone este encierro!
¡Oh! por lo que más queráis,
(Levantándose, á Bermudo.)
dadme mis armas, y luégo
dejad que salga: dejadme
que vaya á morir….
BERMUDO. No puedo.
De Garci Pérez de Vargas
mi señor, sois prisionero,
y él me ordena que os vigile,
que no os pierda ni un momento
de vista; yo no cumpliera
como honrado y como bueno,
no obedeciendo fielmente
á quien admiro y respeto.
Sólo al escuchar su nombre
cunde el terror en los vuestros.
Vos, en más de una ocasión
de su valor, de su esfuerzo
testigo fuísteis; le tiene
en alta estima y aprecio
el mismo rey don Fernando,
por lo ilustre de sus hechos.
ABEN-AMIR. Con él luché frente á frente, (Con arrogancia.)
en buena lid combatiendo,
yo osado, si él animoso,
si él altivo, yo soberbio.
Sin que rindiera el temor
el espíritu sereno,
á las mortales heridas
rindióse débil el cuerpo.
Cerré los ojos; extraños
rumores por mi cerébro
circularon; mi razón
dió moribundo destello,
y mi frente, en la caida,
bañóse en charco sangriento.
Y después….
BERMUDO. ¿No recordáis
lo que pasó?
ABEN-AMIR. No recuerdo;
mas sé que estuve dormido,
—¿por qué volví de aquel sueño?—
que, al despertar, pretendí
volver á ocupar mi puesto….
BERMUDO. Y que no hallásteis salida….
ABEN-AMIR. Nó, porque me hallaba preso.
BERMUDO. De mi señor la nobleza
es conocida en extremo,
y es en la paz compasivo
cuanto es en la guerra fiero.
¡Oh! su valor y fiereza
no tienen igual, lo apuesto.
Una tarde caminaba
por el real; echó menos
de la armadura una pieza,
que distinguió allá á lo léjos
entre el polvo del camino,
y atrás volvió con denuedo,
para recogerla. Al sitio
llegaron, al propio tiempo,
en sus fogosos corceles,
siete árabes caballeros.
Vargas recogió la pieza
de la armadura, entre ellos,
que, cobardes ó admirados,
lidiar con él no quisieron.
ABEN-AMIR. Yo del caudillo cristiano
conozco bien el esfuerzo,
y la piedad compasiva
de que yo soy vivo ejemplo.
Aquí, en su casa, en el nombre
no más, soy yo prisionero,
(Pausa.)
¿Y AxatafAxataf fue el nombre del caíd (gobernador) de Sevilla en el momento de la conquista por Fernando III., rey sin ventura
de este desdichado pueblo
vive?
BERMUDO. Sí; ayer en las manos
del rey Fernando tercero
las llaves de la ciudad
puso, y con su triste séquito
la abandonó, lamentando
la destrucción de su reino.
Sevilla nos da revancha
del Guadalete funesto.
ABEN-AMIR. ¡Callad!
BERMUDO. Olvidé que vos
no debéis estar contento;
renunciad á vuestra ley
y á ese profeta embustero;
hacéos cristiano….
ABEN-AMIR. Jamás
olvidaré los preceptos
de mi fé, y os lo suplico,
Bermudo, no hablemos de eso.
BERMUDO. Yo, por vuestro bien….
ABEN-AMIR. ¿Quién llega?
BERMUDO. (Asomándose á la puerta del foro.)
Mi señor.
ABEN-AMIR. Guardo silencio.
GARCI PEREZ. La ciudad he recorrido (Aparte.)
sin descubrir su morada….
¡Si habrá partido! ¡Quién sabe…!
Aún no pierdo la esperanza.
BERMUDO. Señor….
GARCI PEREZ. Bermudo; ¿aquí estás?
(Adelantando al proscenio.)Proscenio: Parte del escenario de un teatro más inmediata al público.
BERMUDO. Há tiempo que os esperaba
con impaciencia; temia
que alguna vil emboscada
de esos traidores….
GARCI PEREZ. Vencidos están, no temas su saña;
los árabes yá no piensan
más que en llorar su desgracia.
¿Y vos, de vuestras heridas (A Aben-Amir.)
cómo os sentís?
ABEN-AMIR. No me faltan
las fuerzas, para arrastrar
de mi existencia la carga;
mas me faltan, para ver
la humillación de mi raza,
el dolor de mis hermanos,
la pérdida de mi patria.
GARCI PEREZ. Quiso conceder el cielo
la victoria á nuestras armas,
y hoy la cruz tiende sus brazos
á la ciudad conquistada.
La cruz, emblema de gloria,
sobre sus muros se alza,
como augusto centinela
que la defiende y la guarda.
ABEN-AMIR. También así, en otro tiempo,
sobre su fuerte muralla,
en defensa del Islam,
la media luna se alzaba,
y era el nombre de Mahoma
aclamado en toda España.
BERMUDO. Breve fué aquella victoria; (con asperezaAspereza: Resentimiento arraigado y tenaz (Diccionario de la lengua española).)
que en las astures montañas
Pelayo el noble pendón
alzó de la fé cristiana,
que yá en Córdoba y Sevilla
victoriosa se levanta,
y al África irá también
cuando os echemos al África.
ABEN-AMIR. ¡Villano! (Indignado.)
BERMUDO. ¡Á mí!…
(Queriendo acometerle: Garci Pérez se interpone entre ámbos.)
ABEN-AMIR. Perdonad,
que no supo mi arrogancia
contenerse; yo no puedo
escuchar esas palabras,
que la humillación presente
han renovado en mi alma.
GARCI PEREZ. Comprendo vuestro dolor,
que Garci Pérez de Vargas
sabe muy bien cuánto puede
el santo amor de la patria.
ABEN-AMIR. Así, para no enojaros
con estas quejas amargas,
permitid, caudillo ilustre,
que me retire á esa estancia.
(Garci Pérez hace seña á Aben-Amir de que puede retirarse; éste saluda y entra por la primera puerta de la izquierda.)
BERMUDO. El prisionero es altivo, (con rencor.)
GARCI PÉREZ. Su justo dolor demuestra,
y tan noble dignidad
en su favor me interesa.
Su vida tengo en mi mano,
mas debo….
BERMUDO. Señor, que muera:
tened sordos los oidos
á sus ruegos y á sus quejas.
GARCI PÉREZ. Calla, Bermudo: no quiero
atentar á su existencia:
con la sangre derramada
aún está roja la tierra;
vencimos; ¿para qué, ahora,
inútilmente verterla?
Luégo, tal vez, de su suerte
decidiré…. (si me deja
un momento de reposo
este afán que me atormenta.
Y no saber….)
BERMUDO. Perdonad
que á decíroslo me atreva,
mas noto en vos, á fé mia,
no sé qué extraña tristeza;
os encuentro hablando á solas,
os consume la impaciencia,
y apénas llegáis á casa
volvéis á salir: ¿qué ideas
turban vuestro pensamiento
que, así, de inquietud os llenan?
Digno de tal confianza
no soy, señor; mas me lleva
el interés que os profeso
á preguntaros….
GARCI PÉREZ. Yá es fuerza,
Bermudo, que el labio diga
el afán que así me inquieta.
No es extraño que en mi frente
oscura nube aparezca,
ni que se marque en mi rostro
de dolor profunda huella;
es que guardo una memoria,
memoria que el alma quema;
es que un afecto escondido
constante mi pecho encierra;
afecto que cada dia
se engrandece y se renueva.
Ocultándolo he vivido,
y áun de mí mismo quisiera
haberlo ocultado; inútil
empeño; fué más intensa
mi pasión, á cada hora,
y hoy mi espíritu encadena.
BERMUDO. ¿Qué me decís? Yá comprendo
vuestro pesar; que la ausencia
y el amor….
GARCI PÉREZ. ¡Si no está ausente
la que es causa de mis penas!
Ella en la ciudad vivia….
BERMUDO. ¡En la ciudad…! pero….
GARCI PÉREZ. Ella
á eterno y triste destierro
hoy condenada se encuentra.
Ella, por ser musulmana,
de aquí por siempre se aleja….
Tal vez yá….
BERMUDO. ¿Pero es posible
GARCI PÉREZ. Aunque extraño te parezca,
la amo, sí, desde aquel día
en que admiré su belleza.
No sé qué genio fatal
á su recuerdo sujeta
mis sentidos; vanamente
mi alma en olvidar se empeña;
¡cuando más quiero olvidarla
miro su imágen más cerca!
BERMUDO. Ved, señor, que os humilláis;
que olvidáis vuestra nobleza;
es locura dar abrigo
á esa pasión, que se estrella
obstáculo invencible:
tan sólo un camino os queda,
emprendedlo.
GARCI PÉREZ. ¡El del olvido!
¡La olvidára, si pudiera!
BERMUDO. Es preciso.
GARCI PÉREZ. De ella en pos«En pos de» significa «en búsqueda de» o seguimiento.
secreto impulso me lleva;
mas, en vano, en la ciudad
la busco con insistencia,
que no he podido, hasta ahora,
descubrir ninguna huella.
Su dulce imágen buscaba (con entusiasmo.)
medio de la contienda,
y hasta el muro, temerario,
entre una nube de flechas
llegué, en más de una ocasión,
esperando, acaso, verla.
Bendecia mis victorias,
que me acercaban á ella,
y hoy la busco y no la encuentro….
BERMUDO. ¿No sale su raza entera
de la ciudad? Es posible
que esté léjos….
GARCI PÉREZ. Tal vez muerta
en la universal ruina
quedó…. y acaso mi diestra (con espanto.)
en el furor del combate
muerte espantosa le diera….
Nó, imposible; que el acero
quedára inmóvil, y yerta
mi mano; que aunque los ojos,
ciegos, no la conocieran.
sé que el corazón sabría,
sin vacilar, conocerla.
BERMUDO. Ved, señor, que es musulmana,
sigue la ley del Profeta,
y vos sois noble y cristiano.
No alentéis esas quimeras.
GARCI PÉREZ. Desde mis años primeros
su imágen está aquí impresa,
y es imposible borrarla;
nada dirás que no sepa.
No me repliques, y solo
déjame con mis ideas.
(Váse Bermudo por el foro.)
GARCI PÉREZ. Presa de invencible afán
agito…. No sé qué siento….
¿Qué es esto?… En mi pensamiento
parece que arde un volcan.
¿Por qué mi mente se afana,
cuando así la calma pierdo,
en dar asilo al recuerdo
de la hermosa musulmana?
¿Cómo el tiempo no ha borrado
su imágen de mi memoria?
¿Por qué no encuentro esa gloria
con que despierto he soñado?
No lo sé…. Lucho y me agito,
paz el alma en vano espera;
¡desdichada prisionera,
que sueña con lo infinito!
Llena de encanto y misterio
roba una imágen mi calma,
y esclava haciéndose el alma
ciega se rinde á su imperio.
¿Yo, en las lides vencedor,
me humillo, á un recuerdo, así…?
Para arrancarlo de aquí,
¿por qué me falta el valor?
En pos de un sueño me lanzo
con afán que yá me asombra,
y ¡ay! tal vez sigo una sombra
que huye más, si más avanzo.
¡Imágen, que siempre estás
fija en mí, que siempre veo,
ó calma, al fin, mi deseo,
ó no me atormentes más!Esta escena es un soliloquio, que se utiliza comúnmente para expresar las emociones de un personaje a la audiencia
BERMUDO. Señor….
GARCI PÉREZ. ¿Qué pasa?
BERMUDO. Desea
hablaros, con viva instancia,
una mujer…. una mora….
GARCI PÉREZ. ¿Una mora, dices? Habla.
¿Viene sola?
BERMUDO. aaaa. Nó, señor,
que una anciana la acompaña.
GARCI PÉREZ. ¿Quién podrá ser?… Al momento
déjale libre la entrada, (Váse Bermudo.)
Una mora…. Una mujer…. (Agitado.)
¡Qué es lo que siento en el alma!
ZÁIRA. Al fin le veré …. (En el foro.)
GARCI PÉREZ. Hasta aquí
llega sin temor…. ¿Qué miro? (Adelántase Záira.)
¿Es realidad, ó deliro?
ZÁIRA. No comprendo….
GARCI PÉREZ. ¡Es ella, sí! (Con alegría.)
ZÁIRA. ¿Me conoces?
GARCI PÉREZ. Sí; la suerte,
no sé si amiga ó tirana,
ha querido, musulmana,
que llegara á conocerte.
Mas tú….
ZÁIRA. Nunca te vi yo….
GARCI PÉREZ. Te conozco, aunque te asombre….
ZÁIRA. Yo, hasta aquí, sólo tu nombre,
que alta gloria mereció. (Con amargura.)
GARCI PÉREZ. ¡Dios, sin duda, es quien te envia
para dar fin á me anhelo!
ZÁIRA. ¿Qué dices?
GARCI PEREZ. Que quiere el cielo (Arrebatado.)
cumplir la esperanza mia.
Que harto tiempo, fatigado,
por una ilusión viví,
y que hoy, al mirarte aquí,
encuentro el bien deseado.
Siento en el alma brotar
nueva vida, y luz ansiada….
ZÁIRA. (Ese acento, esa mirada, (Con temor.)
¿qué me quieren revelar?)
GARCI PÉREZ. (Contemplándola.)
¡Oh! ¡qué hermosa! Al fin no fué
de un sueño imágen fingida….
ZÁIRA. Perdona, si, decidida,
á tu morada llegué.
Hoy de tu nobleza espero
que, calmando mi ansiedad,
conceda la libertad
á un infeliz prisionero.
Muerto en la lid le juzgaba,
y por él corrió mi llanto;
mas he sabido, entretanto,
que en tu poder se encontraba.
GARCI PÉREZ. ¿Tú, del prisionero en pos, (Receloso.)
vienes aquí?
ZÁIRA. Yá lo oiste;
juntos, nuestra suerte triste
maldecirémos los dos.
GARCI PÉREZ. Mas, dime, ¿con él qué lazos
te unen?
ZÁIRA.Delgado fe (Revelar no quiero….)
Mi hermano es el prisionero…. (Fingiendo.)
sí, devuélvelo á mis brazos.
Harto pesar, harto duelo
hoy mi existencia envenena….
Su libertad á mi pena
será un inmenso consuelo.
Los dos podrémos partir
de este suelo sin fortuna,
que si miró nuestra cuna
no quiere vernos morir.
GARCI PÉREZ. ¡Oh! luego aquí le verás,
que á tu acento irresistible
me rindo…. Mas no es posible
que partas…. No partirás
ZÁIRA. ¿Por qué? Los árabes son
lanzados de aquí….
GARCI PÉREZ. Lo sé;
pero tú, tú nó….
ZÀIRA. ¿Por qué?
GARCI PÉREZ. Porque…. (¡Calla, corazón!)
ZÁIRA. No te entiendo….
GARCI PÉREZ. ¡En vano lucho!
ZÁIRA. ¿Por qué, dime, tal porfía?
GARCI PÉREZ. ¡Porque te amo, desde el día
en que te ví!
ZÁIRA. ¡Tú! ¡Qué escucho! (Con terror.)
GARCI PÉREZ. (Apasionadamente.)
Sí, te vi y te amé; tu acento
mi amor oculto ahora inflama,
que se engrandece la llama
si es movida por el viento.
Tu recuerdo, tu memoria
han sido mi única idea
enmedio de la pelea,
y al conseguirla victoria.
Mira, pues, si hoy, que la suerte
me ofrece tanta ventura,
no dudaré, en mi locura,
si sueño, ó no sueño, al verte.
ZÁIRA. ¡Oh, no sé cómo te oí!
Tienes razón, estás loco,
ó te estimas en muy poco,
y en ménos, tal vez, á mí.
Te olvidas de que á los dos
nos separa un hondo abismo,
de tu raza, de tí mismo,
y te olvidas de tu Dios.
GARCI PÉREZ. ¡De mi Dios! El nombre suyo
no olvido, que si también
vieras en mi amor tu bien,
cual lo imagino en el tuyo;
si tú, por dicha, me amáras,
á tu falso Dios dejando,
la ley de Cristo abrazáras.
Y entonces, esposa mia
fueras á la faz del mundo;
yo, con cariño profundo,
sélo por tí vivirla.
Para mandarme, tu acento
fuera inútil; me bastára
sólo mirarte á la cara
para ver tu pensamiento.
ZÁIRA. ¡Oh! Calla, hablándome así
nueva amargura me diste;
por mi mal me conociste.
GARCI PÈREZ. ¡Por mi bien te conocí!
Oye—y seca ántes el lloro—
cómo ha nacido este amor. (Páusa.)
De mi rey embajador,
con cartas para el rey moro,
aquí llegué, tiempo há,
ántes de hallarse cercada
la ciudad que conquistada
fué por don Fernando yá.
Entonces al lado mió
pasaste deslumbradora….
¡Eras tú brillante aurora,
y yo un espacio sombrío!
El rayo me iluminó
de tu mirada serena:
su dulce luz, que enagena,
en mí este fuego encendió.
ZÁIRA. ¡Pluguiera á Alá que en tu senda
nunca me hubieses hallado!
GARCI PÉREZ. También á verte he llegado
en la pasada contienda.
Después de ruda batalla,
de mi rey fiel mensajero,
en un caballo ligero
cerca fui de la muralla.
Vago y naciente pesar
sintiendo en el corazón,
del cielo por la extensión
dejé mi mente vagar.
Y elevé, con fé constante,
mi espíritu de la tierra,
y de la sangre y la guerra
me olvidé por un instante.
Percibió extraño rumor
el ginete distraido;
prestó atención, y á su oido
llegó un doliente clamor.
Entónces, con hondo anhelo,
dejé el cielo á que subí,
bajé los ojos, te vi,
y hallé en la tierra otro cielo.
Tú, pálida, conmovida,
posabas la blanca mano
sobre el pecho de un anciano
que estaba inmóvil, sin vida.
ZÁIRA. ¡Mi padre!
GARCI PÉREZ. En rudos enojos
tú lamentabas tu suerte,
bañando aquel cuerpo inerte
con el llanto de tus ojos.
Á tí, después, me acercó
no sé qué poder secreto,
y un misterioso respeto
de tí también me alejó.
Y al alejarme, sentia
que el alma me abandonaba,
que miéntras yo me alejaba
el alma á tí se volvia.
Quedaron contigo allí
mi paz, mi dicha, mi calma,
y hasta el alma…. que mi alma
desde entónces vive en tí.
ZÁIRA. No debo más escucharte,
Garci Pérez, sella el labio,
ó de aquí al punto…. (Hace ademan de irse.)
GARCI PÉREZ. ¿Te agravio,
mi delirio al revelarte?
¡Imposible! En vano aspiro
á decirte lo que siento,
que ante tí, mi pensamiento
se convierte en un suspiro.
ZÁIRA. ¡Por compasión! basta yá;
vine aquí por una vida;
sin ella, de muerte herida,
Záira de aquí partirá.
Halle en tu pecho clemencia….
No me niegues, inhumano,
la libertad de un hermano….
¿Qué te importa mi existencia?…
Yo…. ¿qué soy? Un pobre sér
á quien hoy la suerte inmola;
débil, por hallarme sola,
infeliz, por ser mujer.
CaudilloCaudillo: jefe absoluto de un ejército. (Diccionario de la lengua española) tú de ese bando
que nos vence y nos condena,
hasta escarneces mi pena
de amor y de dicha hablando.
Del cristiano al fiero empuje
todo cede, todo cae:
fiera es que la sangre atrae,
y por ella ansiosa ruge.
Aquí un anciano se queja
y al hijo venganza implora;
allí una familia llora
mirando el hogar que deja.
El hogar donde vivieron
y eterno amor se juraron,
en donde juntos gozaron
y juntos también sufrieron.
Y dicen, volviendo atrás
el rostro, en llanto bañado:
—¡Adiós, mi hogar adorado,
que no he de volver jamás.—
¡Oh, si vieses tal dolor,
si sufrieras como ellos,
no imagináras tan bellos
los láuros del vencedor!
GARCI PÉREZ. ¡Oh! no sé qué extraña duda
en mí tu acento derrama. . .
ZÁIRA. Una promesa reclama
mi afán; termine la ruda
lucha que me hace morir;
haz que al prisionero vea,
aunque tal mi suerte sea
que sin él llegue á partir.
GARCI PÉREZ. Záira, calma tu pesar:
aquí le verás ahora.
ZÁIRA. Gracias.
GARCI PÉREZ. Quien así te adora,
nada te puede negar.
Del alma en lo más profundo
resuena tu voz querida….
Habla, y es tuya mi vida;
habla, y te conquisto un mundo.
Bermudo. (Llamando.)
BERMUDO. Señor….
GARCI PÉREZ. Aquí
al prisionero, al instante,
conducirás.
(Bermudo entra por la primera puerta de la izquierda.)
ZÁIRA. Anhelante
espero verle…. ¡Ay de mí!
(Sale Bermudo, precedido de Aben-Amir. Bermudo se retira, á una seña de Garci Pérez.)
ABEN-AMIR. ¡Záira! ¡Tú aquí! ¡Záira mia!
ZÁIRA.D (No atreviéndose á hablar, porque Garci Pérez los observa.)
¡Aben-Amir!
ABEN-AMIR. ¡No es un sueño!
¿Tú, con amoroso empeño,
vienes aquí?
GARCI PÉREZ. (¿Qué decia?)
ABEN-AMIR. ¿Tan soberano favor
le plugo á Alá concederme?
GARCI PÉREZ. (Dudan en hablar al verme….
No es de hermanos ese amor.)
ZÁIRA. Al fin á verte llegué…. (A Aben-Amir.)
GARCI PÉREZ. Záira, Aben-Amir, os dejo;
no mucho de aquí me alejo….
(¡Qué sospécha! ¡Volveré!)
Adiós, pues, (Váse por el foro.)
ZÁIRA. Alá te guarde.
ABEN-AMIR. Él os ampare y defienda.
ZÁIRA. ¿No moriste en la contienda? (Acércanse.)
ABEN-AMIR. Y me tengo por cobarde.
La muerte, con firme mano,
yo mismo darme debí,
y hubiera evitado así
verme en poder del cristiano.
ZÁIRA. ¡Oh! calla; ¿y de mí, qué fuera
si hubieses tú sucumbido?
Padre, hermanos, he perdido
durante la guerra fiera.
Sólo tu amor tengo yá,
que los otros que me amaron,
¡ay! al sepulcro bajaron.
¡Padre mió! (Llorando.)
ABEN-AMIR. ¡Záira!
ZÁIRA. ¡Ah!
Muerto también te creia,
sola me juzgué en la tierra;
mas terminóse la guerra
aunque no nuestra agonía,
y supe que prisionero
de Garci Pérez quedaste,
y que en la lid te mostraste
altivo, incansable y fiero.
Por tu libertad, por tí
aquí vine, estoy contigo;
ó tu libertad consigo, (Con decisión.)
ó muerta salgo de aquí.
Que eras mi hermano le dije
porque así más le moviera
á piedad…. si consiguiera….
ABEN-AMIR. ¡Cuánto dolor nos aflije!
Premio fué de valor tanto
derrota vil, triste duelo….
ZÁIRA. La sangre que tiñó el suelo
será borrada con llanto.
Quizás en distante zona, (Con inmenso dolor.)
donde sol extraño arde,
la última luz de la tarde
dará á mi frente corona,
sin que en ella, enamorado,
sorprendas tú mis enojos;
y yo, volveré los ojos,
llorando, al tiempo pasado,
y trayendo á la memoria
aquel tiempo en que gozaba
¡ay! diré, cómo se acaba
todo bien y toda gloria!
ABEN-AMIR. Solamente por tí vivo, (Consolándola.)
de tí mis consuelos vienen;
si cautivo aquí me tienen
¿ántes no fui tu cautivo?
Tus bellos ojos nubló
el llanto que de ellos brota:
sécalo: por cada gota
una vida diera yo.
Dime que en mí pensarás,
que mudanza en tí no cabe,
que aunque esto mi amor lo sabe
lo escucharé una vez más.
ZÁIRA. Mi acento te lo asegura,
sólo tú mi dicha labras;
¿cómo hablar dulces palabras
quien llena está de amargura?
ABEN-AMIR. De amor sin saber el nombre
yá nos juramos cariño
y fuiste la fé del niño,
luégo la ambición del hombre.
Tú eras naciente capulloCapullo: botón de las flores, especialmente de la rosa. (Diccionario de la lengua española)
oculto á traidor halago,
y era yo dormido lago
de dulce y blando murmullo.
ZÁIRA. La flor levantó su frente….
ABEN-AMIR. Y el lago fué despertando….
ZÁIRA. Los dos lo mismo anhelando.
ABEN-AMIR. Respirando el mismo ambiente.
ZÁIRA. Hoja no tiene la flor
que á tu acento no responda.
ABEN-AMIR. No tiene el lago una onda
que no murmure tu amor.
ZÁIRA. Aben-Amir, ¡qué tormento!
¿Oirá el ruego que le hice,
y libre…?
ABEN-AMIR. Que nó, me dice
un triste presentimiento,
Záira.
ZÁIRA. ¿Tanto desconfías?
ABEN-AMIR. Mucho.
ZÁIRA. Esa duda me mata.
ABEN-AMIR. ¿Destino que así nos trata
nos puede dar alegrías?
Tal vez sepulcro invisible
hay abierto á nuestros piés.
ZÁIRA. ¿Yá, para nosotros, es
toda ventura imposible?
ABEN-AMIR. Con tu acento más enciendes
el afán que me devora.
ZÁIRA. De aquí salgamos ahora;
vén conmigo….
ABEN-AMIR. ¿Qué pretendes?
¿Olvidas que una prisión
me reclama, Záira mia?
ZÁIRA. Llegó de romperla el dia:
huyamos de esta mansión.
Vén, ¿se atreverán, acaso,
á detenerme?
ABEN-AMIR. ¡Y lo duda!
ZÁIRA. Vamos yá, mi amor te escuda…
(Van á salir.)Soto
GARCI PÉREZ. Atrás.
ZÁIRA. ¡Garci Pérez!
GARCI PÉREZ. ¡Paso!
¡Vuestras palabras oí…. (Con furor.)
yá lo sé todo…. villanos…
os amáis…. no sois hermanos….
y me has engañado así!
ZÁIRA. ¡Garci Pérez!
GARCI PÉREZ. Juro á Dios
tomar venganza cumplida,
que está en mi mano la vida
y la suerte de los dos.
ZÁIRA. Tu noble piedad imploro (Suplicante.)
ABEN-AMIR. ¿Por qué nos amenazáis?
GARCI PÉREZ. ¡Porque la amo!
ABEN-AMIR. ¡Que la amáis! (Aterrado.)
GARCI PÉREZ. ¿Amarla? Nó, nó; la adoro.
La adoro; por ella vivo.
¡Mirad que amor debe ser
este, que me hace tener
envidia de mi cautivo!
Venturoso Aben-Amir,
Záira, que alientas su amor,
mi cólera y mi dolor
os tengo de hacer sentir.
ZÁIRA. ¿Qué dices?
ABEN-AMIR. ¿Preso y vencido
no os basta yá contemplarme,
y también queréis robarme
lo único que aún no he perdido?
¿Así me queréis quitar,
en mi desdicha inaudita,
lo que á ninguno se quita,
hasta el derecho de amar?
GARCI PÉREZ. Quiero, sí, no es culpa mia,
quiero de su amor la palma,
porque ella vive en mi alma
vertiendo luz como el dia.
Y hoy descubro su traición,
y eres tú su dueño amado…. (Van á habiarle.)
Nada digáis…. Se ha trocado
en odio la compasión.
ZÁIRA. Escúchame, por piedad,
y no dejes que así muera.
ABEN-AMIR. ¡Záira! (Con enojo.)
ZÁIRA. Por la vez postrera
te pido su libertad.
ABEN-AMIR. ¡No ruegues!
ZÁIRA. Tal beneficio
rendida espero á tus pies.
¡No es amor el que no es
capaz de algún sacrificio!
GARCI PÉREZ. ¡Aparta!
ZÁIRA. Mi pecho estalla,
y tú lo tienes de roca.
GARCI PÉREZ. Una palabra en tu boca
escuche, y es libre, (con intención.)
ZÁIRA. ¡Calla!
GARCI PÉREZ. ¡Da al olvido esa pasión!
ABEN-AMIR. ¡Nunca esperes que sucumba!
ZÁIRA. ¡Nó: tal vez hasta en la tumba
dé calor al corazón!
GARCI PÉREZ. Pues bien; yá que tu firmeza
pretendo en vano abatir,
no serán de Aben-Amir
tu cariño y tu belleza.
Él, cual yo, te perderá;
sola saldrás con tu llanto,
y ese, ese que adoras tanto
la cadena arrastrará.
ABEN-AMIR. ¡Yo esclavo!
ZÁIRA. ¡Terrible suerte!
ABEN-AMIR. Te engañas: libre he de ser.
GARCI PÉREZ. Tú!
ABEN-AMIR. ¡No alcanza tu poder
á hacer esclava á la muerte!
ZÁIRA. ¡Morir!
ABEN-AMIR. Záira, por favor,
aléjate.
ZÁIRA. ¡Alá me asista!
ABEN-AMIR. Sí, no añadas con tu vista
más dolor á este dolor.
GARCI PÉREZ. Á la pasión que arde en mí
hoy vuestra ventura inmolo. (Con desesperación.)
Yo también quedaré solo
cuando te alejes de aquí.
Él te pierde, yo te pierdo;
pero es más grande mi pena,
porque él no duda, que llena
tu mente con su recuerdo.
Y yo sé que si al dejarme
te merezco una memoria,
no será para mi gloria,
será sólo para odiarme.
(Se apoya en la mesa, ocultando el rostro.)
ABEN-AMIR. Adiós por siempre, bien mio,
regresa al África ardiente:
cuando ilumine tu frente
el rojo sol del estío,
sus rayos abrasadores
te evitarán placenteras,
con su sombra, las palmeras
que plantaron mis mayores.
ZÁIRA. ¡Adiós!
ABEN-AMIR. ¿Me dejas?
ZÁIRA. Los dos
separados vivirémos….
ABEN-AMIR. Nunca nos olvidarémos.
ZÁIRA. ¡Nunca!
ABEN-AMIR. ¡Nunca!
ZÁIRA. ¡Adiós!
(Llega á la puerta del foro, donde se detiene llorando )
ABEN-AMIR. ¡Adiós!
¡Mátame! (volviéndose á Garci Pérez.)
GARCI PÉREZ. ¿Matarte?
ABEN-AMIR. Sí,
pronto, completa tu obra,
porque la vida me sobra
sin ella….
GARCI PÉREZ. ¡También á mí!
Esperad…. ¿Qué es lo que siento?
Estoy loco…. Ella…. ¡Dios mio!
¿Y voy á ser tan impío
que me goce en su tormento?
¡Nó! Que llena de dulzura
mi voz en su pecho vibre….
Podéis salir…. Estáis libre.
ABEN-AMIR. ¡Ah! ¿Qué has dicho?
ZÁIRA. (viniendo al proscenio)
¡Qué Ventura!
¡Oh, gracias!
GARCI PÉREZ. Dejadme, á solas,
llorar muertas ilusiones….
¡que de este mar de pasiones
no se desbórden las olas!
¿Yo iba á hacer, en mi egoísmo,
tan grande vuestro dolor?
¡Mira si soy vencedor
que hasta me venzo á mí mismo!Como observa Romo Feito, «El vencedor de sí mismo» es una frase que aparece varias veces en Don Quijote, y el tema de «vencer a sí mismo» recurre a lo largo de la literatura española. Velilla y Rodriguez escribió varios poemas dedicadas a Cervantes, y la selección del título es indudablemente una referencia a Don Quijote.
ZÁIRA. ¡Oh! Mi eterna bendición
te irá siempre acompañando:
las que ahora estoy derramando
lágrimas de dicha son.
ABEN-AMIR. Te admiro; noble en la lid
¿cómo en la paz no lo fueras?
GARCI PÉREZ. Záira, Aben-Amir, ¿qué esperas?
¿Qué esperáis? Salid, salid.
No hagáis que en ruda porfía
conmigo otra lucha emprenda,
que no sé si en la contienda
otra vez me vencería.
ABEN-AMIR. Adiós.
ZÁIRA. Adiós.
GARCI PÉREZ. Adiós yá.
(Vánse Záira y Aben-Amir por el foro.)
¡Último adiós que me espanta!
¡Qué tristes ecos levanta
en mi corazón…! ¡Se va!
Amor, quiero que te escondas
donde paz al alma ofrezcas;
si te busco, no parezcas;
si te llamo, no respondas.
BERMUDO. Señor….
GARCI PÉREZ. Libertad le di.
BERMUDO. ¿Y esa mujer…?
GARCI PÉREZ. Era ella:
aquí la trajo mi estrella….
¡Amor, no salgas de aquí!
¡Amor, que en mí fuiste yerro,
confunda el cielo mi frente
cuando profanar intente
esta tumba en que te encierro!
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Clorinda Matto de Turner nació en Paullu Chico, una ciudad cerca de Cuzco en Perú, el 11 de noviembre 1852. Fue hija de Grimanesa Concepción Usandivares y Ramón Torres Mato. De niña, vivía con sus padres y sus hermanos en el campo, donde por la convivencia con la gente indígena aprendió la lengua quechua. Estas experiencias tempranas de la vida rural peruana tuvieron gran influencia en los temas más importantes de su escritura. De adolecesnte, recibió una beca para estudiar en el Colegio de Nuestra Señora del Mercedes en Cuzco. A los diecinueve años se casó son un inglés, John Turner, y la pareja trasladó a un pueblo cerca de Cuzco, donde con el apoyo de su esposo, Matto empezó su carrera literaria. Durante la destructiva Guerra del Pacífico (1879-1885), en cual Perú y Bolivia fueron aliados contra Chile, Matto participó activamente en los esfuerzos nacionales de la guerra, por ejemplo ofreciendo su casa como hospital por los heridos. También dialogó con diversas aproximaciones ideológicas con respecto a la modernización de la nación (Cornejo Polar 56).
A la muerte de su esposo, buscó trabajo en varios proyectos literarios, y eventualmente trasladó a Lima. Siguió trabajando como periodista en tiempos de posguerra, cuando Perú empezó una época de resurgimiento económico, político y social. En 1889, tomó la posición de directora general de El Perú Ilustrado, una de las publicaciones más importantes de la época, y así fue la primera mujer que dirigió un periódico diario en Latinoamérica (Berg). El mismo año se publicó su libro más famoso, Aves sin nido, una novela en cual criticó el cruel tratamiento de la gente indígena por la iglesia. Con esta novela inauguró el indigenismo, un movimiento literario que abogaba por la regeneración social del indio y criticaba el maltrato de la gente indígena por los élites. Luego de ser despedida de su puesto de trabajo en El Perú Ilustrado por sus publicaciónes anticlericales, por las cual la autora fue excomulgada, Matto de Turner fundó su propia imprenta, que ella nombró una imprenta «feminina»: La Equitativa (Valero Juan). También publicaba un periódico, llamado Los Andes, en que defendió el gobierno del general Andrés Avelino Cáceres.
El 17 de marzo de 1895 la oposición organizó un golpe de estado contra el gobierno de Cáceres. La casa y la imprenta de Matto De Turner fueron destruidas y la autora huyó del país. En su fuga pasó por Valparaíso, Santiago, Mendoza y finalmente llegó a Buenos Aires. El 14 de diciembre, en una conferenia, presentó su ensayo Las obreras del pensamiento en la América del Sur, en que defendió las contribuciones de las escritoras de Latinoamérica y insistió en la necesidad de incluir a las mujeres en cualquier ámbito intelectual. El próximo año, el ensayo se publicó en el primer volumen del Búcaro Americano, la revista literaria que Matto fundó y editó en Buenos Aires (Vargas Yábar 115-16).
Matto escribió durante el florecimiento de realismo, romanticismo, modernismo, y decadentismo; sin embargo, no subscribió a ningún movimiento literario en particular, sino utilizó todo el espectro de recursos literarios para abogar por la inclusión de las mujeres y la gente indígena en la modernización de Latinoamérica (Vargas Yábar 13, 118). En Buenos Aires, Matto fue profesora, tradujo varios libros del Antiguo Testamento al quechua, y escribió artículos que aparecieron en las publicaciones más destacadas de la época. Después de un largo viaje por europa, murió en Buenos Aires, Argentina, el 25 de octubre 1909.
La bondad, que da alientos tan gratos como aroma los juncos de la pampa, y no el merecimiento científico o literario, me franquea los escalones de esta tribuna, desde donde se han desarrollado temas ilustrativos para la humanidad y de vital interés para el adelanto intelectual argentino.
Invitada por el muy digno presidente del Ateneo,Un ateneo es una asociación cultural, generalmente de tipo científico o literario («Ateneo».) Los Ateneos literarios fueron instituciones importantes en Latinoamérica, pero durante muchos años los hombres no permitieron la participación de las mujeres en ellos. Cuando Matto dio su discurso en 1895, la admisión de mujeres en el Ateneo de Buenos Aires fue un cambio reciente, que Matto consideró un signo de desarrollo moderno en Argentina (Vargas Yábar 143). señor Carlos Vega Belgrano, para dar una conferencia pública, no podía responder a tan honrosa distinción de otra manera que, aceptándola con la expresión de una voluntad diligente.
Nada nuevo traigo.
Mujer, e interesada en todo lo que atañe a mi sexo, he de consagrarle el contingente de mis esfuerzos que, seguramente, en el rol de la ilustración que la mujer ha alcanzado en los postrimeros días del siglo llamado admirable, será un grano de incienso depositado en el fuego sacro que impulsa el carro del progreso, y, aunque éste no producirá la columna de luz que se levanta en los Estados Unidos del Norte,Matto consideró los Estados Unidos como modelo a seguir, sobre todo en cuestiones de modernización como la industrialización y la libertad de la mujer (Vargas Yábar 145). pretendiendo abarcar la América, él dará, siquiera, la blanquecina espiral que perfuma el santuario.
A semejanza de los Sannyassis-Nirwanys de los Vedas,Con esta referencia a los libros más antiguos de la literaturia de India, Matto «establece que desde tiempos remotos la mujer ha estado en busca de libertad y da cuenta del proceso a través del cual la mujer ha llegado a convertirse en sujeto productor y agente del progreso» (Vargas Yábar 120). que enseñaban en voz baja, en las criptas de los templos, plegarias y evocaciones que jamás se escribieron, la mujer, silenciosa y resignada, cruzó barreras de siglos repitiendo apenas, con miedoso sigilo, las mágicas palabras: libertad, derecho.
Así como del choque de la piedra pedernal y el acero brota la chispa, al golpe de dos martillazos, uno en el Gólgota, otro en la Bastilla, centelló la luz para la causa de la mujer, quedando en la ceniza del oscurantismo las cadenas que sujetaban su cuerpo y embrutecían su alma.
El cristianismo, con su antorcha novadora, despidió las tinieblas, y en las róseas claridades de la nueva era, apareció Jesús, quien, no permitiendo que se prosternara a sus pies la pecadora de Naim, practica la doctrina que enseña. El filósofo Dios de la dulce mirada y de túnica inconsútil, patrocina los derechos de la mujer, destinada a ser la compañera del varón, y, como la llama Jacolliot, descanso del trabajo; consuelo de la desgracia.
Su causa, empero, ¿quedaba triunfante al pie del árbol simbólico donde cayeron, como perlas de Oriente, las lágrimas de la enamorada de Magdala?
¡No!
Los obscurantistas, los protervos y los egoístas interesados en conservar a la mujer como instrumento del placer y de obediencia pasiva, acumulan el contingente opositor; la cámara obscura para lo que ya brilla con luz propia, sin fijarse en que, de la desigualdad absoluta entre el hombre y la mujer, nace el divorcio del alma y del cuerpo en lo que llaman matrimonio, esa unión mónstruo cuando no existe el amor.
La lucha se inició.
Por una parte batalla el Egoísmo, vestido con las ya raídas telas de la reyecía y el feudalismo; por otra, la Razón, engalanada con atavíos de la Libertad y alentada por la Justicia.
Lucha heroica entre lo viejo y lo nuevo: de la noche con la alborada, bajo el cielo republicano.
El último martillazo dado por los hombres de blusa rayada en los alcázares monárquicos, decidió el asunto, echando por tierra el carcomido edificio, y, de entre las ruinas del pasado oprobioso, aparece la figura de la mujer con arreos de la victoria, alta la frente, alumbrada por los resplandores de la inteligencia consciente; fuerte el brazo por el deber y la personería.
Surgen también espíritus retemplados con el vigor de los cuerpos sanos, que, estudiando la naturaleza y condiciones sociales de la época, comprendieron que postergar la ilustración de la mujer es retardar la ilustración de la humanidad; y nobles, se lanzan como paladines de la cruzada redentora.
En nuestro planeta, todo tiene que regirse por las leyes de la Naturaleza; por ellas el débil busca la protección del fuerte. La gota de agua vive de la nube; la nube de la mar. «La endeble enredadera busca la tapia para trepar el tronco del árbol para circundarlo». La mujer necesitaba el concurso del cerebro masculino para que, sirviéndole de guía, la condujera a la meta anhelada.
Ya tenía apoyo en el corazón del hombre ilustrado. La nube negra que escondía el astro de la personalidad de la mujer, vino a disiparse con la proclamación del principio sociológico: el trabajo con libertad, dignifica; el trabajo con esclavitud, humilla.
Las palabras del erudito tuvieron eco de repercusión simpática en la patria donde se rinde culto a esa libertad invocada en el altar de la igualdad.
Si queréis reinar sobre cuerpos de esclavos y sobre conciencias embrutecidas
– dice el autor que cité antes – hay un medio de sencillez sin igual que nos muestra la historia de las épocas vergonzosas: degradad a la mujer, pervertid su sentido moral y pronto habréis hecho del hombre un ser envilecido, sin fuerzas para luchar contra los más sombríos despotismos, ¡porque la mujer es el alma de la humanidad!
Pero bien.
La redención de toda esclavitud, el triunfo de toda idea grandiosa, han necesitado de sangre, como si el licor de la vida del hombre fuese el abono que los fructificara; sólo la causa de la ilustración de la mujer no ha necesitado más que paciencia, con el heroísmo del silencio, después, audacia sobre el pedestal de la perseverancia.
En estas condiciones se sembró la semilla que, germinando durante tan enorme lapso de tiempo, brotó y se desarrolla, con proporciones gigantescas en el terreno fértil de nuestra América.
Hoy, puede afirmarse que es ya el árbol fuerte como los cedros bíblicos, bajo cuya fronda trabajaban millares de mujeres productoras que, no sólo dan hijos a la patria, sino, ¡prosperidad y gloria!
Estas son LAS OBRERAS DEL PENSAMIENTO, de quienes voy a ocuparme en seguida.
No buscaremos en la patria de Washington el lago plácido para beber las noticias sobre el progreso intelectual de la mujer americana; que allá todo es grandioso, y, más de cuatro mil empleadas en el servicio civil del gobierno, más de tres mil periodistas, escritoras y traductoras; cerca de cuatro mil empleadas en las notarías, en los bancos y casas comerciales, y todo el cuerpo docente educacionista del estado, fuera de las que ejercen la cirugía y la medicina, nos dirían, parafraseando a Miss Alice Mc. Guilleway: el puente levadizo que cerraba la entrada de la mujer al palacio encantado del saber, del trabajo y de la fortuna, ha caído derribado para siempre por las exigencias de la época y la protección de los hombres.
El ilustre Bolet Peraza agregaría: escuelas, talleres, universidades, academias, cortes, tribunales: por todas partes la mujer en actividad fecunda. No hay que alarmarse por ese estallido de la antigua costra social que se resquebraja.
Es que la mujer toma posesión de sus derechos.
Es la sociedad que se perfecciona.
Es la humanidad que se completa.Aquí Matto De Turner usa anáfora, una figura retórica que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de una frase.
Concentremos nuestra mirada hacia las repúblicas del sur y centro de América: son las que más cerca interesan a nuestra raza y a nuestro idioma.
Para ocuparnos, de una vez, del estado de la ilustración de la mujer americana, la buscaremos en aquellas que, porta-estandartes de la legión empeñada en la gran evolución social, han desafiado, desde la ira alta, hasta el ridículo bajo, para ir siempre adelante con la enseña civilizadora.
Me refiero a las mujeres que escriben, verdaderas heroínas que, con el valor de Policarpa Salavarrieta, aceptando la muerte antes que delatar los secretos de su patria y con la convicción de los mártires en la verdad de la obra, luchan, día a día, hora tras hora, para producir el libro, el folleto, el periódico, encarnados en el ideal del progreso femenino.
Y ¿con qué aliciente?
La gloria. ¡Oh! la gloria, que casi siempre arroja sus laureles sobre el ataúd, donde han caído derribadas por el hambre del cuerpo o los supremos dolores del alma!
¡No importa!
Con la planta herida por los abrojos del camino y la frente iluminada por los resplandores de la fe en los destinos humanos, ellas, las obreras del pensamiento, continuarán laborando.A partir de este punto, Matto pasa de la argumentación filosófica a la evidencia concreta. En la sección más larga de su discurso, ofrece un recorrido exhaustivo de las autoras latinoamericanas de su tiempo.
La República Argentina, que tiene héroes de la guerra magna, porque sus madres supieron amamantarlos con el seno de las espartanas, habrá de enorgullecerse también de ser la patria de Juana Manuela Gorriti,Juana Manuela Gorriti se celebra como la autora latinoamericana más conocida del siglo XIX. Gorriti nació en Salta, Argentina pero su familia huyó a Bolivia para escapar la dictadura de Juan Manuel de Rosas. En Bolivia, Gorriti conoció a Juan Manuel Isidoro Belzú, hombre militar que sirvió como presidente de Bolivia en dos ocasiones. Gorriti separó de su esposo y se fue para Lima, donde fundó una escuela para niñas y varias revistas para mujeres (Scott 197-201). Gorriti también organizó la tertulia literaria más importante de Lima, a la cual Matto de Turner asistió a partir de 1877 (Valero Juan). muerta hace tres años, después de haber ilustrado su época con multitud de libros cuyo número me excusa de la enumeración. Juana Manuela, rodeada del respeto y de la admiración, no por haber sido esposa y madre de presidentes de una república, sino por haber sido escritora.
Eduarda Mansilla de García, la fantástica Eduarda, hermana de un general, madre de un marino distinguido, no vivirá en la posteridad por ellos, sino por sus obras.
Las de mayor notoriedad son, el libro de viajes y la novela titulada El médico de San Luis.
Josefina Pelliza de Sagasta, la noble dama de elevados pensamientos que escribió por la mujer y para la mujer; arrebatada a la vida en horas preciosas, dejó un volumen de Conferencias educacionistas filosóficas; y la señora Juana Manso, cuya labor sobre educación fue tan fecunda en resultados, son las mujeres argentinas que ya entregaron a Dios su espíritu abrillantado por la ilustración y purificado en el crisol del heroísmo porque ellas, más que las de la presente generación, tuvieron que sostener lucha tenaz contra las preocupaciones, pues lo que en Europa y América del Norte constituye una profesión honrosa y lucrativa, en América del Sur es casi un defecto.
Los nombres que he mencionado bastarían para la gloria literaria de un pueblo; no obstante, aún tengo otros que agregar: Ana Pintos, que tan galanamente maneja el idioma, escondida tras el seudónimo de Amelia Palma; Amalia Solano, de las nutridas revistas; Carlota Garrido de la Peña, autora de las novelas Mundana y Tila; María Emilia Passicót, Eufrasia Cabral, Aquilina Vidal de Bruss, María E. Cordero, Adela A. Quiroga, Isabel Coronado, María Luisa Garay, Elena Jurado, María Brown Arnold de González, Benita Campos, Elía M. Martínez, Yole Zolezzi, Macedonia Amavet, C. Espinosa, la señora de Fúnes y algunas otras que tal vez no he alcanzado a conocer, son, pues, las que hoy forman la legión de honor en la patria de Alberdi y de Sarmiento,Domingo Faustino Sarmiento escribió Facundo: Civilización y barbarie durante su exilió de Argentina, en lo cual denunció el gobierno del entonces presidente Rosas. Regresó después de la derrota de Rosas, y fue elegido presidente de Argentina en 1868 (Franco y Graham viii). con la particularidad de que las más de ellas son de provincias, muy pocas de esta gran Buenos Aires, con propiedad llamada la Nueva York del Sur.
En la patria uruguaya, donde se guarda la bandera de los Treinta y Tres y se hace memoria de los héroes que «tomaron a ponchazos» los cañones del enemigo, pulsan la lira de Apolo dos hermanas en la sangre y en el arte: Dorila Castell de Orozco y Adela Castell. Tierna como paloma la primera, canta para las almas sedientas de consuelo, y si abandona esa entonación, es cuando el patriotismo la exalta. Las composiciones tituladas Un día más, Anhelos, Dudas, La campesina, son las más popularizadas; pero las mejores formarán un volumen próximo a publicarse, cuyos originales deleitaron las horas que pasé en la culta Montevideo.
Más asimilada al modernismo, Adela, burila sobre planchas de concha madre, estrofas filosóficas, como las siguientes que tomo del perfumado manojo, siempre al alcance del gusto:
¿Cómo tu imagen fue a quedar grabada
Cual con buril de acero
En mi intranquila y soñadora mente?
No ves que no lo entiendo…
¿Cómo en nerviosa célula es que pudo
Fijarse tu recuerdo?
Si tu recuerdo es sol ¿cómo engarzado
Quedó en marco de nervio?
No comprendo por más que me lo expliques
Ni llegaré a entenderlo,
Corriente cerebral que sea el cariño…
¡Materia el pensamiento!…
¡Ah, qué extraño problema! Me parece
que no he de resolverlo;
Renuncia a creer que tengo un alma
Si con otra yo sueño…
Junto a las dos poetisas ya de renombre americano, están como capullos que se abren llenos de perfume y colores, Ernestina Méndez Reissig y María Vaz Ferreyra, presuntas glorias uruguayas; y como pensadora elegante y concisa, Casiana Flores.
No olvidaré a Lola Larrosa de Ansaldo, autora de las novelas El lujo, Los esposos, Hija mía, así como de trabajos sueltos, unos reunidos en un tomo con el nombre de Ecos del corazón, esparcidos otros en diarios y revistas. Lola, que apenas a los 38 años de existencia, el 25 de Septiembre último, vistió el sudario de la muerte, en condiciones dolorosas que no es del caso recordar.
Carezco de noticias sobre la república del Paraguay y cambiaremos de rumbo.
No detendrá nuestra atención Sor Úrsula Suárez. La ilustre Mercedes Marín del Solar, autora de la magistral oda A la muerte de Diego Portales, y de cincelados sonetos. Luisa Montt de Montt, delicada, afectuosa, con flores primaverales en búcaro de alabastro; Delfina María Hidalgo de Marín, Carlota Joaquina Bustamante y Rosario Orrego de Uribe, son las que, entre otras, han sobresalido en Chile, así en la prosa seria como en el verso fluido.
Bolivia, la patria de las mujeres de Cochabamba, tiene a Mercedes Belzú de Dorado, la ferviente traductora de los Salmos de David, autora de composiciones magníficas como el canto Al Misti, hecho después de contemplar el volcán a cuyas faldas se encuentra la ciudad de Arequipa, del territorio peruano.
María Josefa Mujía, la pobre ciega que conmueve el alma cuando nos dice:
¡Todo es noche, noche oscura!
Ya no veo la hermosura
De la luna refulgente;
Del astro resplandeciente
¡Tan sólo siento el calor!
Las inteligentes Adela Zamudio, Natalia Palacios y la señora de Campero, completan las noticias que de aquella república tengo.
La desventurada Dolores Veintemilla de Galindo; Dolores Sucre, la democrática cantora del Carpintero; Marieta Veintemilla, autora de Páginas del Ecuador, libro que levantó ardiente polémica histórica; Rita Lecumberri, Ángela Caamaño de Vivero, Carmen Pérez de Rodríguez y la señora de González, representan a la patria de Olmedo, y en Colombia encontramos espíritus preparados como el de Soledad Acosta de Samper, laboriosa posadora que acaba de completar sus obras con el libro La mujer, publicado en París. Agripina Samper de Ancisar, muerta en la plenitud de la fuerza creadora, enriqueció el parnaso colombiano bajo el anagrama de «Pía Rigan», Elena Miralla Zuleta, espíritu batallador, reverso de la medalla, con Silveria Espinosa de Rendón, la mística poetisa que cantó a la Cruz y murió en esa cruz esperando. Agripina Montes del Valle y la aplaudida Mercedes Álvarez de Flores, la de los versos de fuego en tarde de tempestad. Sus estrofas en Sueño a Él y otras, son hechas con saeta eléctrica para exaltar los corazones fríos. A este nombre agregaremos los de Josefa Acevedo, Isabel B. de Cortés, Waldina Dávila de Ponce y la señora Párraga de Quijarro.
México es la nación que ha dado mayor número de escritoras. A noventa y cinco llega la cifra de poetisas en la colección publicada en el año 93 por Vigil, bajo la protección de Carmen Rubio de Díaz, la esclarecida y simpática protectora de las ideas nobles en la tierra del Anahuac.
Enumerarlas sería extender mucho este bosquejo, así es que, sin remontarnos hasta sor Juana Inés de la Cruz, poetisa de los sublimes histerismos de Teresa de Jesús, recordaremos a Esther Tapia de Castellanos, Dolores Guerrero, Severa Aróstegui y Laura Méndez de Cuenca. Esta última es una poetisa de un vigor sorprendente. Sus estrofas parecen hechas con el escalpelo anatómico que tritura la carne mórbida de igual manera que los nervios crispados o en tensión. Si Laura Méndez de Cuenca no tuviese tantas composiciones y rico bagaje literario en el periodismo, la que titula ¡Oh corazón! le bastaría para renombre como poetisa de primer orden.
La república de San Salvador, tan fecunda en hombres de letras, acaba de perder a la genial poetisa Antonia Galindo, que era de pocas mujeres que allá han publicado algo.
Otro tanto diré de Venezuela, citando a Carmen Brige, donde la espiritual Polita de Lima al frente de la «Sociedad Alegría», de Coro trabaja por el brillo de las letras venezolanas y persigue con tesón la verdadera y recíproca ilustración del hombre y de la mujer.
Y en verdad que si la mujer se ocupase más de estudiar las aficiones y el carácter del esposo para colmarlo de las complacencias del hogar, desaparecería esa riva-lidad que existe entre la casa y el club, nacida sólo de la preocupación de muchas que, erradamente, creen que el pretendiente cuando deja de ser tal, entra en el rol de siervo.
El simpático y querido nombre de Rafaela de Darío responde galanamente a la historia literaria contemporánea de Guatemala; en Nicaragua parece que impulsan las letras las hermanas Selva; y en Nueva Granada, Dolores Haro.
En las repúblicas de Costa Rica, Dominicana y de Honduras, sólo podría citar seudónimos como «Esther», «María» y otros que, unas veces son el velo de la natural timidez y otros originan chascos literarios, como el de Edda, con el que escribió Rafael Pombo; Leonor Manrique seudónimo de Vicente Holguín, escritor colombiano, y el de Rebeca, de Fernando Guachalla, boliviano.
Tócame, en fin, ocuparme del Perú, mi amada patria, cuyo pabellón blanco y rojo, hecho con la sangre de los héroes de la independencia y el velo de las vírgenes del sol, fue glorificado por mujeres de la talla de Francisca Zubiaga, esposa del generalísimo Agustín Gamarra.
Carolina Freyre de Jaimes, poetisa y prosadora elegante, hija de la ciudad de Tacna una de las cautivas de la guerra del Pacífico, ha hecho el paseo triunfal hollando palmas desde el teatro con sus dramas Pizarro, Maria de Vellido, Blanco de Silva, hasta las columnas del semanario pulcro y el diario vertiginoso.
El periodismo femenino debe a Carolina Freyre de Jaimes páginas como de El Álbum, que fondo en el Perú y continuó en Bolivia, y, en el bagaje literario de la galana escritora, encontramos, no sólo las novelas cortas tituladas El regalo de boda y Memorias de una reclusa, sino también el poema Sin esperanza y la colección de versos A la memoria de mi hijo Federico, donde brillan las filigranas del alma y las mariposas de oro que revolotean junto a la cuna del hijo, ese supremo bien, pedazo de nuestro propio ser, para quien guardamos todo cuanto de dulce, de noble y de tierno atesora el amor maternal.
Dice la poetisa madre:
A FEDERICO
Como pálido lirio tronchado
Dobló la cabeza.
Y el fulgor se apagó que animaba
Tan dulce existencia.
De pulido marfil parecía
Su forma hechicera,
Sus pupilas dos astros opacos
Tras nube ya densa,
Y sus labios sin vida, la rosa
¡Que el estío quema!…
Rota estatua de mármol vencida
Por ruda tormenta,
Sólo quedan de ti los despojos
Tras muros de piedra.
Mercedes Cabello de Carbonera, natural de la ciudad de Moquegua, la renombrada novelista y pensadora, dejó la lira que pulsaba con la entonación de Aurora para dedicarse a la novela.
Tiene publicadas en este género: Sacrificio y recompensa, Blanca Sol, Los amores de Hortensia, y El conspirador.
Un estudio crítico del ruso León Tolstoï, y los folletos La religión de la humanidad, y La novela moderna, le han conquistado, también, más laureles sobre los que ostenta su frente de reina.
Teresa González, viuda del marino Fanning, muerto gloriosamente en la guerra con Chile, después que vio disiparse la felicidad del hogar junto con la existencia de su esposo, se dedicó al magisterio y a la literatura. Ha hecho algunos versos, muchos magníficos cuadros de costumbres, varios textos de Geografía e Historia, y un tomo titulado Lucecitas cuyo modesto rubro dice mal con el mérito de la obra.
Juana Rosa de Amézaga ya tenía conquistado el renombre como poetisa de astro vibrante cuando entregó a la prensa su libro Pensamientos y Máximas, donde resalta una labor filosófica y proficua en beneficio de la mujer peruana: sus ideales educacionistas están cristalizados con mano maestra.
Carolina García de Bambaren, poetisa de las dulcedumbres del hogar, acariñada de la lira modulada en el tono melancólico; y a esta escuela pertenecen también Justa García Robledo, talentosa e inspirada, e Isabel de la Fuente.
Juana Manuela Lazo de Eléspuru y su hija Mercedes, cultivan la gaya ciencia con la inspiración; y entre las que han dado el vigor de su cerebro al periodismo, descuella Lastenia Larriva de Llona, directora de El tesoro del hogar, autora de las novelitas Oro y escoria, Oro y oropel y Luz.
Amalia Puga de Losada, la juvenil musa del parnaso peruano, conquistó los laureles de la popularidad como poetisa, y en la prosa ha descollado cono donosura y buen juicio.
Margarita Práxedes Muñoz, tiene publicados trabajos científicos sueltos y un libro con el título de La evolución de Paulina. Grimanesa Masías, pensadora delicada, que de vez en cuando entrega al público una florecita velada por el seudónimo; y Rosalía Zapata, cuyo porvenir promete; Adriana Buendía, la donosa niña de la lira de oro, ha derramado profusamente las flores de su ingenio en el camino de la gloria. Para muestra, recordaré la que titula Flores y perlas, dirigida a una amiga de la infancia:
En el cáliz de plata
de una azucena,
cierto día la aurora
vertió una perla;
y el sol ardiente
consumió esa preciosa
gota de nieve.
De tus ojos azules
brotó una lágrima,
y del mar en el fondo
quedó guardada.
¡Qué feliz reina
será la que consiga
tan linda perla!
Fabiana de Dianderas, alma poética, consagrada sólo a la musa del hogar, ha cantado a su madre, a su hermano, a sus hijas, y ha llorado en la muerte de Daniel Matto con la espontaneidad del ruiseñor que gorjea notas ora dulces, ora tristes.
La gentil Matilde Guerra de Miró Quesada, cuya pluma ostenta la fluidez del estilo en prosa correcta y atrayente.
Ángela Carbonell, la picaresca y festiva escritora que tanto lustre dio a La Alborada y a La perla del Rímac, ha obsequiado a la prensa sus magistrales traducciones francesas con todo el galano decir de Víctor Hugo o el incisivo lenguaje de Balzac.
Estas son las que actualmente sostienen el torneo intelectual dentro y fuera de la república; tal vez he olvidado a algunas con el deseo de recordar, cuanto antes, a las que temprano murieron, dejando en las filas claros de luz.
Manuela Villarán de Plasencia fue una poetisa festiva e ingeniosa. Sobre su frente parpadeaba siempre el astro de la mañana.
La composición En un campanario, es un modelo del género que cultivó; pero cuando el plomo de la guerra del 79 le quitó a su hijo Ernesto, esa alma desbordante de amargura lloró sobre la lira enlutada y de sus quejidos brotaron las magistrales estrofas A Ernesto. Madre esposa modelo, amiga incomparable; su muerte fue un dolor patrio.
Leonor Saury, la dulce Leonor, de la lira de marfil, pulsada siempre con los ojos levantados hacia el cielo. Todos sus versos son filigranas de plata con fondo azul; su vida, comparable con la de una gardenia, fue todo un perfume y duró tan sólo una mañana.
Manuela Antonia Márquez, poetisa de sangre escribió poco, pero bueno, y la música acompañó a su musa. Compuso una zarzuela, cuyo libreto, con el título de La novia del colegial, hizo su hermano Luis Márquez. Murió en la plenitud de la vida; su nombre es una gloria de familia.
Carmen Póts de Pérez Uribe y María Natividad Cortés, también pertenecían al número de las escritoras con los nobles anhelos femeninos; así como Trinidad María Enríquez, cuzqueña audaz, fue la primera que en el Perú acometió las aulas universitarias en la facultad de jurisprudencia.
Escribió en prosa correcta, fundó un colegio para señoritas y una escuela para artesanos donde ella misma daba lecciones a los obreros.
La estrechez del escenario tal vez asfixió esa alma generosa: el vendaval del infortunio la arrastró, despiadado, hacia temprana sepultura; pero su nombre está escrito en el corazón del pueblo y no la olvida el país nativo.
Bastante he fatigado ya vuestra atención y os pido excusa.
La enumeración, aunque incompleta, que he hecho, sirva de recuerdo agradecido para las obreras del pensamiento en América del Sur; verdaderas heroínas, repito, que no sólo tienen que luchar contra la calumniaCalumnia: Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño (Real Academia Española)., la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades para obtener elementos de instrucción, sino hasta correr el peligro de quedarse para tías,«Quedarse para tía» es una frase coloquial que significa quedarse soltera. porque, si algunos hombres de talento procuran acercarse a la mujer ilustrada, los tontos le tienen miedo.
¡Ah, no es tan desgraciado el ciego de nacimiento, sin idea de luz y color, como aquel que, en hora triste, sintió hundirse en la noche eterna la vida de las pupilas!
Consideremos por este símil la situación de la mujer que está en lucha abierta entre la ceguera que amenaza y la luz que es preciso dilatar.
1. ¿Cómo es la lucha de Matto de Turner por el feminismo similar al de hoy?
2. ¿Por qué es significativa la franqueza de Matto de Turner dado el contexto histórico?
3. ¿Tenía mucha influencia Clorinda Matto de Turner y por qué (no)?
4. ¿Por qué usa la palabra ‘obreras’ lo que puede señalar una clase?
5. ¿Por qué menciona Matto de Turner tantas autoras individualmente?
6. ¿Por qué añade los poemas totales en su ensayo en lugar de los títulos y una explicación?
Arango-Keeth, Fanny. «La reforma social y el discurso liberal en los editoriales de Clorinda Matto de Turner en el Perú Ilustrado (1889-1891)». Pontificia Universidad Católica del Perú, 2009. repositorio.pucp.edu.pe.
«Ateneo». Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, 2018. dle.rae.es.
Berg, Mary. «Matto de Turner: Periodista y Crítica (Perú, 1852-1909)». Las Desobedientes: Mujeres de Nuestra América. evergreen.loyola.edu. Accedido 10 Julio 2019.
«Clorinda Matto De Turner». Biografias y Vidas, 2018. biografiasyvidas.com.
Cornejo Polar, Antonio. Clorinda Matto de Turner, novelista: estudios sobre Aves sin nido, Indole y Herencia. Lluvia Editores, 1992.
El Perú Ilustrado. Lima: P. Bacigalupi, 1887. HathiTrust: catalog.hathitrust.org/Record/100188652.
Franco, Jean, y Richard Graham, editores de serie. General Introduction. Torn from the Nest, por Clorinda Matto de Turner. Traducido del español por John H.R. Polt; Editado por Antonio Cornejo Polar. Oxford University Press, 1998.
Matto de Turner, Clorinda. «Las Obreras del Pensamiento en la América del Sud». Boreales, Miniaturas Y Porcelanas. Buenos Aires: Imp. de J.A. Alsina, 1902. Pp. 245–266. catalog.hathitrust.org/Record/001519047.
—. «Las obreras del pensamiento en la América del Sur (1895)». Asparkía. Investigació feminista, vol. 0, no. 29, 2016, pp. 169–79. DOI: dx.doi.org/10.6035/Asparkia.2016.29.12.
Scott, Nina M. Madres Del Verbo = Mothers of the Word: Early Spanish-American Women Writers: A Bilingual Anthology. Primera edición, University of New Mexico Press, 1999.
Valero Juan, Eva. Apunte Biobibliográfico – Clorinda Matto de Turner. cervantesvirtual.com. Accedido 11 Julio 2019.
Vargas Yábar, Miguel. Las empresas del pensamiento: Clorinda Matto de Turner (1852-1909). Primera edición, Pakarina, 2013.
Félix Rubén García Sarmiento (Rubén Darío, 1867-1916) nació el 18 de enero de 1867 en San Pedro de Metapa en Nicaragua. Era un adolescente muy inteligente y recibió el nombre «El Poeta Niño» antes de que publicara su primer poema, «La fe», cuando tenía solamente 11 años. Después, su abuelo le concedió el nombre Rubén Darío. Darío vivió en muchos lugares que contribuyeron a su identidad panamericana, incluyéndose Guatemala, Argentina, Francia, España, Cuba y Colombia. Fue diplomático en Buenos Aires, cónsul en Colombia, y embajador de Nicaragua («Rubén Darío»). La mayoría de la escritura de Darío no tiene un mensaje explícitamente político, así que el uso de los eventos políticos en «A Roosevelt», dirigido al presidente estadounidense Theodore Roosevelt, resulta en que el poema sobresalga de su obra.
Rubén Darío fue la primera persona que usó el término modernismoModernismo: Movimiento literario iberoamericano y español surgido a finales del siglo XIX y caracterizado por un lenguaje poético evocador y por una temática que busca la sublimación de la realidad (Diccionario de la lengua española). para describir el movimiento de autores hispanoamericanos—entre ellos Leopoldo Lugones y José Martí—escribiendo a finales del Siglo XIX, y para muchos él representa completamente el significado de la palabra (Jrade 1). El modernismo fue influenciado por parnassianismo, simbolismo y romanticismo, y Darío propulsó la poesía de lengua española hasta la era moderna (Echevarría 29). El modernismo respondió a las cuestiones más urgentes de la época y demostró que tenía la habilidad para entender las realidades ignoradas por el creciente énfasis en pragmatismo, materialismo, empiricismo y progreso (Jrade 15). Declaró que el lenguaje es un recurso cultural capaz de abordar los asuntos de identidad y autonomía nacional (Jrade 31). En el poema «A Roosevelt», el lector ve una respuesta resistente al llamamiento a «progreso» que los Estados Unidos hizo (lo cual le permitía entrometerse en los acontecimientos latinoamericanos).
Roosevelt fue un presidente como los Estados Unidos y el resto del mundo nunca había visto. Él dramáticamente extendió el alcance de su país y redefinió el imperialismo en el Siglo XX. Entre las cosas que logró, supervisó la creación del Canal de Panamá, el cual él describió como «la mayor proeza de ingeniería que se haya conseguido en la historia de la humanidad» (Chirinos 59). Roosevelt fue conocido por su doctrina del «big stick» que proyectaba los valores y la fuerza militar de los Estados Unidos en el extranjero. Durante su presidencia, Roosevelt extendió la doctrina de Monroe, resultando en intervenciones en países como Venezuela, Cuba y Colombia, entre otros. Estas intervenciones marcan la entrada de los Estados Unidos como el nuevo poder imperialista; España, la representación tradicional del imperialismo, ganó una posición nueva, como un aliado cultural de LatinoaméricaCuriosamente, Darío originalmente dedicó el poema al rey de España, Alfonso XIII, y luego suprimió la dedicación (Arellano 119). (García Morales 115).
Darío escribió «A Roosevelt» durante su estancia en España, en la casa de Isaac Arias, el cónsul colombiano en Málaga (García Morales 116). Es muy probable que su anfitrión colombiano, cuyo país recién había perdido el territorio de Panamá por intervención estadounidense, le inspiró a Darío a escribir algo explícitamente político. Pero Darío también dijo que los versos políticos representaban un «clamor continental» (Arellano 123). En enero de 1904, envió el poema a su amigo y discípulo Juan Ramón Jiménez, quien en estos años tuvo una revista de literatura modernista publicada en Madrid (Arellano 119). Darío había dicho que Helios fue «lo más brillante que tiene la prensa española» (García Morales 113). El poema fue publicado por primera vez en Madrid en la edición de Helios de febrero 1904Dario, Ruben. «A Roosevelt». Poemas del Alma, 22 Octubre 2016..
o ¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt WhitmanWalt Whitman fue el poeta conocido como “el padre de modernismo” en los Estados Unidos y muy influyente en la poesía latinoamericana (Raab).,
que habría de llegar hasta ti, CazadorTheodore Roosevelt fue “un gran aficionado de la caza” (Arellano 119).!
Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatroEn vez de decir “mucho”, aquí Darío usa el número cuatro, que sugiere “el idea de utilitarismo, la tendencia de reducir todo a números, que domina generalmente a los hombres del Norte de América” (Arellano 119). de NemrodNemrod fue una persona bíblica conocida como cazador y como el líder que ordenó la construcción de la torre de Babel, un rebelde contra Dios (Chirinos 66)..
oo Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
oo Eres soberbiosoberbio: que tiene soberbia o se deja llevar de ella. Alto, fuerte, o excesivo en las cosas inanimadas. Grandioso, magnífico. (Diccionario de la lengua española). y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a TolstoyEl escritor ruso Liev Mikolaévich Tolstoy fue pacifista y cristiana evangélico (Arellano 120)..
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un AlejandroAlejandro Magno (Alexander the Great) fue rey de Macedonia y un famoso conquistador. –NabucodonosorNabucodonosor II el Grande fue el rey de Caldea. En el libro de Daniel de la Biblia, es el rey a quien Daniel interpretó su sueño representando el ascenso y caído de los poderes mundiales (“Bíblico Reina-Valera")..
(Eres un profesor de EnergíaSe refiere a una expresión usada por autores franceses, inventada por Stendhal, para referirse a Napoleón (Arellano 120).
como dicen los locos de hoy.)
oo Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción,
que en donde pones la bala
el porvenir pones.
oo oo oo oo oo oo oo oo oo No.Esta palabra significa un quebranto estilístico. Después de este verso, las siguientes estrofas tienen una forma más tradicional. Los dos estilos diferentes del poema representa las diferencias culturales entre las dos Américas. Darío marca este cambio con una palabra que existe en ambos inglés y español, resonando la creencia modernista que el lenguaje tiene la habilidad resolver cuestiones culturales.
oo Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a GrantEl literato francés Víctor Hugo escribió la frase “las estrellas son vuestras” en un artículo contra el presidente Ulises Grant en 1877. “Simbólicamente... se refería tanto al poder de los Estados Unidos… como al aumento de las estrellas (una por cada Estado), estampada en su bandera” (Arellano 121). le dijo: “Las estrellas son vuestras”.
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta…) Sois ricos.
Juntáis al culto de HérculesHércules fue un personaje mitológico griego conocido por su fuerza física. el culto de MammónMammón es el dios de la riqueza para los fenicios. Darío se refiere en este verso al dinero y materialismo (Arellano 121).,
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.
oo Mas la América nuestraConsistente con la tendencia modernista, en esta estrofa Darío reconoce y abraza las culturas indígenas, en parte para formalizar y fundar un discurso modernista hispanoamericano (Jrade 14)., que tenía poetas
desde los viejos tiempos de NetzahualcoyotlNetzahualcoyotl fue el rey de Tezcoco que “hizo florecer las artes, arquitecto y poeta náhuatl” (Arellano 121).,
que ha guardado las huellas de los pies del gran BacoBacchus fue el dios romano de vino y vendimia.,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la AtlántidaAtlantis es la ciudad perdida.
cuyo nombre nos llega resonando en PlatónPlato fue un filósofo griego cuyas ideas son esenciales a la filosofía occidental.,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del grande MoctezumaMoctezuma fue el penúltimo soberano del imperio azteca (Arellano 121)., del Inca,
la América fragante de Cristóbal ColónEsta referencia es un ejemplo de la actitud positiva que Darío tenía hacia la herencia española.,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble GuatemocCuauhtemoc fue el último rey del imperio azteca y el símbolo de la resistencia indígena (Arellano 121):
“Yo no estoy en un lecho de rosas”; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León EspañolEl león simboliza el estado español..
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
Arellano, Jorge Eduardo. «Dos poemas políticos de Rubén Darío». Anales de Literatura Hispanoamericana, vol. 40, 2011, pp. 117-130.
Chirinos, Eduardo. «En busca del caligrama ideológico: una lectura del poema ‘A Roosevelt’ de Rubén Darío». Bulletin of Hispanic Studies, vol. 87, 2010, pp. 59-70.
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Jrade, Cathy L. Modernismo: Modernity and the Development of Spanish American Literature. University of Texas Press, 1998.
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Amado Nervo (también conocido como Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo) nació el 27 de agosto de 1870 en Tepic, México. Fue escritor prolífico y muy famoso durante su vida. De niño, escribía versos a hurtadillas y recibió una educación religiosa y conservadora. Aspirando a ser cura, estudió en 1891 el primer año de teología, pero por la precaria situación económica de su familia y por su atracción a toda temática erotica y amorosa, decidió dejar el seminario (Monsivaís 21). El año siguiente empezó su carrera periodística. Desde 1892, trabajaba como traductor, reportero, cronista y editorialista para El Correo de la Tarde, periódico de Mazatlán.
En 1894 Nervo llegó a la Ciudad de México, donde publicó frecuentamente en varios diarios importantes y dirigió revistas como Revista Azul y Mundo Cómico. Allí se publicaron sus primeras obras literarias, entre ellas una novela autobiográfica, El bachiller (1895), y su primer volumen de poesía, Perlas negras (1898). También, fue fundador de la Revista moderna, una de las publicaciones más influyentes del Modernismo. En 1905 entró en el servicio diplomático, y vivía muchos años en Madrid, donde sirvió como secretario de la delegación mexicana y escribió diversos poemas y minicuentos. Como muchos escritores modernistas, Nervo fue influenciado por estilos europeos como el parnasianismo. La mayoría de sus cuentos y sus novelas muestran su orientación hacia la sobrenatural (Feustle 47). Colaboraba y mantenía relaciones con los escritores destacados de su época, como Rubén Darío. Entre los modernistas, Nervo fue el más abiertamente religioso (Monsivaís 37). La obra de Nervo siempre buscaba la transfiguración y un balance entre la tradición y la decadencia, una posición que le ganó mucha popularidad con el público (Monsivaís 44).
Su escritura tardía es marcada por un suceso muy intenso y negativo de su vida: la muerte de su amante, Ana Cecilia Luisa Dailliez. Nervo y Ana Cecilia se conocieron en París y vivieron juntos durante once años. Después de la muerte de su amada en 1912, Nervo se arrepintió no haberse casado con ella (Jiménez Aguirre 34). A partir de esta pérdida, su escritura refleja sus sentimientos de impotencia ante la imposibilidad de salvar a su mujer o de estar de nuevo con ella, y un gran pesimismo sobre el amor romántico (Chaves 509).
Muchas de las obras de Nervo reflejan su viaje interno para lograr la autocomprensión, incluso «El obstáculo», minicuento que fue escrito entre 1905 y 1918. El cuento forma parte de la colección Cuentos misteriosos, publicado a título póstumo en 1920. El libro constituye el volumen XX de la obra completa de Nervo, que se publicó en veintinueve volumenes en Madrid entre 1920 y 1928. «El obstáculo» describe una bella mujer rubia, que el narrador quiere seguir, pero no puede porque un hombre le bloquea el camino hacia ella. Es posible que el cuento sea una meditación sobre un tema clave en la obra de Nervo, el erotismo. Como explica Carlos Monsivaís, para Nervo, el erotismo fue «el obstáculo inmenso para la salvación y el único horizonte de la vida tempestuosa» (70).
Este texto es reproducido del: Nervo, Amado. «El obstáculo». Cuentos misteriosos. Madrid: Biblioteca Nueva, 1920. Págs. 179-80. catalog.hathitrust.org/Record/011240989.Por el sendero misterioso, recamado, en sus bordes, de exquisitas plantas en flor y alumbrado blandamente por los fulgoresFulgor: luz muy clara; brillantez, resplandor (Diccionario de la lengua española). de la tarde, iba ella, vestida de verde pálido, verde caña, con suaves reflejos de plata, que sentaba incomparablemente a su delicada y extraña belleza rubia.Aquí en las descripciones de la naturaleza y de la mujer, se ve los rasgos de romanticismo, en que los personajes y el ambiente se describen para evocar emociones.
Volvió los ojos, me miró larga y hondamente y me hizo con la diestra signo de que la siguiera.
Eché a andar con paso anhelado; pero de entre los árboles de un sotoSoto: Sitio en las riberas o vegas que está poblado de árboles y arbustos (Diccionario de la lengua española). espeso surgió un hombre joven, de facciones duras, de ojos acerados,Acerar: Dar al hierro las propiedades del acero (Diccionario de la lengua española). de labios imperiosos.
—No pasarás —me dijo, y puesto en medio del sendero abrió los brazos en cruz.Aquí se ve la influencia del imaginario cristiano.
—Sí pasaré —respondíle resueltamente y avancé; pero al llegar a él vi que permanecía inmóvil y torvo.
—¡Abre camino! —exclamé.
No respondió.
Entonces, impaciente, le empujé con fuerza.
No se movió.
Lleno de cólera al pensar que la AmadaLa figura femenina «la Amada» recurre frecuentemente en la obra tardía de Nervo, incluso en el título de uno de sus poemarios más famosos, La amada inmóvil, un manuscrito que fue encontrado a su muerte y se publicó a título póstumo. se alejaba, agachando la cabeza embestíEmbestir: ir con movimiento acelerado y violento sobre alguien o sobre algo (Diccionario de la lengua española). a aquel hombre con vigor acrecido por la desesperación; mas él se puso en guardia y, con un golpe certero, me echó a rodar a tres metros de distancia.
Me levanté maltrecho y con más furia aún volví al ataque dos, tres, cuatro veces; pero el hombre aquel, cuya apariencia no era de Hércules,Hércules, un héroe mitológico griego, conocido por su fuerza increíble. pero cuya fuerza sí era brutal, arrojome siempre por tierra, hasta que al fin, molido, deshecho, no pude levantarme…
¡Ella, en tanto, se perdía para siempre!
—¿Me dejas partir?—parecía decirme.
Aquella mirada reanimó mi esfuerzo e intenté aún agredirAgredir: cometer agresión (Diccionario de la lengua española). a aquel hombre obstinado e impasible, de ojos de acero; pero él me miró a su vez de tal suerte, que me sentí desarmado e impotente.
Entonces una voz interior me dijo:
—¡Todo es inútil; nunca podrás vencerle!
Y comprendí que aquel hombre era mi Destino.La idea de una lucha interior contra sí mismo se repite a lo largo de la obra de Nervo. Las últimas líneas de este cuento tienen una conexión con uno de los versos más famosos de Nervo, de su poema «En paz»: «Yo fui el arquitecto de mi propio destino», una línea tan popular que se convertió en dicho común del idioma cotidiano (Monsivaís 36).
Preguntas de discusión
1. La muerte de la amante de Amado Nervo es un hecho que podría haber inspirado «El obstáculo». ¿Usted cree que el minicuento está basado en este evento? ¿Por qué o por qué no?
2. ¿Existen características del modernismo reflejadas en este texto? ¿Cuáles son?
3. ¿Hay otros estilos literarios presentes en esta obra? ¿Cuáles son?
4. ¿Cree usted que el protagonista ha logrado la autocomprensión? ¿Por qué, o por qué no?
«Amado Nervo». Biografías y Vidas, 2017. biografiasyvidas.com. Accedido 22 October 2017.
Chaves, José Ricardo. «En torno a la narrativa nerviana». El libro que la vida no me dejó escribir: una antología general. Por Amado Nervo. Editado por Gustavo Jiménez Aguirre. Fondo de Cultura Económica. Fundación para las letras Mexicanas. Universidad Nacional Autónoma de México, 2006. Págs. 507-22.
Diccionario de la lengua española. Real Academia Española, 2017. dle.rae.es/.
Feustle, Joseph A. «La metafísica de Amado Nervo». Hispanófila, no. 40, 1970, pp. 45–65. JSTOR. jstor.org/stable/43806969.
Jiménez Aguirre, Gustavo. «Avatares de un aristócrata en harapos». El libro que la vida no me dejó escribir: una antología general. Por Amado Nervo. Editado por Gustavo Jiménez Aguirre. Fondo de Cultura Económica. Fundación para las letras Mexicanas. Universidad Nacional Autónoma de México, 2006. Págs 19-40.
Leal, Luis. «Situación de Amado Nervo». Revista Iberoamericana, vol. 36, no. 72, Sept. 1970, pp. 485–94. DOI: 10.5195/reviberoamer.1970.2425.
Monsiváis, Carlos, y Javier Hinojosa. Yo te bendigo, vida: Amado Nervo: crónica de vida y obra. Gobierno del Estado, Nayarit, México, 2002.
Nervo, Amado. «El obstáculo». Cuentos misteriosos. Madrid: Biblioteca Nueva, 1920. Págs. 179-80. catalog.hathitrust.org/Record/011240989.
Rocío Oviedo Pérez de Tudela, María. «El Autor: Apunte Biobibliográfico – Amado Nervo». Cervantes Virtual, cervantesvirtual.com. Accedido 24 Julio 2019.
Washbourne, Kelly, and Sergio Gabriel Waisman, editores. An Anthology of Spanish American Modernismo: In English Translation. Modern Language Association of America, 2007.
Horacio Silvestre Quiroga nació en Salto, Uruguay el 31 de diciembre de 1879. Tenía un estilo de vida y personalidad muy reservado desde su niñez (Urrutia Artieda 191). En el año 1909 se mudó a la selva de San Ignacio, Misiones, Argentina para vivir en aislamiento. Fue tan independiente que construyó su casa y todos los muebles sin ayuda (Pérez Martín 93). Vemos los vestigios de la tragedia en la obra de Quiroga, quien experimentó mucho dolor durante toda su vida. Sus cuentos y su estilo de escribir son muy comparables a los de Edgar Allan Poe, Anton Chekhov y Rudyard Kipling (Urrutia Artieda 193). Durante toda su vida estuvo muy deprimido y, cerca del fin de su vida, le dio cáncer terminal y por eso se suicidó el 19 de febrero de 1937. Su vida oscura y solitaria tuvo un fin oscuro y solitario también.
Sin embargo, Quiroga fue un pionero de algunos movimientos literarios: fue uno de los primeros autores en América del Sur que utilizó aspectos de las vanguardias, el realismo y, con tiempo, la fantasía (Schade 551). Tenía una contribución distinta al desarrollo del cuento hispanoamericano: su obra era instrumental al perfeccionamiento de la técnica y introdujo los temas y recursos del criollismo«Criollismo»: Movimiento literario hispanoamericano del primer tercio del siglo XX inspirado en las tradiciones criollas (Diccionario de la lengua española). (Leal 71).
También su admiración por el autor Edgar Allan Poe resultó en que Quiroga era uno de los desarrolladores principales del cuento de efectoEl cuento de efecto, popularizado por Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga, es un cuento que tiene un final sorprendente (Hardin vii, 17; Rogers). El uso de Quiroga de estos tipos de cuento resultó en su apodo: el Edgar Allan Poe de América del Sur. (Hardin vii) . Quiroga dijo, «Poe era en aquella época el único autor que yo leía. Ese maldito loco había llegado a dominarme por completo» (citado en Leal 69). Pero es imposible mencionar las influencias de Quiroga sin mencionar a Leopoldo Lugones, cuyo estilo de escribir es muy parecido al de Quiroga. Ellos fueron dos de los primeros escritores rioplatenses que utilizaron lo fantástico como elemento central (Schade 551). Quiroga influyó a varios autores y poetas, entre ellos Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez (Schade 551, 557).
Como en la mayoría de sus obras, el estilo de Quiroga en «El hijo» (1928) es bastante sencillo, con descripciones detalladas, diálogo realista y un enfoque en el medioambiente. Sin embargo, le da a la naturaleza un sentido de personalidad a través de la perspectiva del protagonista, que la ve con mucha emoción. Es uno de los elementos caracterizantes del estilo de Quiroga que aparece en este cuento (Hardin 158). Aunque el clima político en el momento de la publicación de «El hijo» era tumultuoso, las obras de Quiroga son en su mayoría personales, no explícitamente políticas. En «El hijo», Quiroga se enfoca en la angustia emocional de un padre a través del uso de varios elementos físicos y temporales.
Adaptado de Quiroga, Horacio. "El Hijo". Cuentos. Biblioteca Rodó, Sarandí, Argentina, 1937, pp. 82-89.Es un poderoso día de verano en MisionesMisiones es una provincia del norte de Argentina con un clima muy cálido. Es un área bastante rural, con mucha selva («Misiones»)., con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturaleza, plenamente abierta, se siente satisfecha de sí.
Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón a la naturaleza.
—Ten cuidado, chiquito — dice a su hijo abreviando en esa frase todas las observaciones del caso y que su hijo comprende perfectamente.
—Si, papá — responde la criatura, mientras coge la escopeta y carga de cartuchos los bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.
—Vuelve a la hora de almorzar — observa aún el padre.
—Sí, papá—repite el chico.
Equilibra la escopeta en la mano, sonríe a su padre, lo besa en la cabeza y parte.
Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con la alegría de su pequeño.
Sabe que su hijo, educado desde su más tierna infancia en el hábito y la precaución del peligro, puede manejar un fusil y cazar no importa qué. Aunque es muy alto para su edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar por la pureza de sus ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil.
No necesita el padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la marcha de su hijo: Ha cruzado la picada roja y se encamina rectamente al monte a través del abra de espartillo.
Para cazar en el monte — caza de pelo“Caza de pelo” se refiere a la caza de animales mamíferos, no pájaros, que se consideran caza de pluma. — se requiere más paciencia de la que su cachorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la linde de cactus hasta el bañadoLas descripciones extensas de la naturaleza en este cuento y en otros de Quiroga sirven para crear un ambiente muy vívido en el que el lector se sumerge. Entonces el lector tiene el mismo sentido de conocimiento del lugar que tienen el padre y su hijo; es un ambiente familiar. Aunque conocen el riesgo de ir al monte, tanto el padre como el hijo confían en su habilidad de navegar. Hace que el público también comparta esta confianza. La ironía del cuento es que aun con el conocimiento de cómo navegar esta naturaleza y aun con toda la confianza del padre, el niño cae muerto al final. Esta ironía se hace más fuerte porque el lector, como el padre y el hijo, se siente seguro y bien ubicado al principio, y el miedo se le crece mientras cambia el tono del cuento., en procura de palomas, tucanes o tal cual casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores.
Sólo ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegética de las dos criaturas. Cazan sólo a veces un yacútoro, un surucuáEl yacutoro y el surucuá son pájaros nativos de varias partes de Sudamérica, incluso Argentina (La Grotteria, Gavensky y Teran; Oscar). — menos aún — y regresan triunfales, Juan a su rancho con el fusil de nueve milímetros que él le ha regalado, y su hijo a la meseta, con la gran escopeta Saint-EtienneHay mucho énfasis en el arma del niño en el cuento. En este contexto, se debe ver como un lujo debido al trabajo duro del padre. Pero más allá de ser un símbolo del alcance del amor de un padre, representa un miedo particular del autor, quien una vez inspeccionaba un arma que se disparó por accidente y mató a su amigo (Administración Nacional de Educación Pública)., calibre 16, cuadruple cierre y pólvora blanca.
Él fue lo mismo. A los trece años hubiera dado la vida por poseer una escopeta. Su hijo, de aquella edad, la posee ahora; — y el padre sonríe.
No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida de su hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro de sus pequeños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la inmensidad de ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzasEn este cuento se nota la importancia de la independencia para los personajes varones. También vale mucho el papel del padre, que se ve como un aspecto importante de la masculinidad (Vigoya 245). Por eso se enfoca tanto el padre en la seguridad y también la independencia de su único hijo..
Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo. ¡Tan fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un hijo!
El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.
De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir no sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de estómago y vista débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.
Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha escapado a este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el chico percutía en la morsa del tallerLa “morsa del taller” es un tipo de herramienta que sirve para sujetar piezas que se trabajan en la carpintería. Es un término argentino (Diccionario de la lengua española). una bala de parabellum, siendo así que lo que hacía era limar la hebilla de su cinturón de caza.
Horribles cosas… Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo parece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo y seguro del porvenir.
En ese instante, no muy lejos, suena un estampido.
—La Saint-Etienne… — piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas menos en el monte…
Sin prestar más atención al nimio“Nimio”: insignificante, sin importancia (Diccionario de la lengua española). acontecimiento, el hombre se abstrae de nuevo en su tarea.
El sol, ya muy alto, continúa ascendiendo. Adónde quiera que se mire — piedras, tierra, árboles, — el aire, enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un profundo zumbido que llena el ser entero e impregna el ámbito hasta donde la vista alcanza, concentra a esa hora toda la vida tropical.
El padre echa una ojeada a su muñeca: las doceQuiroga presenta dos sentidos distintos de tiempo. El padre es muy consciente de la hora y sigue mirando su reloj con la regularidad. En contraste, el horario del hijo y del bosque es desordenado, como el joven no tiene reloj ni mucho cuidado. Esto sirve para crear un fuerte contraste entre los pensamientos del padre y lo que está pasando realmente en el mundo, que termina con el padre creyendo que todo está bien, cuando en realidad su pesadilla se ha realizado.. Y levanta los ojos al monte.
Su hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua confianza que depositan el uno en el otro—el padre de sienes plateadas y la criatura de trece años, — no se engañan jamás. Cuando su hijo responde: — Sí, papá, hará lo que dice. Dijo que volvería antes de las doce, y el padre ha sonreído al verlo partir.
Y no ha vuelto.
El hombre torna a su quehacer, esforzándose en concentrar la atención en su tarea. ¡Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil…
Bruscamente, la luz meridiana, el zumbido tropical y el corazón del padre se detienen a compás de lo que acaba de pensar: su hijo descansa inmóvil…
El tiempo ha pasado; son las doce y media. El padre sale de su taller, y al apoyar la mano en el banco de mecánica sube del fondo de su memoria el estallido de una bala de parabellum, e instantáneamente, por primera vez en las tres transcurridas, piensa que tras el estampido de la Saint-Etienne no ha oído nada más. No ha oído rodar el pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuelto, y la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo…
¡Oh! No son suficientes un carácter templado y una ciega confianza en la educación de un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de vista enferma ve alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora fortuita: ninguno de estos nimios motivos que pueden retardar la llegada de su hijo, hallan cabida en aquel corazón.
Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace ya mucho. Tras él el padre no ha oído un ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle que al cruzar un alambrado, una gran desgracia…
La cabeza al aire y sin machete, el padre va. Corta el abra de espartillo, entra en el monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.
Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas de caza conocidas y ha explorado el bañado en vano, adquiere la seguridad de que cada paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de su hijo.
Ni un reproche que hacerse, el lamentable. Sólo la realidad fría, terrible y consumada: Ha muerto su hijo al cruzar un…
¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte!… ¡Oh, muy sucio!… Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano…
El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire… ¡Oh, no es su hijo, no!… Y vuelve a otro lado, y a otro y a otro…
Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama por él a gritos, su boca continúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será la confesión de su muerte…
—¡Chiquito! — se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.
Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el padre buscando a su hijo que acaba de morir.
—¡Hijito mío!… ¡Chiquito mío!… — clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus entrañas.
Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijo rodando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del bosque ve centelleos de alambre“Centelleos de alambre” se refiere a la luz que se en el metal. “Centellear” significa brillar y “alambre” es un hilo de metal (Diccionario de la lengua española).: y al pie de un poste, con la escopeta descargada al lado, ve a su…
—¡Chiquito!… ¡Mi hijo!…
Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.
A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su padre sin machete dentro del monte para apresurar el paso con los ojos húmedos.
—Chiquito… — murmura el hombre. Y, exhausto, se deja caer sentado en la arena albeante, rodeando con los brazos las piernas de su hijo.
La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le acaricia despacio la cabeza:
—Pobre papá…
En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser las tres. Juntos, ahora, padre e hijo emprenden el regreso a la casa.
—¿Cómo no te fijaste en el sol para saber la hora?… — murmura aún el primero.
—Me fijé, papá… Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí…
—¡Lo que me has hecho pasar, chiquito!…
—Piapiá“Piapiá” es una variación de la palabra “papá”. En varios dialectos de español, los hablantes le agregan una [i] al ataque silábico (Lipski 10).… -murmura también el chico.
Después de un largo silencio:
—Y las garzas, ¿las mataste? — pregunta el padre.
—No…
Nimio detalle, después de todo. Bajo el cielo y el aire candentes, a la descubierta por el abra de espartillo, el hombre vuelve a casa con su hijo, sobre cuyos hombros casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa empapado de sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad…
……………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………
Sonríe de alucinada felicidad… Pues ese padre va soloEste rápido cambio de tono es un elemento del cuento de efecto, que quiere asustar al lector y dejarlo pensando (Hardin 57).. A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de un poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bien amado yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.
Diccionario de la lengua española. Real Academia Española, 2017. dle.rae.es.
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Teresa de la Parra era una escritora venezolana. Nació en París el 5 de octubre de 1889 a una familia élite en la clase alta de Venezuela mientras su padre servía como cónsul general en Berlín. La familia regresó a Caracas el próximo año. Cuando ella tenía once años, su familia se mudó a España, donde ella recibió su educación. De la Parra y su familia volvieron a Venezuela en 1910. Volvió a París en 1915 (“Natalicio de Teresa de la Parra”). Fue durante este tiempo que ella escribió “Historia de la Señorita Grano de Polvo, bailarina del Sol.” En aquellos días, de la Parra tuvo publicaciones de sus trabajos en una revista francés que se llamaba La vie latine (Ramos Rodríguez).
Su regreso a Venezuela en 1910 estuvo cerca del comienzo del régimen de Juan Vicente Gómez, un dictador militar que gobernó el país con un puño de hierra durante casi treinta años. Gómez y sus asociados eran muy corruptos, y estaban dispuestos a usar la violencia y la tortura para mantener y expandir su poder en Venezuela. Sin embargo, Teresa de la Parra no sintió el impacto de las acciones antidemocráticas de Gómez. Debido a la riqueza de su familia, estaba protegida los efectos adversos del gobierno venezolano. Según RoseAnna Mueller, de la Parra nunca se interesaba por la política. “En lugar de ser reaccionaria o conservadora o indiferente a la política, ella veía la política como negocio sucio, a saber, su frase humorística en la primera de las Tres Conferencias Colombianas en la que comparó la política con la minería del carbón y no quiere las mujeres se ensucien sus manos” (Mueller 12).
Teresa de la Parra fue parte de un movimiento literario en América del Sur y Central conocido como la “Vanguardia.” Los escritores en este movimiento tomaron una postura de ser críticos de las normas sociales dominantes de los tiempos. Esto se puede ver muy claramente en su primera novela, Ifigenia, la historia de una joven que anhela ser libre pero que, en cambio, está atrapada por las expectativas de su familia y las normas de la sociedad a su alrededor (Verani). También, Ifigenia y su otra novela, Las memorias de Mamá Blanca, “unieron, por la primera vez, las culturas criollas y europeas que bordean los lados opuestos del Atlántico” (Lemaître 14).
Desgraciadamente, tuberculosis perjudicó su salud de los últimos años de su vida. El descubrimiento de su enfermedad hizo que de la Parra dejara su amigos y familiares y fuera a vivir en Leysin, Suiza. Aquí, ella sufrió sola sin mucho contacto con el mundo exterior, prefiriendo buscar la paz y nunca dejando la esperanza de una cura. Por varios años, de la Parra nunca paro de esperar por el milagro de su salvación. Pero tristemente, en 1934, bronquitis asmática también entró a su sistema y tuvo un gran negativo afecto a su salud. Descubriendo de otra horrible enfermedad, viajó a Francia y España. Finalmente, Teresa de la Parra perdió su batalla y murió en Madrid, España, el 23 de abril de 1936 (Ramos Rodríguez).
Era un mañana a fines del mes de abril. El buen tiempo en delirio, contrastaba irónicamente con un pobre trabajo de escribanillo que tenía yo entre manos aquel día. De pronto como levantara la cabeza vi a Jimmy, mi muñeco de fieltro que se balanceaba sentado frente a mí, apoyando la espalda en la columna de la lámpara. La pantalla parecía servirle de parasol. No me veía y su mirada, una mirada que yo no le conocía estaba fija con extraña atención en un rayo de sol que atravesaba la pieza.
—¿Qué tienes, querido Jimmy? —le pregunté—. ¿En qué piensas?
—En el pasado —me respondió simplemente sin mirarme— y volvió a sumirse en su contemplación.El recurso literario del antropomorfismo es muy importante al cuento; el narrador habla con Jimmy como si fuera una persona real.
Y como temiese haberme herido por la brusquedad de la respuesta:
—No tengo motivos para esconderte nada —replicó—. Pero por otro lado, nada puedes hacer ¡ay! por mí; y suspiró en forma que me destrozó el corazón.
Tomó cierto tiempo. Dio media vuelta a las dos arandelasArandela: En general, cualquier pieza en forma de disco perforado (Diccionario de la lengua española). de fieltro blanco que rodean sus pupilas negras y que son el alma de su expresión. Pasó ésta al punto de la atención íntima, al ensueño melancólico. Y me habló así:
—Sí, pienso en el pasado. Pienso siempre en el pasado. Pero hoy especialmente, esta primavera tibia e insinuante reanima mi recuerdo. En cuanto al rayo de sol quien, clava a tus pies, fíjate bien, la alfombra que transfigura, este rayo de sol se parece tanto a aquel otro en el cual encontré por primera vez a… ¡Ah! siento que necesitarás suplir con tu complacencia la pobreza de mis palabras!
—Imagínate la criatura más rubia, más argentinaArgentina: argénteo (Diccionario de la lengua española)., más locamente etérea que haya nunca danzado por sobre las miserias de la vida. Apareció y, mi ensueño se armonizó al instante con su presencia milagrosa. ¡Qué encanto! Bajaba por el rayo de sol, hollando con su presencia deslumbrante aquel camino de claridad que acaba de recordármela. Suspiros imperceptibles a nuestro burdo tacto animaban a su alrededor un pueblo de seres semejantes a ella, pero sin su gracia soberana ni su atractivo fulminante. Retozaba ella con todos un instante, se enlazaba en sus corros, se escapaba hábil por un intersticio, evitaba de un brinco el torpe abrazo de monstruo-mosquito ebrioEbrio: Embriagada por la bebida (Diccionario de la lengua española). y pesado como una fiera… mientras que un balanceo insensible y dulce la iba atrayendo hacia mí. —Dios mío ¡qué linda era!
—Como rostro no tenía ninguno propiamente hablando. Te diré que en realidad no poseía una forma precisa. Pero tomaba del sol con vertiginosa rapidez todos los rostros que yo hubiese podido soñar y que eran precisamente los mismos con que soñaba cuando pensaba en el amor. Su sonrisa en vez de limitarse a los pliegues de la boca se extendía por sobre todos sus movimientos. Así, aparecía, tan pronto rubia como el reflejo de un cobre, tan pronto pálida y gris como la luz del crepúsculoCrepúsculo: Claridad que hay desde que raya el día hasta que sale el sol, y desde que ste se pone hasta que es de noche (Diccionario de la lengua española)., ya oscura y misteriosa como la noche. Era a la vez suave como el terciopeloTerciopelo: Tela de seda velluda y tupida, formada por dos urdimbres y una trama, o la de aspecto muy semejante (Diccionario de la lengua española)., loca como la arena en el viento, pérfida como el ápice de espuma al borde de una ola que se rompe. Era mil y mil cosas más rápido que mis palabras no lograban seguir sus metamorfosis.
—Quedé larguísimo rato mirándola invadido por una especie de estupor sagrado… De pronto se me escapó un grito… La bailarina etérea iba a tocar el suelo. Todo mi ser protestó ante la ignominia de semejante encuentro, y me precipité.
—Mi movimiento brusco produjo extrema perturbación en el mundo del rayo de sol y muchos de los geniecillos se lanzaron, creo que por temor hacia las alturas. Pero mis ojos no perdían de vista a mi amada. Inmóvil, conteniendo la respiración, la espiaba con la mano extendida. ¡Ah divina alegría! La mayor y la última ya de mi vida. En esa mano extendida había ella caído. Renuncio a detallarte mi estado de espíritu. El corazón me latía en forma tan acelerada que en mi mano temblorosa, mi dueña bailaba todavía. Era un valsVals: Baile, de origen alemán, que ejecutan las praejas con movimiento giratorio y de traslación. Se acompaña con una música de ritmo ternario, cuyas frases constan generalmente de 16 compases, en aire vivo (Diccionario de la lengua española). lento y cadencioso de una coquetería infinita.
—Señorita Grano de Polvo… le dije.
—¿Y cómo sabes mi nombre?
—Por intuición, le contesté, el… en fin… el amor.
—El amor, exclamó ella. ¡Ah! y volvió a bailar pero de un modo impertinente. Me pareció que se reía.
—No te rías —le reproché—, te quiero de veras. Es muy serio.
—Pero yo no tengo nada de seria —replicó—. Soy la Señorita Grano de Polvo, bailarina del Sol. Sé demasiado que mi alcurniaAlcurnia: Ascendencia o linaje, especialmente el noble (Diccionario de la lengua española). no es de las más brillantes. Nací en una grieta del piso u nunca he vuelto a mi madre. Cuando me dicen que es una modesta suela de zapato, tengo que creerlo, pero nada me importa puesto que soy ahora la bailarina del Sol. No puedes quererme. Si me quieres, querrás también llevarme conmigo y entonces ¿qué sería de mí? Prueba, quita tu mano un instante y ponla fuera del rayo.
—¡Ya ves! —dijo ella. Está ya hecha la experiencia. Sólo vivo para mi arte. Vuelve a ponerme pronto en el rayo de sol.
Obedecí. Agradecida bailó de nuevo un instante en mi mano.
—¿De qué cosa es tu mano?
—Es de fieltro, contesté ingenuamente.
—¡Es carrasposa!Carrasposa: Que padece carraspera crónica (Diccionario de la lengua española). exclamó. Cuánto más prefiero mi camino aéreo —y trató de volar.
Yo no sé qué me invadió. Furioso, por el insulto, pero además por el temor de perder a mi conquista, jugué mi vida entera en una decisión audaz. Será opaca, pero será mía, “pensé”. La cogí y la encerré dentro de mi cartera que coloqué sobre mi corazón.
Aquí está desde hace un año. Pero la alegría ha huido de mí. Esta hada que escondo, no me atrevo ya a mirarla tan distinta la sé, de aquella visión que despertó su libertad.
—¿De modo que la tienes todavía en tu cartera?, —le pregunté picado de curiosidad.
—Sí. ¿Quieres verla?
Sin esperar mi respuesta y porque no podía aguantar más su propio deseo, abrió la cartera y sacó lo que se llamaba: “la momiaMomia: Cadáver que naturalmente o por preparación artificial se deseca con el transcurso del tiempo sin entrar en putrefacción (Diccionario de la lengua española). de la Señorita Grano de Polvo”. Hice como si la viera pero sólo por amabilidad, pues en el fondo, no veía absolutamente nada. Hubo entre Jimmy y yo un momento de silencio penoso.
—Si quieres un consejo —le dije al fin— te doy éste: Dale la libertad a tu amiga. Aprovecha ese rayo del sol. Aunque no dure más que dos horas serán dos horas de éxtasis. Eso vale más que continuar el martirio en que vives.
—¿Lo crees de veras? —interrogó él mirándome con ansiedad—. Dos horas. ¡Ah, qué tentaciones siento. Sí, acabemos: sea!
Así diciendo, sacó de su cartera a la Señorita Grano de Polvo y la volvió a colocar en el rayo. Fue una resurrección maravillosa. Saliendo de su misterioso letargo la bailarinita se lanzó loca, imponderable y como espiritual, idéntica a la descripción entusiasta que me había hecho Jimmy. Comprendí al punto su pasión. Había que verlo a él inmóvil, bocabierto ebrio de belleza. La voluptuosidad amarga del sacrificio se unía a la alegría purísima de la contemplación. Y a decir verdad, puesto que estaba iluminado de una nobleza moral extraña a la falaz bailarina.
De pronto, juntos, exhalamos un grito. Un insecto enorme y estúpido, insecto grande como la cabeza de un alfiler, al bostezar acababa de tragarse a la Señorita Grano de Polvo.
¿Qué más decir ahora?La muerte de la Señorita Grano de Polvo es representativa de la naturaleza efímera de cosas verdaderamente bellas.
El pobre Jimmy con los ojos fijos consideraba la extensión de su deleite. Nos quedamos largo rato silencios incapaces de hallar nada que pudiese expresar, yo mi remordimiento y él su desesperación. No tuvo ni para mí, ni para la fatalidad siquiera una palabra de reproche, pero vi muy bien cómo bajo el pretexto de levantar la arandela de fieltro que gradúa la expresión de sus pupilas, se enjugó furtivamente una lágrima.
1. ¿Cómo influiría la posición de clase de la autora en su postura, o la falta de ella en la política en el momento de su carrera?
2. ¿Qué simboliza la existencia de la Señorita Grano de Polvo, bailarina del sol en la historia?
3. ¿Qué importancia tendría esta historia durante el movimiento literario de la vanguardia cuando la calidad de la obra literaria se definía por la masculinidad y la seriedad?
4. ¿Qué significa para el cuento que el narrador no cree inicialmente que su muñeca que habla tiene un hada en el bolsillo? ¿Por qué de la Parra alude a tal escepticismo en una situación ya inusual?
5. ¿Qué puede simbolizar en la historia la aparición abrupta de un “gran insecto estúpido”?
«5 de Octubre: Natalicio de Teresa de La Parra». Fundación Escuela Editorial El Perro y La Rana. elperroylarana.gob.ve. Accedido 5 oct. 2018.
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Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, un pueblo en la región italiana de Suiza. Fue la tercera de los hijos de Alfonso Storni y Paula Martignoni di Storni. Cuatro años después, en 1896, la familia regresó a San Juan, Argentina, donde tuvo una empresa familiar. Los Storni tenían persistentes problemas económicos y por eso Alfonsina tuvo que dejar la escuela para trabajar a los 12 años. Durante su adolescencia, trabajaba mucho: cosía, servía mesas y lavaba platos en el café familiar y después de la muerte de su padre trabajaba en una fábrica de sombreros. En 1907, cuando tenía 15 años, Storni viajó con una compañía de teatro por un año, pero no disfrutaba el estilo de vida y no quería ser actriz. Entonces, asistió a la escuela para maestras en Coronda y después de graduarse, trabajó como maestra en el pueblo de Rosario. Allí conoció a un periodista, ya casado, con quien se enamoró. Cuando dio cuenta de que estaba embarazada, Storni decidió mudarse a la gran ciudad de Buenos Aires en 1912, donde fue posible vivir con más anonimidad (Jones 25-26).
Este mismo año, dio luz a su hijo, Alejandro. En Buenos Aires, encontró trabajo como cajera, vendedora y luego como analista de mercados en una oficina de publicidad. Publicó su primer libro de poemas, La inquietud del rosal, en 1916, el mismo año que empezó a asistir a las reuniones de literatos. Fue la primera mujer que asistío a los banquetes literarios (a pesar de mucho resentimiento) en Buenos Aires (Kirkpatrick 124). Empezó a publicar con frecuencia, y además de varios libros de poesía, escribió crónicas periodísticas para publicaciones destacadas de la época. Mientras su poesía temprana se enfocaba en lo personal y lo íntimo, su escritura periodística comentaba muchos temas sociales, como los derechos laborales y el tratamiento de mujeres. En 1919, con varias otras mujeres, formó la Asociación Pro Derechos de la Mujer, una organización que abogaba para cambios legales como la igualdad de salario (Pleitez 136-37).
Hoy día, la obra literaria más conocida de Alfonsina Storni es su poesía. Aunque Storni no perteneció a un movimiento o grupo literario en particular, su obra muestra claras influencias del modernismo y de la vanguardia, y ella mantenía relaciones cercanas con muchos escritores importantes de su tiempo. Experimentaba con muchas formas poéticas y después de publicar su libro más exitoso, Ocre, trabajaba varios años escribiendo obras de teatro. Lo más innovador de la obra de Storni es su enfoque en temas y perspectivas explicitamente femininos, una postura poco convencional en la escena literaria latinoamericana a los principios del Siglo XX. Recibió varios premios prestigiosos, pero también recibió crítica negativa fuerte y constantemente. Su estilo lírico, a veces erótico, resultó ser tan polémico como sus expresiones feministas. En 1935, una cirugía para curar el cáncer de mama la causó mucho dolor y vergüenza. Sus obras se hicieron cada vez más llenas de dolor y abstractas hasta 1938, cuando reapareció el cáncer y Storni se suicidó.
El poema «Peso ancestral» fue publicado en 1919 como parte del tercer volumen publicado por Storni, que se tituló Irremediablemente. Esta colección de poemas se enfocó en la desilusión que sigue el amor apasionado (Jones 64). Storni lo escribió en solo dos meses, durante un tiempo que la autora misma describió como «un momento de suma desazón» (Pleitez 133). El libro se divide en dos partes, la primera los «Momentos humildes-amorosos-pasionales», y la segunda los contrastantes «Momentos amargos-selváticos-tempestuosos» (Phillips 35). «Peso ancestral» es de la segunda parte, y expresa la herencia de siglos de sufrimiento familiar.
Este texto es reproducido del: Storni, Alfonsina. Irremediablemente: [poemas]. Buenos Aires: Cooperativa Editorial Limitada, 1919. Págs. 63-64. catalog.hathitrust.org/Record/008566525/.TúMucha de la poesía temprana de Storni es dirigida directamente a una persona, frecuentamente a un amante. Aquí el uso de “tú” puede tener interpretaciones diferentes. Una interpretación es que “tú” se dirige a un hombre que perpetúa la idea de que los hombres siempre tienen que ser fuertes y nunca deben llorar. Otra interpretación es que la narradora está hablando a su madre. En esta interpretación, la madre está pasando el «peso ancestral» del dolor a su hija. me dijiste: no lloró mi padre;
Tú me dijiste: no lloró mi abuelo;La repetición en los primeros dos versos es un ejemplo de una estructura repetida o paralela, que Storni utilizaba en sus poemas en prosa para dar una sensación del ritmo similar a lo que producen las formas poéticas más tradicionales (Geasler Titiev 288).
No han llorado los hombres de mi raza,
Eran de acero.Acero: Aleación de hierro y carbono que según su tratamiento, adquiere especial elasticidad, dureza o resistencia (Diccionario de la lengua española).
Así diciendo te brotóBrotar: Dicho del agua: Manar, salir de los manantiales (Diccionario de la lengua española). una lágrima
Y me cayó en la boca…Otras publicaciones posteriores varian en el salto de esta línea, y la punctuación de todo el poema. Storni experimentaba mucho a lo largo de su carrera literaria con la estructura de su poesía. más venenoVeneno: Sustancia que, introducida en un ser vivo, es capaz de producir graves alteraciones funcionales e incluso la muerte (Diccionario de la lengua española).
YoPara Storni, el uso de la primera persona no es estrictamente autobiográfico. Frecuentamente, usaba el "yo" para interpretar directamente la experiencia de lo individual, y para dar una sensación de urgencia a su audiencia (Munk Benton 151). he bebido nunca en otro vaso
Así pequeño.
Débil mujer, pobre mujer que entiende,
Dolor de siglos conocí al beberlo:Es posible que estos versos sean inspirados por el sufrimiento de la madre de la autora. Storni vivía con su madre cuando ella sufrió la muerte de muchos hijos, y apoyó a su madre cuando no tenía el apoyo económico ni emocional de su esposo, quien sufrió de alcoholismo y depresión (Jones 18-19).
Oh, el alma mía soportar no puede
Todo su peso.La última línea de cada estrofa, además de ser mucho más corta que las otras, termina con el sonido «o», que añade una sensación de repetición y aumenta el impacto emocional de la obra.
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Roberto Arlt (1900-1942) nació en el 2 de abril, 1900 en Buenos Aires. Fue hijo de dos inmigrantes pobres durante una época de xenofobia creciente en Argentina (Helg 45-46); su padre Carlos Arlt vino de Prusia y su madre Ekatherine Iobstraibitzer vino de Italia. A diferencia de la mayoría de los autores destacados de su tiempo, Arlt vino de la clase media, se educaba en las escuelas públicas y desde niño tenía que trabajar por necesidad económica (Dámaso Martínez). Su formación como autor también fue distinta de la educación europea que recibieron muchos de sus contemporáneos. Arlt fue autodidacto que frecuentaba las bibliotecas públicas, socialistas y anarquístas, y leía diversas publicaciones populares. Publicó su primer cuento en 1918 en una de estas, la Revista Popular. Después empezó a escribir novelas mientras trabajaba como periodista para el El Mundo. En ese diario también se publicó muchos de sus Aguafuertes, artículos periodísticos en que opinaba sobre cuestiones sociales y observaba la ciudad de Buenos Aires en un proceso de modernización acelerada y crecimiento espectacular, así desarrollando su perspectiva literaria como un flâneur«Flâneur» es una palabra francés que describe un paseante que camina sin una destinación en particular, generalmente para observar un entorno urbano. modelo (Sarlo 16).
La obra literaria más conocida de Arlt es su narrativa, sobre todo sus novelas. Su primera novela, El juguete rabioso, fue publicada en 1926. Arlt es conocido como un artista torturado, incomprendido y improvisado (Saítta). Por todo su carrera, Arlt creía su propio mundo literario, definido por imágenes grotescas y de pesadilla; sus personajes frecuentemente estaban en rebelión contra la sociedad. Su vida y sus obras reflejaron temas importantes y polémicas durante la primera mitad del siglo XX, como la modernización, el trabajo y el papel del artista en la sociedad. Como muchos otros países, Argentina sufrió de una depresión económica durante la década de los treinta. Era también un tiempo de crisis en la política de Argentina por la gran inestabilidad y división en el gobierno después de un golpe de estado en 1930.
Varios movimientos literarios surgieron en Buenos Aires durante los décadas en que trabajaba Arlt, entre ellos el vanguardismo, que produjo formas experimentales para romper con la tradición, y los realistas que intentaban cambiar la sociedad a través del arte. Por lo general, Arlt no formaba alianzas ni trabajaba con otros escritores. Tenía la reputación de ser solitario y no perteneció a un movimiento en particular (Dámaso Martínez). Sin embargo, en su carrera más tarde, trabajó principalmente en obras de drama, lo cual requirió colaboración con actores y directores para traerlas al público. Entonces colaboró con un teatro independiente basado en Buenos Aires, el Teatro del Pueblo, y su director Leónidas Barletta para estrenar la mayoría de sus dramas, empezando en 1932 con la representación de una pieza teatral basada en un fragmento de su novela Los siete locos (Mavridris).
La isla desierta, un drama de un solo acto, fue representado por primera vez en el Teatro del Pueblo el 30 de septiembre de 1937 (M. Arlt). Durante la vida de Arlt, esa drama no atrajo mucha atención de los críticos por las pocas representaciones que hicieron de la obra (Díaz y Sikora 163). No obstante, hoy día es la obra más representada de Arlt (Camacho Delgado 680). Ambientada en una empresa en el décimo piso con vista al puerto, el conflicto principal de La isla desierta es entre los requisitos monótonos del trabajo modernizado y los deseos de los oficinistas quienes, como muchos de los protagonistas de Arlt, quieren algo diferente, alguna aventura o paraíso – en este caso imaginado como una isla desierta.
(Por orden de aparición)
EL JEFE
MANUEL
MARÍA
EMPLEADO 1º
EMPLEADO 2º
TENEDOR DE LIBROS
EMPLEADA 1ª
EMPLEADA 2ª
EMPLEADA 3ª
CIPRIANO (MULATO)
DIRECTOR
Oficina rectangular blanquísima, con ventanal a todo lo ancho del salón, enmarcando un cielo infinito caldeado en azul. Frente a las mesas escritorios, dispuestos en hilera como reclutas, trabajan, inclinados sobre las máquinas de escribir, los EMPLEADOS. En el centro y en el fondo del salón, la mesa del JEFE, emboscado tras unas gafas negras y con el pelo cortado como la pelambre de un cepillo. Son las dos de la tarde, y una extrema luminosidad pesa sobre estos desdichados simultáneamente encorvados y recortados en el espacio por la desolada simetría de este salón de un décimo piso.La descripción de la oficina simboliza las vidas aburridas y difíciles de los trabajadores. El ambiente opresivo refleja los sentimientos de muchos argentinos sintieron ante la modernización del mercado laboral durante los años treinta, y también refleja el pesimismo de Arlt.
EL JEFE. Otra equivocación, Manuel.
MANUEL. ¿Señor?
EL JEFE. Ha vuelto a equivocarse, Manuel.
MANUEL. Lo siento, señor.
EL JEFE. Yo también. (Alcanzándole la planilla.) Corríjala. (Un minuto de silencio.)
EL JEFE. María.
MARÍA. ¿Señor?
EL JEFE. Ha vuelto a equivocarse, María.
MARÍA. (Acercándose al escritorio del JEFE) Lo siento, señor.
EL JEFE. También yo lo voy a sentir cuando tenga que hacerlos echar. Corrija.
(Nuevamente hay otro minuto de silencio. Durante este intervalo pasan chimeneas de buques y se oyen las pitadas de un remolcador y el bronco pito de un buque. Automáticamente todos los EMPLEADOS enderezan las espaldas y se quedan mirando la ventana.)
EL JEFE. (Irritado). ¡A ver si siguen equivocándose!
(Pausa.)
EMPLEADO 1º Los empleados no tienen nombres porque son vistos como desechables y sin importancia. Arlt quiere enfatizar la deshumanización del trabajo moderno.. (Con un apagado grito de angustia.) ¡Oh!, no; no es posible.
(Todos se vuelven hacia él).
EL JEFE. (Con venenosa suavidad). ¿Qué no es posible, señor?
MANUEL. No es posible trabajar aquí.
EL JEFE. ¿No es posible trabajar aquí? ¿Y por qué no es posible trabajar aquí? (Con lentitud.) ¿Hay pulgas en las sillas? ¿Cucarachas en la tinta?
MANUEL. (Poniéndose de pie y gritando). ¡Cómo no equivocarse! ¿Es posible no equivocarse aquí? Contésteme. ¿Es posible trabajar sin equivocarse aquí?
EL JEFE. No me falte, Manuel. Su antigüedad en la casa no lo autoriza a tanto. ¿Por qué se arrebata?
MANUEL. Yo no me arrebato, señor. (Señalando la ventana). Los culpables de que nos equivoquemos son esos malditos buques.
EL JEFE. (Extrañado). ¿Los buques? (Pausa.) ¿Qué tienen los buques?
MANUEL. Sí, los buques. Los buques que entran y salen, chillándonos en las orejas, metiéndosenos por los ojos, pasándonos las chimeneas por las narices. (Se deja caer en la silla). No puedo más.
TENEDOR DE LIBROS. Don Manuel tiene razón. Cuando trabajábamos en el subsuelo no nos equivocábamos nunca.
MARÍA. Cierto; nunca nos sucedió esto.
EMPLEADA 1ª. Hace siete años.
EMPLEADO 1º. ¿Ya han pasado siete años?
EMPLEADO 2º. Claro que han pasado.
TENEDOR DE LIBROS. Yo creo, jefe, que estos buques, yendo y viniendo, son perjudiciales para la contabilidad.
EL JEFE. ¿Lo creen?
MANUEL. Todos lo creemos. ¿No es cierto que todos lo creemos?
MARÍA. Yo nunca he subido a un buque, pero lo creo.
TODOS. Nosotros también lo creemos.
EMPLEADA 2ª. Jefe, ¿ha subido a un buque alguna vez?
EL JEFE. ¿Y para qué un jefe de oficina necesita subir a un buque?
MARÍA. ¿Se dan cuenta? Ninguno de los que trabajan aquí ha subido a un buque.
EMPLEADA 2ª. Parece mentira que ninguno haya viajado.
EMPLEADO 2º. ¿Y por qué no ha viajado usted?
EMPLEADA 2ª. Esperaba a casarme…La decisión de incluir trabajadores femininas y sus aspiraciones al matrimonio en la obra refleja una cuestión social destacada de la época. Las ideas que Arlt tenían sobre las mujeres, influenciadas por su política, cambiaban bastante a lo largo de su carrera, y así sus personajes femininas tomaron papeles de más importancia en sus obras tardías: «La inserción de la mujer en el mercado del trabajo fue algo muy problemático y hasta casi prohibido en los años treinta […] Consciente de este problema, Arlt simpatiza con la desventaja del género y convierte su misoginia cínica en epopeya de las mujeres maltratadas, arruinadas, que sueñan casarse para que su esposo les mantenga en una sociedad hostil para ellas» (Mavridis).
TENEDOR DE LIBROS. Lo que es a mí, ganas no me han faltado.
EMPLEADO 2º. Y a mí. Viajando es cómo se disfruta.
EMPLEADA 3ª. Vivimos entre estas cuatro paredes como en un calabozo.
MANUEL. Cómo no equivocarnos. Estamos aquí suma que te suma, y por la ventana no hacen nada más que pasar barcos que van a otras tierras. (Pausa.) A otras tierras que no vimos nunca. Y que cuando fuimos jóvenes pensamos visitar.
EL JEFE. (Irritado). ¡Basta! ¡Basta de charlar! ¡Trabajen!
MANUEL. No puedo trabajar.
EL JEFE. ¿No puede? ¿Y por qué no puede, don Manuel?
MANUEL. No. No puedo. El puerto me produce melancolía.
EL JEFE. Le produce melancolía. (Sardónico). Así que le produce melancolía. (Conteniendo su furor). Siga, siga su trabajo.
MANUEL. No puedo.
EL JEFE. Veremos lo que dice el director general. (Sale violentamente).
MANUEL. Cuarenta años de oficina. La juventud perdida.
MARÍA. ¡Cuarenta años! ¿Y ahora?…
MANUEL. ¿Y quieren decirme ustedes para qué?
EMPLEADA 3ª. Ahora lo van a echar…
MANUEL. ¡Qué me importa! Cuarenta años de Debe y Haber. De Caja y Mayor. De Pérdidas y Ganancias.
EMPLEADA 2ª. ¿Quiere una aspirina, don Manuel?
MANUEL. Gracias, señorita. Esto no se arregla con aspirina. Cuando yo era joven creía que no podría soportar esta vida. Me llamaban las aventuras… los bosques. Me hubiera gustado ser guardabosque. O cuidar un faro…
TENEDOR DE LIBROS. Y pensar que a todo se acostumbra uno.
MANUEL. Hasta a esto…
TENEDOR DE LIBROS. Sin embargo, hay que reconocer que estábamos mejor abajo. Lo malo es que en el subsuelo hay que trabajar con luz eléctrica.
MARÍA. ¿Y con qué va a trabajar uno si no?
EMPLEADO 1º. Uno estaba allí tan tranquilo como en el fondo de una tumba.
TENEDOR DE LIBROS. Cierto, se parece a una tumba. Yo muchas veces me decía: «Si se apaga el sol, aquí no nos enteramos»…
MANUEL. Y de pronto, sin decir agua va,«Sin decir agua va» es una frase coloquial que significa sin aviso previo. nos sacan del sótano y nos meten aquí. En plena luz. ¿Para qué queremos tanta luz? ¿Podés decirme para qué queremos tanta luz?
TENEDOR DE LIBROS. Francamente, yo no sé…
EMPLEADA 2ª. El jefe tiene que usar lentes negros…
EMPLEADO 2º. Yo perdí la vista allá abajo…
EMPLEADO 1º. Sí, pero estábamos tan tranquilos como en el fondo del mar.
TENEDOR DE LIBROS. De allí traje mi reumatismo.
(Entra el ordenanza CIPRIANO, con un uniforme color de canela y un vaso de agua helada. Es MULATO, simple y complicado, exquisito y brutal, y su voz por momentos persuasiva).En Latinoamérica, el término mulato refiere a una persona descendida de dos grupos raciales, los afrodescendientes y los eurodescendientes. En este texto, las referencias a los estereotipos raciales sobre los negros reflejan las creencias de muchos argentinos durante ese momento histórico (Helg), pero la caracterización de Cipriano refleja otro archetipo también: Cipriano es «un personaje que representa una totalidad y un sentido global de las cosas. En realidad, más que una criatura singular con rasgos propios, su construcción obedece a tradiciones literarias diversas y su memoria no es la de un hombre normal, sino la de un arquetipo: Cipriano representa al viajero utópico de la literatura y la historiografía colonial» (Camacho Delgado 683).
MULATO. ¿Y el jefe?
EMPLEADA 2ª. No está. ¿No ve que no está?
EMPLEADA 3ª. Fue a la Dirección…
MULATO. (Mirando por la ventana). ¡Hoy llegó el «Astoria»! Yo lo hacía en Montevideo.
EMPLEADA 2ª. (Acercándose a la ventana). ¡Qué chimeneas grandes tiene!
MULATO. Desplaza cuarenta y tres mil toneladas…
EMPLEADO 1º. Ya bajan los pasajeros…
MANUEL. Y nosotros quisiéramos subir.
MULATO. Y pensar que yo he subido a casi todos los buques que dan vuelta por los puertos del mundo.
EMPLEADO 2º. Hablaron mucho los diarios…
MULATO. Sé los pies que calan. En qué astilleros se construyeron. El día que los botaron. Yo, cuando menos, merecía ser ingeniero naval.
EMPLEADO 2º. Vos,«Vos» es un pronombre que se usa informalmente en Argentina y otros países latinoamericanos como sinónimo de «tú» («Vos»). ingeniero naval… No me hagas reír.
MULATO. O capitán de fragata. He sido grumete, lavaplatos, marinero, cocinero de veleros, maquinista de bergantines, timonel de sampanes, contramaestre de paquebotes…
EMPLEADO 2º. ¿Por dónde viajaste? ¿Por la línea del TigreTigre es un pueblo con una delta en la provincia de Buenos Aires, aproximadamente 28 kilómetros al norte de la ciudad de Buenos Aires. o por la de Constitución?
MULATO. (Sin mirar al que lo interrumpe). Desde los siete años que doy vueltas por el mundo, y juro que jamás en la vida me he visto entre chusma tan insignificante como la que tengo que tratar a veces…
MARÍA. (A EMPLEADA 1.ª). A buen entendedor…
MULATO. Conozco el mar de las Indias. El Caribe, el Báltico… hasta el océano Ártico conozco. Las focas, recostadas en los hielos, lo miran a uno como mujeres aburridas, sin moverse…
EMPLEADO 2º. ¡Che, debe hacer un fresco bárbaro, por ahí!La presencia de lunfardismos, o expresiones «de la calle», es una caraterística importante en la escritura de Arlt (Kailuweit, Jaeckel, Di Tullio).
EMPLEADA 2ª. Cuente, Cipriano, cuente. No haga caso.
MULATO. (Sin volverse). Aviada estaría la luna si tuviera que hacer caso de los perros que ladran. En un sampán me he recorrido el Ganges. Y había que ver los cocodrilos que nos seguían…
MARÍA. No sea exagerado, Cipriano.
MULATO. Se lo juro, señorita.
EMPLEADO 2º. Indudablemente, éste no pasó de San Fernando.San Fernando de la Buena Vista es un pueblo muy cerca de Buenos Aires, aproximadamente 20 kilómetros al norte.
MULATO. (Violento). A mí nadie me trata de mentiroso, ¿sabe? (Arrebatado, se quita la chaquetilla, y luego la camisa, que muestra una camiseta roja, que también se saca.)
EMPLEADA 1ª. ¿Qué hace, Cipriano?
EMPLEADA 2ª. ¿Está loco?
EMPLEADA 3ª. Cuidado, que puede venir el jefe.
MULATO. Vean, vean estos tatuajes. Digan si éstos son tatuajes hechos entre la línea del Tigre o Constitución. Vean…
EMPLEADA 2ª. ¡Una mujer en cueros!
MULATO. Este tatuaje me lo hicieron en Madagascar, con una espina de tiburón.
EMPLEADO 2º. ¡Qué mala espina!
MULATO. Vean esta rosa que tengo sobre el ombligo. Observen qué delicadeza de pétalos. Un trabajo de indígenas australianos.
EMPLEADO 2º. ¿No será una calcomanía?
EMPLEADA 2ª. ¡Qué va a ser calcomanía! Este es un tatuaje de veras.
MULATO. Le aseguro, señorita, que si me viera sin pantalones se asombraría…
TODOS. ¡Oh… ah!…
MULATO. (Enfático.) Sin pantalones soy extraordinario.
EMPLEADA 1ª. No se los pensará quitar, supongo.
MULATO. ¿Por qué no?
EMPLEADA 3ª. No, no se los quite.
MULATO. No voy a quedar desnudo por eso. Y verán qué tatuajes tengo labrados en las piernas.
EMPLEADA 1ª. Es que si entra alguien…
EMPLEADA 3ª. Cerrando la puerta. (Va a la puerta).
MULATO. (Quitándose los pantalones y quedando con un calzoncillo corto y rojo con lunares blancos). Miren estos dibujos. Son del más puro estilo malasio. ¿Qué les parece esta guarda de monos pelando bananas? (Murmullos de «Oh… ah…»). Lo menos que merezco es ser capitán de una isla. (Toma un pliego de papel madera y rasgándolo en tiras se lo coloca alrededor de la cintura). Así van vestidos los salvajes de las islas.
EMPLEADA 1ª. ¿A las mujeres también les hacen tatuajes?…
MULATO. Claro. ¡Y qué tatuajes! Como para resucitar a un muerto.
EMPLEADA 2ª. ¿Y es doloroso tatuarse?
MULATO. No mucho… Lo primero que hace el brujo tatuador es ponerlo a uno bajo un árbol…
EMPLEADA 2ª. Uy, qué miedo.
MULATO. Ningún miedo. El brujo acaricia la piel hasta dormirla. Y uno acaba por no sentir nada.
EMPLEADO 1º. Claro…
MULATO. Siempre bajo los árboles hay hombres y mujeres haciéndose tatuar. Y uno termina por no saber si es un hombre, un tigre, una nube o un dragón.
TODOS. ¡Oh, quién lo iba a decir! ¡Si parece mentira!
MULATO. (Fabricándose una corona con papel y poniéndosela.) Los brujos llevan una corona así y nadie los mortifica.
EMPLEADA 1ª. Es notable.
EMPLEADA 2ª. Las cosas que se aprenden viajando…
MULATO. Allá no hay jueces, ni cobradores de impuestos, ni divorcios, ni guardianes de plaza. Cada hombre toma a la mujer que le gusta y cada mujer al hombre que le agrada. Todos viven desnudos entre las flores, con collares de rosas colgantes del cuello y los tobillos adornados de flores. Y se alimentan de ensaladas de magnolias y sopas de violetas.
TODOS. Eh, eh…
EMPLEADA 2ª. ¡Eh! ¡Cipriano, que no nacimos ayer!
MULATO. Juro que se alimentan de ensaladas de magnolias.
TODOS. No.
MULATO. Sí.
EMPLEADO 2º. Mucho… mucho…
MULATO. Digo que sí. Y además los árboles están siempre cargados de toda clase de fruta.
MANUEL. No será como la que uno compra aquí en la feria.
MULATO. Allá no. Cuelgan libremente de las ramas y quien quiere, come, y quien no quiere, no come… y por la noche, entre los grandes árboles, se encienden fogatas y ocurre lo que es natural que ocurra entre hombres y mujeres.
EMPLEADA 1ª. ¡Qué países, qué países!
MULATO. Y digo que es muy saludable vivir así libremente. Al otro día la gente trabaja con más ánimo en los arrozales y si uno tiene sed (toma el vaso de agua y bebe), parte un coco y bebe su deliciosa agua fresca.
MANUEL. (Tirando violentamente un libro al suelo). ¡Basta!
MULATO. ¿Basta qué?
MANUEL. Basta de noria.Noria: Máquina compuesta de dos grandes ruedas engranadas que, mediante cangilones, sube el agua de los pozos, acequias, etc; Artilugio de feria consistente en una gran rueda con asientos que gira verticalmente («Noria»). En este contexto, Manuel quiere decir que la conversación ya es circular. Se acabó. Me voy.
EMPLEADA 2ª. ¿A dónde va, don Manuel?
MANUEL. A correr mundo. A vivir la vida. Basta de oficina. Basta de malacate. Basta de números. Basta de reloj. Basta de aguantarlo a este otro canalla. (Señala la mesa del JEFE).
(Pausa. Perplejidad.)
EMPLEADO 1º. ¿Quién es el otro?
TODOS. ¿Quién es?
MANUEL. (Perplejo). El otro… el otro… el otro… soy yo.
EMPLEADA 3ª. ¡Usted, don Manuel!
MANUEL. Sí, yo; que desde hace veinte años le llevo los chismes al jefe. Mucho tiempo hacía que me amargaba este secreto. Pero trabajábamos en el subsuelo. Y en el subsuelo las cosas no se sienten.
TODOS. ¡Oh!…
EMPLEADO 1º. ¿Qué tiene que ver el subsuelo?
MANUEL. No sé. La vida no se siente. Uno es como una lombriz solitaria en un intestino de cemento. Pasan los días y no se sabe cuándo es de día, cuándo es de noche. Misterio. (Con desesperación.) Pero un día nos traen a este décimo piso. Y el cielo, las nubes, las chimeneas de los transatlánticos se nos entran en los ojos. Pero entonces, ¿existía el cielo? Pero entonces, ¿existían los buques? ¿Y las nubes existían? ¿Y uno, por qué no viajó? Por miedo. Por cobardía. Mírenme. Viejo. Achacoso. ¿Para qué sirven mis cuarenta años de contabilidad y de chismerío?
MULATO. (Enfático.) Ved cuán noble es su corazón. Ved cuán responsables son sus palabras. Ved cuán inocentes son sus intenciones. Ruborizaos amanuenses. Llorad lágrimas de tinta. Todos vosotros os pudriréis como asquerosas ratas entre estos malditos libros. Un día os encontraréis con el sacerdote que vendrá a suministraros la extremaunción. Y mientras os unten con aceite la planta de los pies, os diréis: «¿Qué he hecho de mi vida? Consagrarla a la teneduría de libros». Bestias.En este pasaje satírico, Cipriano imita un español antiguo y formal que no se usa en conversación. Arlt y sus contemporáneos argentinos denunciaron el español “oficial” mandado por las escuelas y los élites, un lenguaje pretencioso y impráctico que no se hablaba en el siglo XX (Lindstrom).
MANUEL. Quiero vivir los pocos años que me quedan de vida en una isla desierta. Tener mi cabaña a la sombra de una palmera. No pensar en horarios.
EMPLEADO 1º. Iremos juntos, don Manuel.
MARÍA. Yo iría, pero para cumplir este deseo tendría que cobrar los meses de sueldo que me acuerda la ley 11.729.
EMPLEADO 2º. Para que nos amparase la ley 11.729, tendrían que echarnos.
MULATO. Aprovechen ahora que son jóvenes. Piensen que cuando les estén untando con aceite la planta de los pies no podrán hacerlo.
MARÍA. La pena es que tendré que dejar a mi novio.
EMPLEADO 2º. ¿Por qué no lo conserva en un tarro de pickles?
EMPLEADA 2ª. Cállese, odioso.
MULATO. Señores, procedamos con corrección. Cuando don Manuel declaró que él era el chismoso, una nueva aurora pareció cernirse sobre la humanidad. Todos le miramos y nos dijimos: He aquí un hombre honesto; he aquí un hombre probo; he aquí la estatua misma de la virtud cívica y ciudadana. (Grave). Don Manuel. Usted ha dejado de ser don Manuel. Usted se ha convertido en Simbad el Marino.
EMPLEADA 3ª. ¡Qué bonito!
MANUEL. Ahora, lo que hay que buscar es la isla desierta.
TENEDOR DE LIBROS. ¿Hay todavía islas desiertas?
MULATO. Sí las hay. Vaya si las hay. Grandes islas. Y con árboles de pan. Y con plátanos. Y con pájaros de colores. Y con sol desde la mañana a la noche.
EMPLEADO 2º. ¿Y nosotros?…
MULATO. ¿Cómo nosotros?
EMPLEADA 2ª. ¿Claro? ¿Y a nosotros nos van a largar aquí?
MULATO. Vengan ustedes también.
TODOS. Eso… vámonos todos.
MULATO. Ah… y qué les diré de las playas de coral.
EMPLEADA 1ª. Cuente, Cipriano, cuente.
MULATO. Y los arroyuelos cantan entre las breñas. Y también hay negros. Negros que por la noche baten el tambor. Así.El estereotipo que asocia las personas afrodescendientes con la danza fue un estereotipo compartido por muchos argentinos de la época. Las descripciones raciales en está sección conforman con los estereotipos en la escritura de Domingo F. Sarmiento, el político y pensador quien reformó el sistema educativo del país y escribió en su último libro, Conflicto y armonías de razas en América, que la raza negra fue la más entusiasma, fiel, efusiva y disfrutadora de la danza (Helg 40).
(El MULATO toma la tapa de la máquina de escribir y comienza a batir el tan tan ancestral, al mismo tiempo que oscila simiesco sobre sí mismo. Sugestionados por el ritmo, van entrando todos en la danza.)
MULATO. (A tiempo que bate el tambor.) Y también hay hermosas mujeres desnudas. Desnudas de los pies a la cabeza. Con collares de flores. Que se alimentan de ensaladas de magnolias. Y hermosos hombres desnudos. Que bailan bajo los árboles, como ahora nosotros bailamos aquí…
La hoja de la bananera
de verde ya se madura
quien toma prenda de joven
tiene la vida segura.
(La danza se ha ido generalizando a medida que habla el MULATO, y los viejos, los EMPLEADOS y las EMPLEADAS giran en torno de la mesa, donde como un demonio gesticula, toca el tambor y habla el condenado negro).
Y bailan, bailan, bajo los árboles cargados de frutas.
De aromas…
(Histéricamente todos los hombres se van quitando los sacos, los chalecos, las corbatas; las muchachas se recogen las faldas y arrojan los zapatos. El MULATO bate frenéticamente la tapa de la máquina de escribir, y cantan un ritmo de rumba.)
La hoja de la bananera…
EL JEFE. (Entrando bruscamente con el DIRECTOR con voz de trueno). ¿Qué pasa aquí?
MARÍA. (Después de alguna vacilación). Señor… esta ventana maldita y el puerto… Y los buques… esos buques malditos…
EMPLEADA 2ª. Y este negro.
DIRECTOR. Oh… comprendo… comprendo. (Al JEFE). Despida a todo el personal. Haga poner vidrios opacos en la ventana.
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